Clark Gable
Master of pucheritos
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- 2 Nov 2005
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Ayer hice limpieza en mi cuarto de verano. Tiré los papeles, diskettes, viejos cedés, juguetitos, baratijas, revistas estúpidas que tenía almacenadas desde los quince años. Los deposité en el descansillo y ahí están para tirarlos, cuando deje de llover. En los folios y apuntes me detuve por unos instantes. Recuerdo aquellos primeros años de una carrera ya olvidada, en los que terminaba de salir con una chica de la que recuerdo vagamente su rostro. Fue mi primer amor, mi primer beso, la primera mujer que me rompió el corazón y me dejó sumido en la tristeza durante un año de mi vida, la primera que, cada vez que me encontraba con ella en alguna parte, me provocaba un dolor intenso en la boca del estómago, un escalofrío, un escozor sutil en los ojos.
Entre las páginas del libro de Álgebra encontré un relato que ella me escribió. En el instituto se hacía anualmente un certamen literario para la revista. Le dediqué veladamente mi historia, con guiños y complicidades que sólo nosotros, en nuestro inocente amor de abrazos en la hierba y caricias en los servicios, podíamos descifrar. Ella, unos meses antes de dejarme por un pobre diablo, me dedicó otro relato, su punto de vista en lo que yo escribí. Como iba diciendo, lo encontré ayer, arrugado y ligeramente emborronado en algunas partes. Sonreí y lo dejé con cariño en el armario, junto con todos los libros que ya nunca leo.
Ahora puedo decir: he ganado. ¿Y vosotros?
Entre las páginas del libro de Álgebra encontré un relato que ella me escribió. En el instituto se hacía anualmente un certamen literario para la revista. Le dediqué veladamente mi historia, con guiños y complicidades que sólo nosotros, en nuestro inocente amor de abrazos en la hierba y caricias en los servicios, podíamos descifrar. Ella, unos meses antes de dejarme por un pobre diablo, me dedicó otro relato, su punto de vista en lo que yo escribí. Como iba diciendo, lo encontré ayer, arrugado y ligeramente emborronado en algunas partes. Sonreí y lo dejé con cariño en el armario, junto con todos los libros que ya nunca leo.
Ahora puedo decir: he ganado. ¿Y vosotros?