Hay una cosa que me hace gracia de Compromís, o que más bien es muy preocupante.
Tienen una obsesión con todo lo español que a los de la meseta los llaman garbanceros y tal. Todo lo que conlleve una mínima ventaja del castellano supone un anatema y una evidente agresión al valenciano. Pero es que dentro de ese nacionalismo está el pancatalanista, que supone quitarse a un opresor de encima para poner otro, gente que reniega incluso de lo que dice defender, como es el lenguaje y la forma de hablarlo en la tierra que has nacido y pretendes imponer unas expresiones, un acento y una normativa que en lo que es a distancia física te pilla tan lejos como Madrid. Y luego tienes a la tercera vía, los valencianistas de Compromís, que no tienen esos complejos a priori pero que odian al valencianista de derechas porque lo considera vendido a España, al castellanismo más primitivo y demás. Y todos estos, con semejantes traumas de identidad, van juntos a las elecciones con comunistas a los que el tema de la identidad se la sopla y hablan en valenciano sólo para que no los tachen de fachas.
Esto es un tema que lo he comentado con Vicent Baydal, Toni Sabater o Felip Bens, el primero un prestigioso historiador, los tres valencianistas y de Compromís, alejados del pancatalanismo. Felip viene de algo tan tan raro como era el blaverismo de izquierdas, ENV. (Por cierto, Felip, con Emilio Nadal es quizás (o sin quizás) la persona que más sabe de la historia del Levante UD y tiene varios libros escritos, sobre eso y sobre otras cosas). De hecho los tres son escritores y los tres tienen una editorial y tienen cierto peso intelectual en esa izquierda.
Ellos son de la opinión de que hace falta una partido nacionalista de derechas, algo como el PNV, porque hay una parte importante de la población más derechosa y es verdad que en los pueblos del sur de la provincia se abrazaron al Bloc (anterior Unitat del Poble Valencià) incluso los ricachones de los pueblos porque era la formación que les hablaba en valenciano y decía defender sus derechos frente a Madrid y tal, y veían a Unió Valenciana a un partido regionalista sin más pretensiones de que no se rebajaran las migajas que entonces se recibían. Pero claro, dentro del bloc hay gente con un complejo muy grande que abrazó todo el tema de països catalans y tal con tal de alejarse lo más posible de cualquier posición mínimamente conservadora e imponían la bandera catalana y tal y jamás sacaban el 5% necesario para tener representación.
El caso, y a lo que iba tras esta larguísima introducción, es que Compromís sólo tiene un futuro adoptando una posición realmente valencianista, quitándose el complejo de que puedan llamarlos
blaveros y abandonando a los elementos catalanistas, los del
pas gaire y esas expresiones que no se han oído nunca por debajo del Sénia. Y lo otro que siempre les digo es que su trabajo o ilusión por el uso del valenciano debe llevar implícita y explícitamente un abandono de un posicionamiento político con ello; es decir, mientras vayan repartiendo carnets de valencianía los mismos, los que te juzgan si eres castellanohablante o no votas a Compromís, mal vamos en la recuperación del habla en la sociedad, porque politizándola has generado un rechazo absoluto a ella. Y hay una cosa que nos facilitó el uso a los que nacimos en hogares castellanohablantes y fue la tele y la radio en valenciano. Mientras
A punt sea la tele con la que se hacen pajas cuatro de Compromís seguirá teniendo cuotas irrisorias y no cumplirá con la tarea que sí hizo durante algunos años Canal 9.
Luego está el tema de que el nacionalismo en la Comunitat
es más que marginal. El único partido que fue de cara y se presentó abiertamente como indepe (aunque para buscarse otro opresor) fue ERPV (la facción valenciana de ERC) y pese a la pasta que se dejaron y el espacio que tuvieron en los medios no llegó ni al 0,2% de los votos.
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