Victor I
Freak
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Imagino que este es uno más de los diferentes hilos que sobre la existencia, la vida y el sentido de todo esta hay circulando por el Foro. Me gustaría plantearlo de la siguiente manera y partiendo de la siguiente pregunta ¿Tener conciencia de nuestra propia existencia nos ha proporcionado alguna ventaja? Personalmente creo, que lejos de beneficiarnos, no es más que un lastre que acabará por llevar a nuestro cerebro, es decir a nosotros mismos, a una situación de colapso terminal.
Somos la única especie, tal vez de alguna forma mucho más primitiva los chimpances y los delfines también, que nos hemos descubierto a nosotros mismos. Nuestro cerebro se ha reconocido, sabe que es él el encargado de todo esto. Ha evolucionado hasta el desarrollo de un cortex, un sistema límbico, un hipocampo..que le ha permitido preguntarse por la existencia, por el sentido de su propia vida.
Un cerebro tan desarrollado no sólo nos permitió alcanzar la excelencia tecnológica, sino hacernos preguntas y sufrir angustia existencial. En ese momento la idea de Dios, de la inmortalidad, lo resolvía todo. Te mueres y vas al cielo. Se acabaron los problemas. Esta ha sido una respuesta válida durante siglos...pero, amigos, la ciencia evoluciona, la ciencia descubre cosas, la idea de Dios, ya no es un totem indestructible, el pensamiento ya no es un ente incorpóreo, sino producto de un órgano y sus sinapsis; el amor ya no es patrimonio del alma, sino torrentes de oxitocina, dopamina, endorfinas actuando con precisión....en definitiva, lo creíamos divino, tiene un origen físico constatable.
Llegados a este punto, a este nivel de conocimiento y desconcierto, este cerebro tan desarrollado se colapsa, se deprime y la enfermedad mental actúa con saña. El cerebro muere fruto de su propio éxito.
Somos la única especie, tal vez de alguna forma mucho más primitiva los chimpances y los delfines también, que nos hemos descubierto a nosotros mismos. Nuestro cerebro se ha reconocido, sabe que es él el encargado de todo esto. Ha evolucionado hasta el desarrollo de un cortex, un sistema límbico, un hipocampo..que le ha permitido preguntarse por la existencia, por el sentido de su propia vida.
Un cerebro tan desarrollado no sólo nos permitió alcanzar la excelencia tecnológica, sino hacernos preguntas y sufrir angustia existencial. En ese momento la idea de Dios, de la inmortalidad, lo resolvía todo. Te mueres y vas al cielo. Se acabaron los problemas. Esta ha sido una respuesta válida durante siglos...pero, amigos, la ciencia evoluciona, la ciencia descubre cosas, la idea de Dios, ya no es un totem indestructible, el pensamiento ya no es un ente incorpóreo, sino producto de un órgano y sus sinapsis; el amor ya no es patrimonio del alma, sino torrentes de oxitocina, dopamina, endorfinas actuando con precisión....en definitiva, lo creíamos divino, tiene un origen físico constatable.
Llegados a este punto, a este nivel de conocimiento y desconcierto, este cerebro tan desarrollado se colapsa, se deprime y la enfermedad mental actúa con saña. El cerebro muere fruto de su propio éxito.