Joyas ocultas: Tiburón, Casablanca, etc etc

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Animal Love

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Al hablar del austriaco Ulrich Seidl resulta casi imperativo mentar a su medio compatriota Michael Haneke y al también medio coterráneo de este segundo, el alemán Werner Herzog. Al primero por ser junto con Ulrich las 2 figuras más conocidas del cine austriaco, por no decir las únicas que llegan fuera de sus fronteras; al segundo por haberse declarado admirador del cine de Seidl, especialmente de la película-documental que ocupa este torpe análisis. En estos nexos habituales vengo leyendo que se empareja más el cine de Ulrich con el de Haneke, cuando esto me parece vago, lejano a la realidad que muestran las obras de cada uno y, de alguna manera, fácil de refutar a poca capacidad analítica que tenga el espectador: sí, coincido en que ambos tienen un estilo árido, lleno de espacios, de gramática deudora del Bresson más minimalista, pero ya. Si a algo se asemeja el cine de Eidl es al de los documentales de Herzog, donde este no duda en introducir ficciones dentro de la realidad para dar empaque a lo que quiere que transmita el objeto/sujeto analizado por su cámara. Incluso diría que guarda no poco parecido con el cine de su amigo Les Blank, auténtica rara avis del retrato de lo más extraño que sucede dentro de la cotidianidad. Y esto me lleva a afirmar que es padre putativo de Harmony Korine. Ele.

¨Nunca he mirado tan directamente al infierno¨, dijo Werner de esta obra. Ojocuidao aquí que hablamos de un titán que ha visto pasar por delante de sus córneas cosas que ni un bedel del Congreso de los Diputados, aunque bien es cierto que, al hacer estas declaraciones, aún no había presenciado a Kitana Baker en bikini haciéndose pasar por una operadora de sónar (Incident At Loch Ness, Zack Penn). No sabría decir qué sucede con esta obra, ni cúanto hay, ni que pespuntes pega, pero lo cierto es que perturba. Quizá sea la no certeza, la confusión de si estamos ante un documental ficcionado, sujetos reales o un poco de cada. Puede que ver a burguesas decadentes intercaladas con white trash austriaca compartiendo como característica común la soledad y plena dependencia emocional de un animal tenga algo que ver. Lo mismo observar como varios seres humanos (en principio tan cabales como cualquiera de nosotros) deciden aislarse en compañia de sus mascotas (a veces de amplio número) renegando de la manada (y, por lo tanto, privando a sus animales del contacto con otros de su especie) es lo que termina de jodernos. Pues si, lo mismo.

Y también existe la posibilidad de que no nos guste lo que nos insinua de modo tosco y sin medias tintas Seidl con un par de retratos, el bestialismo (en su acepción zoofílica y en la de maltrato). Pero, sobre todo, creo que molesta al espectador porque, a honesto que sea este, no se reconocerá demasiado distante de los retratos que muestra la película. Pese a la distancia temporal de más de 15 años con esta producción y la geográficocultural con Austria, las circunstancias que sospechamos han llevado a esos pobres diablos a vivir así nos siguen amenazando. Más que nunca.

No peguéis a los animales, hijos de puta, que hacéis llorar a Schopenhauer.
 
Eire rebuznó:
comentarios como este tuyo son los que van a hacer que vayamos todos a la cárcel.

empiezas con este tipo de bromas y la loca se lo cree todo, después me insulta llamándome sidroso y otras cosas feas, y eso hace que le dedique unos tuneos.

esto es lo que voy a declarar ante el juez.

va a ser un espectáculo lamentable cuando nos empecemos a traicionar entre nosotros como en la mierda de serie esa de The Shield pero la vida es así. mejor conseguir yo la inmunidad antes que vosotros.

:lol:

Huele a multa y poco más. Si por lo que sea excede los 20 eypos planto yo una denuncia por acoso para recuperar mis dineros. De momento no, que eché un vistazo y hay que ir a comisarida, no se puede hacer por teléfono o Internec.

Tú ni siquiera tendrás que venir, con que mandes a tu apoderado es más que suficiente. Te recomiendo que contrates a Patterson, que está desempleado y dispone de tiempo para estas cosas. Además, me consta que tiene una amplia colección de disfraces y no le importaría comparecer vestido de torero o jugador de curling.

El que más me preocupa es Sir Ano, que se quedará sin ver a los Stone Roses.

Y no hace falta que nos traicionemos. Deberíamos declarar como un grupo de esos de a capella que dan repeluco :lol:
 
A mi no me incluyas en ese fotomontaje, que no tengo nada que ver! Si acaso acudiría como testigo. En realidad todo esto lo ha montado Muezzina para que hagamos una quedada con ella aunque sea en los tribunales.
 
yeimsmelocotongigante rebuznó:
A mi no me incluyas en ese fotomontaje, que no tengo nada que ver! Si acaso acudiría como testigo. En realidad todo esto lo ha montado Muezzina para que hagamos una quedada con ella aunque sea en los tribunales.

:lol:

Que venga a declarar el Yeims bueno, el Wallenstein.


Eire rebuznó:
grande el tuneo de Ruizma. iba a poner el 121 que hizo Morzhilla pero me he acojonao.

:lol:

Haberlo hecho, coward, que una demanda se anula con la siguiente. Eso funciona como la sidra, que yo sé de derecho shurmano.
 
Rarito, esta te av a chanar:

L'éden et après


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Venía avisando Alain Robbe-Grillet de sus intenciones con sus 3 primeros films, sobre todo con las framentaciones y juegos de muñecas rusas de la notable Trans-Europ-Express, si bien antes de dirigir estas películas ya había gritado -desgañitándose casi- que quería poner patas arriba el Cine. Ese grito era su guión para El Año Pasado En Marienbad, que terminó por enemistarle (y con razón) con Alain Resnais tras ver que había convertido sus radicales subversiones de la narración, el espacio, el tiempo y el montaje en una serie de planos secuencia preciosistas pero que no se correspondían lo más mínimo con lo que había detallado en el libreto técnico. Resnais se resarciría años después con las sobresalientes Te Amo, Te Amo y Providence, mientas que Robbe-Grillet mejoró lo que había escrito en su día y le dió forma tomando pleno control de la obra sin que vinieran a toserle. Y he aquí el resultado.

El Edén Y Después rompe de forma radical la ficción que crea despojándola de los principales elementos vía los cuales podemos atrevernos a trazar unas leyes que creen una lógica; esto es, suprime las concepciones que tenemos del espacio y el tiempo de tal manera que sus personajes pueden morir y resucitar, permutar unos por otros, no seguir una línea temporal clara, crear dobles a través del clásico juego ¨mimo-espejo¨ y cualquier cosa que se os ocurra que puede suceder como consecuencia de la supresión del ¨espacio tiempo stándard¨. Por este detalle se tiende a considerar la película surreal, que si bien coincide en algunos elementos con este movimiento artistico (abandonarse a lo onírico no deja de ser suprimir las leyes de la lógica, y la película también gusta de mostrar mucho simbolismo, simbolismo casi en su tradición mágica/telúrica) creo que responde más a la vagancia del espectador, siempre necesitado de algún término comodín al que referirse y aferrarse cuando le preguntan su opinión en vez de pensar un poco por si mismo y razonar una respuesta. En fin.

El marco en el que transcurre la acción (magnífico Club Edén, con esa configuración propia de un laberinto pop, y no menos impresionante la factoría nocturna -suerte de versión pesadillesca de la que mostrase Antonioni en El Desierto Rojo- con sus inquietantes sonidos metalúrgicos) bien puede ser un limbo, otro espacio tiempo, un (mal) sueño, los desvaríos de una mente enferma, una ensoñación... lo que sea. Da igual. Lo importante es lo que consigue Robbe-Grillet a través del montaje y la planificación previa a éste: romper por completo con el modelo de cine imperante, ese cine de trama lineal, donde se subraya cada mierda hasta el extremo, donde el espectador es idiota y necesita que un actor diga ¨¡oh, se me viene un flashback a la chola!¨ antes de caer con gran aparato y virar a blanco y negro el color.

Bueno, no: Robbe-Grillet realmente consigue mucho más, pues crea un modelo que será denostado por el ¨gran público¨ (esos espectadores merluzos de los que hablaba antes, incapaces siquiera de disfrutar con cada uno de los planazos que nos regala Alain) pero seguido con sumo interés por gente como David Lynch, que años después tendría muy presente el DVD de esta película para revisarlo a cada momento durante el rodaje de su ¨trilogía anti-narrativa¨ (Carretera Perdida, Mulholland Drive e Inland Empire), o Jesús Franco, el cual cada vez que se acerca al ¨video arte¨ evidencia ser admirador de este. Además, de todos los titanes franceses que comenzaran su filmografía a finales de los 50/principios de los 60, que darían para fletar un autobús ALSA sobradamente, es el único junto al gran Jean Rollin que ha sacado tetacas a tutti en sus pelis, por lo que queda libre de toda sospecha sobre si le gustan las tías o le mola hacer que recoge monedas para oler nabos, que es la duda que recae sobre todo artista SIEMPRE.



L'éden et après (1970) Alain Robbe-Grillet - My duck is dead
 
Joya oculta del cine español, a ver quien se atreve a verla:
Entierro de un funcionario en primavera (1958) - FilmAffinity

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El eslabón perdido, junto con la maldita “Manicomio”, que anticipa, justifica, “El cochecito”, “El verdugo”, “Corral de muertos” (también la surrealista “La garbanza negra que en paz descanse”). Una grotesca, tosca, amateur, sátira sobre la muerte, contra el matrimonio, llena de mala ostia, de bilis. La “Prima comunione” (Blasetti) del cine español. Mihura + De la Serna + Valle Inclán + Jarry + Ionesco, cine mudo sonoro, cine del absurdo.


“La productora no tiene nada que agradecer a las embajadas de China y Afganistán ya que no han intervenido para nada en la realización de la misma”

La he descubierto en un blog donde también se dicen cosas como esta:

Incomprensible que tengamos que comernos la mierda de Almodóvar a paladas, un director que no podría entrar ni en una hipotética lista de los diez mejores realizadores españoles, un minuto de "Arrebato" vale por toda su filmografía, exceptuando "Mujeres al borde de un ataque de nervios", y que el verdadero, valioso, cine español, permanezca en la sombra, oculto.
La culpa del estado comatoso del cine español actual la tienen única y exclusivamente los críticos. Cine español de calidad, sublime, lo hay a paletadas. La gran putada es que hay que remover varias capas de tierra, de mierda, para poder encontrarlo, porque los indolentes, cortoplacistas, críticos, y sus recurrentes, ignorantes, listas, se han encargado de enterrarlo, de sepultarlo, muy profundo, en oscuras Filmotecas.
 
Eso de las obras maestras ocultas del cine español y tal es una conspiración muy atractiva. Pero me temo que es pura pose.

Almodovar como lacra del cine español. Toma ya.
 
En el fondo Almodovar le gustará, lo que no le gusta será lo desorbitada de su fama en comparación con lo que a él le gusta, que está enterrado. No las califica de obras maestras, eso lo he dicho yo por la de Leblanc para llamar la atención :oops: , pero sí que hay conspiración...

Reflexionando en el trono sobre las causas del generalizado desprecio hacia el cine español de cualquier época y lugar por parte del común de los espectadores españoles, he llegado a la conclusión de que el principal, casi único, culpable, es la crítica española. O mejor dicho, la ausencia de una verdadera crítica española, que se apasione, disfrute, viendo, reivindicando, las películas españolas que subjetivamente consideren valiosas. Que no sea solo una pose posmodernista, un ejercicio de nostalgia, un ridículo patrioterismo, chauvinismo, ni un vanidoso intento de apuntarse tantos.

Remontémonos casi a los orígenes. Las primeras revistas de cine de este entrañable país, eran simples vehículos publicitarios, una colección de fotos con un pequeño texto al pie, e insulsas entrevistas a las estrellonas de turno, en las que por supuesto el cine era lo de menos, lo importante eran las anécdotas de rodaje y la vida privada de los actores, a lo mejor os recuerda a algunas actuales. Si a algún lector de estas revistas le hubieran dicho que las películas se hacían con una cámara seguramente hubiera esbozado una carcajada, o una risa nerviosa. Pero no seamos masoquistas, esta situación de cándida inocencia, de virginidad contemplativa, era, por desgracia es, generalizada, universal. De hecho el cine clásico era, es, en su mayor parte, igual de ingenuo, de pueril, que los escapistas espectadores a los que iba dirigido, ya no digamos el cine posmodernista. El cine era un mero entretenimiento, y cumplía su función a la perfección, que no es poco. Como bien dice Duras, hay espectadores que no están dispuestos a crecer, a ver una película en profundidad, descendiendo a la sintaxis, así les maten. No quieren perder la ingenuidad, la ilusión, la magia, que les desvelen, revelen, el mecanismo interno del juguete. Actitud conformista, conservadora, superficial, ignorante, que llevan a todas las facetas de su vida, de un forzado, esforzado, nube rosa pastel.

Y desde luego si no les ayudan a hacerlo, no les dan las herramientas, menos todavía. Para valorar la gramática de una película, el paso previo es saber que existe. La gran mayoría de los espectadores cuando ven una película son incapaces de apreciar el encuadre, la composición del plano, el montaje. Lo que discurre ante sus ojos es un todo continuo, una excusa para desarrollar unos personajes, una historia, un argumento, un mal necesario. Se meten tan dentro de la película que no van más allá. Cosa que no está mal, incluso es deseable, en un primer visionado. El problema es cuando no existe un segundo visionado, lo más habitual, o cuando los posteriores visionados son igual de mecánicos, de automáticos. Repito que la culpa no es de ellos, no se puede echar de menos lo que no se conoce, nadie nace aprendido. La culpa era, es, de esas revistas, de esos críticos, que se quedaban, se quedan, en la mera superficie argumental de las películas sin descender al lenguaje, al cine. Con la reseña y una estúpida valoración, puntuación, van que chutan, y el espectador, el lector, encantado, cuanto menos esfuerzo tengan que hacer mejor para todos. Si el crítico sitúa el nivel de comprensión de una película en el 1, su trabajo también es mucho más sencillo, se puede realizar con plantilla.

Luego el principal responsable de la ignorancia del espectador, del lector, la tiene el crítico, que interesadamente, rebaja el nivel, y devalúa, conscientemente, la historia del cine. Se puede dar el caso de que no dé más de sí, de que sea su nivel real, y se niegue por indolencia a elevarlo, para que no le exijan de más. La típica advertencia al trabajador novato por parte de los veteranos cuando entra en un puesto nuevo, tómatelo con calma, no hay prisa. Cuanto más afilado esté el morro, la mirada, del espectador, más compleja, más exigente, más cuestionada, criticada, será la labor del crítico, generalmente muy inseguro de sus propios conocimientos. Algo que realmente les aterra, como a los políticos, que prefieren un público, un pueblo, ignorante, desinformado, sumiso, seguidista.

Mejor rebajar el nivel, sin demasiadas resistencias, reticencias, ser condescendiente, paternalista, sentirse superior, una elite, que ayudar a crecer al espectador, a situarse al mismo nivel, incluso superior, que la del crítico, que la del creador. A ver si a lo tonto estamos alimentando al futuro monstruo que nos va a quitar el pan, cuanta menos competencia mejor. Eso de la selección natural, del continuo aprendizaje, actualización, lucha, es para los ateos. Ser crítico es una elección divina, un título, de por vida, y heredable, si te apellidas Trueba. El cine para ellos es un medio, de sustento, de supervivencia, no un fin en sí mismo. Internet les ha puesto en su sitio, un asiento más en el Fondo Norte de la cinefilia. Su capacidad de influencia está bajo mínimos, y por mucho que se aferren a sus puestos designados a dedo, cada vez peor remunerados, el momento del fin está llegando. Las revistas y periódicos en papel, el periodismo supuestamente profesional, especializado, tiene los días contados. Hay demasiado amateur, en el buen sentido, con talento, medios y tiempo libre, dispuesto a dinamitar el sistema de privilegios, de castas, de enchufismos, de amiguismos, y por la cara, sin necesidad de palmaditas en la espalda.

Fruto de todos estos años, décadas, de desinformación interesada, deliberada, hay que alimentar el negocio de las Escuelas de Cine, de los Másters, Seminarios y Talleres universitarios, habitual sobresueldo de los críticos, y de los directores frustrados, el nivel del espectador español medio, y su número, de la crítica española, tanto amateur como profesional, no ha variado apenas desde los albores del cine. Incluyo casi todas las revistas independientes que han habido, hay, y habrán, que lejos de ofrecer una alternativa al sistema, de erigirse en enseñantes, en ayudantes, se han limitado a ofrecer un limitado, sectario, surtido de nombres alternativos, generalmente de la misma cuerda y/o amigos, con un lenguaje si cabe más rebuscado, y completamente alejado del común de los mortales, que no tienen porque ser semióticos ni haber estudiado ninguna filología. Han ampliado el foco, temporalmente, la constancia, longevidad, no es una de sus virtudes, pero no han conseguido que la luz sea más intensa, ni permanente, que llegue a más gente, que se asiente. Han servido a los intereses de los directores, y no al cine, a las películas, ni a los espectadores. Han convertido la crítica en un ejercicio de narcisismo, de egocentrismo, en una estúpida, enloquecida, carrera por encontrar nuevas vetas, nuevos filones, en una mina ya casi exhausta, que se va derrumbando a cada nuevo paso, enterrando todo lo encontrado anteriormente. En lugar de afianzar, apuntalar, cada nuevo túnel, hasta conseguir el suficiente número de espectadores para que se sostengan solos sin necesidad de ayuda. Una desesperada apuesta por el todo vale, por la cantidad. Un disparar en todas las direcciones con la esperanza de concitar alguna atención, reconocimiento, o su contrario, igual de pernicioso, apostar por la forzada diferenciación, por un reducido número de directores, en lugar de apostar por un determinado número de películas, que reflejen una personal forma de ver, entender, el cine, la vida.

Es preferible enseñar una sola, y maniquea idea, meridianamente clara, como hizo Bresson con sus “Notas para el cinematógrafo”, que defender una cosa y la contraria para tratar de contentar a todo el mundo. La crítica funciona por acumulación, por indefinición, por personalización, reivindicando, mezclando, lo valioso y lo mediocre de un mismo director sin discriminar, sin seleccionar, como si fueran vulgares historiadores que se limitan a coleccionar datos, con la secreta esperanza de que sea al propio espectador, lector, el que encuentre un sentido, el hilo, las pepitas, que ellos no han sabido encontrar, reconocer.

Leyendo cualquier historia del cine español, tanto actual como antigua (las franquistas por seguir a pies juntillas la consigna del una y grande, aunque fueran muchas y pequeñas, ningún crítico de la época es fiable, ninguno, las democráticas porque fusilan, obvian, todo lo anterior, por motivos ideológicos, salvo Berlanga y Bardem, y desconocen todo el cine marginal y el realizado en el exilio), te queda la sensación de que todo es lo mismo, que las miles de películas que se han hecho en España tienen todas idéntico valor, importancia. En lugar de fomentar el amor por el cine español, ser una guía de iniciación, un estímulo, solo provocan pereza. Hasta las antologías críticas siguen criterios matemáticos, autorales, si eres un mediocre hiperactivo como Ozores o Jess Franco, tienes aseguradas varias entradas, lo excepcional no tiene cabida, espacio, cuando esa es la principal grandeza de una cinematografía, sus películas diferentes, únicas, radicales. Son mucho más valiosos, interesantes, libros como “Directores españoles malditos”, a pesar de los superficiales, prejuiciosos, indocumentados, comentarios de Augusto M. Torres, o la atinada selección que hizo Fotogramas en los 90 de películas de culto del cine español (no he parado hasta conseguir verlas casi todas, labor que me ha llevado años de rastreo, de dar el coñazo por la red, ya que para variar, eran invisibles, ya no) que me hicieron descubrir cientos de películas desconocidas, que otros como “Antología crítica del cine español”, coordinado por Julio Pérez Perucha, que es una auténtica colección de desmanes, de películas mediocres, infumables, o que listas como la de “Las 50 mejores películas españolas del siglo XX” según Rock de Lux, que al ser un refrito, fundición, de listas de varias personas, la mayoría con un conocimiento del cine español bastante reducido, estándar, convencional, se acaban cayendo las excepcionales, las más libres, quedando las mismas de siempre, las que los críticos repiten como loritos desde el franquismo sin tan siquiera haber visto, la única explicación racional que le encuentro a que figuren películas mediocres como “A tiro limpio”, “Atraco a las 3”, “Los tarantos”, “El otro barrio” o “Vacas”, de hecho me sobran 25, y me faltan 75.

El cine español es una cinematografía bastante extensa, y de las más grandes a nivel mundial en términos de valor, en el grupo de las TOP 5, y por la parte alta (Italia, Japón, Francia, EE.UU), pero cualquier selección mayor de 100 películas reduce irremediablemente la calidad del conjunto, mejor que falten, que no que sobren. Si hace unos años me llegan a decir que sería capaz de elaborar una lista de las 100 mejores películas del cine español no me lo hubiera creído, me habría costado mencionar mis 10 favoritas, gracias al milagro de los programas de intercambio, y a los generosos ripeadores, la situación se ha dado la vuelta, y realmente lo que me cuesta es introducir nuevas películas sin ser injusto con las descartadas. Porque por extraño que parezca a estas alturas del invento, de internet, todavía siguen apareciendo bastantes obras maestras ocultas, eslabones perdidos completamente silenciados, sepultados, por los críticos, y por sus compañeros de profesión. La sectaria Pilar Miró, el esquirol Trueba y el empleado de banca Garci son los más canallas, cabrones, a este respecto, despreciando, ninguneando, deliberadamente, para evitar que les quitaran parte de la tarta, merienda de negros, de las subvenciones, el cine español más arriesgado, más radical. De hecho los inútiles de Trueba, Colomo, Saura y Garci, siguen rodando todavía sus mierdas, y verdaderos genios como Picazo, Regueiro o Erice, hace años que están calentando banquillo, viendo como juegan los paquetes. Y no hablo de cine mudo precisamente, el cine español de los 60, 70 y 80, sobre todo (en realidad había puesto sobre todo junto porque soy un subnormal) el más marginal, e incluyo a los exiliados, es una continua fuente de sorpresas, de deslumbramientos.

La nueva generación de críticos, tanto amateurs como profesionales, con contadísimas excepciones, Luis E. Parés, poco han hecho por cambiar esta triste situación, primeramente porque realmente no les interesa el cine español, como mucho hacer amigos dentro del cine español, que son cosas muy distintas. Si hay que reivindicar a un amigo, o a un colega, como buenos corporativistas, arrastrados, vocacionales, lo hacen de inmediato sin que se les caigan los anillos, o tengan escrúpulos morales, profesionales, cinematográficos. Hoy por ti mañana por mí, hay que engrosar la agenda de contactos que la cosa está muy malita.

Eso sí, si ya les pides que investiguen, que se quemen las pestañas viendo películas españolas, que rastreen cielo y tierra para encontrar nuevos valores, nuevas películas, al margen de la industria y de la feria de vanidades de los festivales, ya no les apetece tanto. La contrapartida es más escasa, no hay nada de lo que fardar, no te los vas a encontrar en los saraos, en las alfombras rojas, ni en los suplementos dominicales, y encima no son extranjeros, y a lo peor hasta compañeros de generación, lo que faltaba, resaltar el talento ajeno para que por comparación, yo triste, amargado, frustrado, crítico, parezca más pequeño, insignificante. ¡No hija no!, un filipino de mi edad no deja de ser eso, un puto filipino, un extraterrestre tercermundista que ni habla español, a los españoles que los reivindiquen fuera, ¿no son tan buenos?, siempre habrá algún argentino despistado que los apoye, que los adopte. El falso prestigio, resplandor, de lo europeo, como si los españoles lo fuéramos, tira mucho, tener amigos gallegos da carta de naturaleza, es cool.

Si están muertos ya ni te digo, ¿qué sentido tiene reivindicar una obra maestra del pleistoceno si puedo inflar el globo de un mediocre que me contesta a las llamadas, me pasa los guiones, me deja acudir a los rodajes, me agrega en Facebook y twitter, y me reconoce por la calle cuando me ve? No hay color, todo lo que no sea cine español actual que se encarguen los blogueros, los foreros, que son unos aburridos, unos desaboríos. Hay que estar en el ajo, donde se cuece la posmodernidad , los canapés. El cine español pasado es para nostálgicos, para ñoños. El cine es un invento del mañana, una constante tabula rasa.

Conclusión, que como el cine español anterior no genera beneficios, ya está amortizado, pues que le vayan dando, no vaya a ser que al espectador español le dé por exigir calidad, se nos joda el negocio, y no acudan a ver la ultima mierda subvencionada. A los mediocres críticos, directores, productores, actuales, no hay ningún Guarner, Ángel Fernández-Santos, Val del Omar, Buñuel, Matas ni Querejeta en el horizonte, les interesa que la basura del cine español actual, se compare con la basura del cine americano actual, y no con el grandioso, genial, cine español anterior. Que el incauto espectador pagano español, vaya al cine a ciegas, sin memoria cinéfila. No vaya a suceder que la gente se aficione de verdad al cine de calidad, y empiece a soltar que es el cine español actual el que es una mierda, con contadísimas excepciones, y no el cine español en general.

¡Qué viva el cine español, coño!, el bueno, al resto, ya sea actual o clásico, que le vayan dando. El cine español no es una denominación de origen, es una summa informe, ecléctica, de películas excepcionales, valiosas, sublimes, que le dan cuerpo, prestancia, grandeza, especificidad.
 
Nea Marin rebuznó:
Reflexionando en el trono sobre las causas del generalizado desprecio hacia el cine español de cualquier época y lugar por parte del común de los espectadores españoles, he llegado a la conclusión de que el principal, casi único, culpable, es la crítica española. O mejor dicho, la ausencia de una verdadera crítica española, que se apasione, disfrute, viendo, reivindicando, las películas españolas que subjetivamente consideren valiosas. Que no sea solo una pose posmodernista, un ejercicio de nostalgia, un ridículo patrioterismo, chauvinismo, ni un vanidoso intento de apuntarse tantos.

Remontémonos casi a los orígenes. Las primeras revistas de cine de este entrañable país, eran simples vehículos publicitarios, una colección de fotos con un pequeño texto al pie, e insulsas entrevistas a las estrellonas de turno, en las que por supuesto el cine era lo de menos, lo importante eran las anécdotas de rodaje y la vida privada de los actores, a lo mejor os recuerda a algunas actuales. Si a algún lector de estas revistas le hubieran dicho que las películas se hacían con una cámara seguramente hubiera esbozado una carcajada, o una risa nerviosa. Pero no seamos masoquistas, esta situación de cándida inocencia, de virginidad contemplativa, era, por desgracia es, generalizada, universal. De hecho el cine clásico era, es, en su mayor parte, igual de ingenuo, de pueril, que los escapistas espectadores a los que iba dirigido, ya no digamos el cine posmodernista. El cine era un mero entretenimiento, y cumplía su función a la perfección, que no es poco. Como bien dice Duras, hay espectadores que no están dispuestos a crecer, a ver una película en profundidad, descendiendo a la sintaxis, así les maten. No quieren perder la ingenuidad, la ilusión, la magia, que les desvelen, revelen, el mecanismo interno del juguete. Actitud conformista, conservadora, superficial, ignorante, que llevan a todas las facetas de su vida, de un forzado, esforzado, nube rosa pastel.

Y desde luego si no les ayudan a hacerlo, no les dan las herramientas, menos todavía. Para valorar la gramática de una película, el paso previo es saber que existe. La gran mayoría de los espectadores cuando ven una película son incapaces de apreciar el encuadre, la composición del plano, el montaje. Lo que discurre ante sus ojos es un todo continuo, una excusa para desarrollar unos personajes, una historia, un argumento, un mal necesario. Se meten tan dentro de la película que no van más allá. Cosa que no está mal, incluso es deseable, en un primer visionado. El problema es cuando no existe un segundo visionado, lo más habitual, o cuando los posteriores visionados son igual de mecánicos, de automáticos. Repito que la culpa no es de ellos, no se puede echar de menos lo que no se conoce, nadie nace aprendido. La culpa era, es, de esas revistas, de esos críticos, que se quedaban, se quedan, en la mera superficie argumental de las películas sin descender al lenguaje, al cine. Con la reseña y una estúpida valoración, puntuación, van que chutan, y el espectador, el lector, encantado, cuanto menos esfuerzo tengan que hacer mejor para todos. Si el crítico sitúa el nivel de comprensión de una película en el 1, su trabajo también es mucho más sencillo, se puede realizar con plantilla.

Luego el principal responsable de la ignorancia del espectador, del lector, la tiene el crítico, que interesadamente, rebaja el nivel, y devalúa, conscientemente, la historia del cine. Se puede dar el caso de que no dé más de sí, de que sea su nivel real, y se niegue por indolencia a elevarlo, para que no le exijan de más. La típica advertencia al trabajador novato por parte de los veteranos cuando entra en un puesto nuevo, tómatelo con calma, no hay prisa. Cuanto más afilado esté el morro, la mirada, del espectador, más compleja, más exigente, más cuestionada, criticada, será la labor del crítico, generalmente muy inseguro de sus propios conocimientos. Algo que realmente les aterra, como a los políticos, que prefieren un público, un pueblo, ignorante, desinformado, sumiso, seguidista.

Mejor rebajar el nivel, sin demasiadas resistencias, reticencias, ser condescendiente, paternalista, sentirse superior, una elite, que ayudar a crecer al espectador, a situarse al mismo nivel, incluso superior, que la del crítico, que la del creador. A ver si a lo tonto estamos alimentando al futuro monstruo que nos va a quitar el pan, cuanta menos competencia mejor. Eso de la selección natural, del continuo aprendizaje, actualización, lucha, es para los ateos. Ser crítico es una elección divina, un título, de por vida, y heredable, si te apellidas Trueba. El cine para ellos es un medio, de sustento, de supervivencia, no un fin en sí mismo. Internet les ha puesto en su sitio, un asiento más en el Fondo Norte de la cinefilia. Su capacidad de influencia está bajo mínimos, y por mucho que se aferren a sus puestos designados a dedo, cada vez peor remunerados, el momento del fin está llegando. Las revistas y periódicos en papel, el periodismo supuestamente profesional, especializado, tiene los días contados. Hay demasiado amateur, en el buen sentido, con talento, medios y tiempo libre, dispuesto a dinamitar el sistema de privilegios, de castas, de enchufismos, de amiguismos, y por la cara, sin necesidad de palmaditas en la espalda.

Fruto de todos estos años, décadas, de desinformación interesada, deliberada, hay que alimentar el negocio de las Escuelas de Cine, de los Másters, Seminarios y Talleres universitarios, habitual sobresueldo de los críticos, y de los directores frustrados, el nivel del espectador español medio, y su número, de la crítica española, tanto amateur como profesional, no ha variado apenas desde los albores del cine. Incluyo casi todas las revistas independientes que han habido, hay, y habrán, que lejos de ofrecer una alternativa al sistema, de erigirse en enseñantes, en ayudantes, se han limitado a ofrecer un limitado, sectario, surtido de nombres alternativos, generalmente de la misma cuerda y/o amigos, con un lenguaje si cabe más rebuscado, y completamente alejado del común de los mortales, que no tienen porque ser semióticos ni haber estudiado ninguna filología. Han ampliado el foco, temporalmente, la constancia, longevidad, no es una de sus virtudes, pero no han conseguido que la luz sea más intensa, ni permanente, que llegue a más gente, que se asiente. Han servido a los intereses de los directores, y no al cine, a las películas, ni a los espectadores. Han convertido la crítica en un ejercicio de narcisismo, de egocentrismo, en una estúpida, enloquecida, carrera por encontrar nuevas vetas, nuevos filones, en una mina ya casi exhausta, que se va derrumbando a cada nuevo paso, enterrando todo lo encontrado anteriormente. En lugar de afianzar, apuntalar, cada nuevo túnel, hasta conseguir el suficiente número de espectadores para que se sostengan solos sin necesidad de ayuda. Una desesperada apuesta por el todo vale, por la cantidad. Un disparar en todas las direcciones con la esperanza de concitar alguna atención, reconocimiento, o su contrario, igual de pernicioso, apostar por la forzada diferenciación, por un reducido número de directores, en lugar de apostar por un determinado número de películas, que reflejen una personal forma de ver, entender, el cine, la vida.

Es preferible enseñar una sola, y maniquea idea, meridianamente clara, como hizo Bresson con sus “Notas para el cinematógrafo”, que defender una cosa y la contraria para tratar de contentar a todo el mundo. La crítica funciona por acumulación, por indefinición, por personalización, reivindicando, mezclando, lo valioso y lo mediocre de un mismo director sin discriminar, sin seleccionar, como si fueran vulgares historiadores que se limitan a coleccionar datos, con la secreta esperanza de que sea al propio espectador, lector, el que encuentre un sentido, el hilo, las pepitas, que ellos no han sabido encontrar, reconocer.

Leyendo cualquier historia del cine español, tanto actual como antigua (las franquistas por seguir a pies juntillas la consigna del una y grande, aunque fueran muchas y pequeñas, ningún crítico de la época es fiable, ninguno, las democráticas porque fusilan, obvian, todo lo anterior, por motivos ideológicos, salvo Berlanga y Bardem, y desconocen todo el cine marginal y el realizado en el exilio), te queda la sensación de que todo es lo mismo, que las miles de películas que se han hecho en España tienen todas idéntico valor, importancia. En lugar de fomentar el amor por el cine español, ser una guía de iniciación, un estímulo, solo provocan pereza. Hasta las antologías críticas siguen criterios matemáticos, autorales, si eres un mediocre hiperactivo como Ozores o Jess Franco, tienes aseguradas varias entradas, lo excepcional no tiene cabida, espacio, cuando esa es la principal grandeza de una cinematografía, sus películas diferentes, únicas, radicales. Son mucho más valiosos, interesantes, libros como “Directores españoles malditos”, a pesar de los superficiales, prejuiciosos, indocumentados, comentarios de Augusto M. Torres, o la atinada selección que hizo Fotogramas en los 90 de películas de culto del cine español (no he parado hasta conseguir verlas casi todas, labor que me ha llevado años de rastreo, de dar el coñazo por la red, ya que para variar, eran invisibles, ya no) que me hicieron descubrir cientos de películas desconocidas, que otros como “Antología crítica del cine español”, coordinado por Julio Pérez Perucha, que es una auténtica colección de desmanes, de películas mediocres, infumables, o que listas como la de “Las 50 mejores películas españolas del siglo XX” según Rock de Lux, que al ser un refrito, fundición, de listas de varias personas, la mayoría con un conocimiento del cine español bastante reducido, estándar, convencional, se acaban cayendo las excepcionales, las más libres, quedando las mismas de siempre, las que los críticos repiten como loritos desde el franquismo sin tan siquiera haber visto, la única explicación racional que le encuentro a que figuren películas mediocres como “A tiro limpio”, “Atraco a las 3”, “Los tarantos”, “El otro barrio” o “Vacas”, de hecho me sobran 25, y me faltan 75.

El cine español es una cinematografía bastante extensa, y de las más grandes a nivel mundial en términos de valor, en el grupo de las TOP 5, y por la parte alta (Italia, Japón, Francia, EE.UU), pero cualquier selección mayor de 100 películas reduce irremediablemente la calidad del conjunto, mejor que falten, que no que sobren. Si hace unos años me llegan a decir que sería capaz de elaborar una lista de las 100 mejores películas del cine español no me lo hubiera creído, me habría costado mencionar mis 10 favoritas, gracias al milagro de los programas de intercambio, y a los generosos ripeadores, la situación se ha dado la vuelta, y realmente lo que me cuesta es introducir nuevas películas sin ser injusto con las descartadas. Porque por extraño que parezca a estas alturas del invento, de internet, todavía siguen apareciendo bastantes obras maestras ocultas, eslabones perdidos completamente silenciados, sepultados, por los críticos, y por sus compañeros de profesión. La sectaria Pilar Miró, el esquirol Trueba y el empleado de banca Garci son los más canallas, cabrones, a este respecto, despreciando, ninguneando, deliberadamente, para evitar que les quitaran parte de la tarta, merienda de negros, de las subvenciones, el cine español más arriesgado, más radical. De hecho los inútiles de Trueba, Colomo, Saura y Garci, siguen rodando todavía sus mierdas, y verdaderos genios como Picazo, Regueiro o Erice, hace años que están calentando banquillo, viendo como juegan los paquetes. Y no hablo de cine mudo precisamente, el cine español de los 60, 70 y 80, sobre todo (en realidad había puesto sobre todo junto porque soy un subnormal) el más marginal, e incluyo a los exiliados, es una continua fuente de sorpresas, de deslumbramientos.

La nueva generación de críticos, tanto amateurs como profesionales, con contadísimas excepciones, Luis E. Parés, poco han hecho por cambiar esta triste situación, primeramente porque realmente no les interesa el cine español, como mucho hacer amigos dentro del cine español, que son cosas muy distintas. Si hay que reivindicar a un amigo, o a un colega, como buenos corporativistas, arrastrados, vocacionales, lo hacen de inmediato sin que se les caigan los anillos, o tengan escrúpulos morales, profesionales, cinematográficos. Hoy por ti mañana por mí, hay que engrosar la agenda de contactos que la cosa está muy malita.

Eso sí, si ya les pides que investiguen, que se quemen las pestañas viendo películas españolas, que rastreen cielo y tierra para encontrar nuevos valores, nuevas películas, al margen de la industria y de la feria de vanidades de los festivales, ya no les apetece tanto. La contrapartida es más escasa, no hay nada de lo que fardar, no te los vas a encontrar en los saraos, en las alfombras rojas, ni en los suplementos dominicales, y encima no son extranjeros, y a lo peor hasta compañeros de generación, lo que faltaba, resaltar el talento ajeno para que por comparación, yo triste, amargado, frustrado, crítico, parezca más pequeño, insignificante. ¡No hija no!, un filipino de mi edad no deja de ser eso, un puto filipino, un extraterrestre tercermundista que ni habla español, a los españoles que los reivindiquen fuera, ¿no son tan buenos?, siempre habrá algún argentino despistado que los apoye, que los adopte. El falso prestigio, resplandor, de lo europeo, como si los españoles lo fuéramos, tira mucho, tener amigos gallegos da carta de naturaleza, es cool.

Si están muertos ya ni te digo, ¿qué sentido tiene reivindicar una obra maestra del pleistoceno si puedo inflar el globo de un mediocre que me contesta a las llamadas, me pasa los guiones, me deja acudir a los rodajes, me agrega en Facebook y twitter, y me reconoce por la calle cuando me ve? No hay color, todo lo que no sea cine español actual que se encarguen los blogueros, los foreros, que son unos aburridos, unos desaboríos. Hay que estar en el ajo, donde se cuece la posmodernidad , los canapés. El cine español pasado es para nostálgicos, para ñoños. El cine es un invento del mañana, una constante tabula rasa.

Conclusión, que como el cine español anterior no genera beneficios, ya está amortizado, pues que le vayan dando, no vaya a ser que al espectador español le dé por exigir calidad, se nos joda el negocio, y no acudan a ver la ultima mierda subvencionada. A los mediocres críticos, directores, productores, actuales, no hay ningún Guarner, Ángel Fernández-Santos, Val del Omar, Buñuel, Matas ni Querejeta en el horizonte, les interesa que la basura del cine español actual, se compare con la basura del cine americano actual, y no con el grandioso, genial, cine español anterior. Que el incauto espectador pagano español, vaya al cine a ciegas, sin memoria cinéfila. No vaya a suceder que la gente se aficione de verdad al cine de calidad, y empiece a soltar que es el cine español actual el que es una mierda, con contadísimas excepciones, y no el cine español en general.

¡Qué viva el cine español, coño!, el bueno, al resto, ya sea actual o clásico, que le vayan dando. El cine español no es una denominación de origen, es una summa informe, ecléctica, de películas excepcionales, valiosas, sublimes, que le dan cuerpo, prestancia, grandeza, especificidad.

Ese texto es para enmarcarlo :121 :121 Y menta a Bresson, podría ser mio sin problemas :lol:

Nea, enlace del blog, plis.
 
Rarito rebuznó:
cinelacion

A boutade por parrafo.

Hoygan, pues me tiene fascinado el pavo: lo mismo alaba a Pelechian (Kyanq) que El último Gran Héroe o Antonioni, cagándose en Godard y muchos más.

Y admira a Bresson (se ha marcado un PDF de 240 páginas ACOJONANTE) y a Fassbinder, por lo que no ha de ser mal tío pese a su condición de pucelano.

Ya le he mandado un mail, claro :lol:
 
Si veis tiburon del reves la pelicula va sobre un tiburon que vomita tanta gente que tienen que abrir una playa para que entren todos.
 
Morzhilla rebuznó:
Si veis tiburon del reves la pelicula va sobre un tiburon que vomita tanta gente que tienen que abrir una playa para que entren todos.

:lol:

Pero no omitas el origen del tiburón: nace de una explosión en medio del mar, y luego gumita un bidónc. Ya después se hace fuerte y vomita muchas cosas más. El Jefe Braidy conduce para atrás, y el chico que juega a la recreativa ve como su puntuación decrece a cada cosa que hace.
 
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