Victor I
Freak
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- 24 Ene 2006
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Caminaba el otro día bajo el último cielo del verano, acumulando calor y esperanzas para el otoño que se nos viene encima, cuando me di cuenta de que desde los parabrisas de los coches aparcados una sonrisa descarada y plena de autoconfianza me dedicaba su níveo y refulgente esmalte. Era Fonsi Nieto, marcando biceps y mechas en un máquina de contractores. No sólo dominaba las máquinas de carreras, sino que la de los gimnasios, a la vista de su arrebatadora presencia, tampoco podían resistirse a su imperio. Que poderío, que manera de pasar avasallador sobre toneladas de hierro fundido, que envidia sentiría Morzilla, nuestro querido muscleman, contemplando la perfecta anatomía del ex-novio de la Pataki.
Traté de ignorar semejante de reclamo, pero el marketing es un arma invencible, que aliado con los infatigables comerciales panchitos buzoneadores y repartefolletos, desarma las resistencias más inveteradas. Toda la calle estaba empapelada con una llamada a filas. El motorista mojabragas, afortunado taladrador de los coños más sobresalientes de este país, no bajaba la mirada y ni cedía en sus pretensiones. Nos exigía, pues no ignora su encanto y sabe que una sugerencia suya es una orden categórica e infranqueable, apuntarnos a un gimnasio con una arraigada ascendencia entre el pijerío madrileño.
Son muchos los famosos, igual de casposos o más que el sobrino de Angel Nieto, los que han cedido su imagen y tal vez también su ano, a la causa del capitalismo. Famosos que más que dar prestigio, nos alertan de la ruina y la desesperación de la empresa que solicita su presunto magnetismo para salvarse de un apocalipsis comercial. Desde Paz Padilla a Tamara Seisdedos, en este bendito país se ha visto todo tipo de mermados tratando de excitar la hormona de nuestro consumismo. Seguro que recordáis, sin comprender como, más de un caso en el que el señuelo elegido más que prestigiar la marca, terminaba por certificar su decadencia final.
Traté de ignorar semejante de reclamo, pero el marketing es un arma invencible, que aliado con los infatigables comerciales panchitos buzoneadores y repartefolletos, desarma las resistencias más inveteradas. Toda la calle estaba empapelada con una llamada a filas. El motorista mojabragas, afortunado taladrador de los coños más sobresalientes de este país, no bajaba la mirada y ni cedía en sus pretensiones. Nos exigía, pues no ignora su encanto y sabe que una sugerencia suya es una orden categórica e infranqueable, apuntarnos a un gimnasio con una arraigada ascendencia entre el pijerío madrileño.
Son muchos los famosos, igual de casposos o más que el sobrino de Angel Nieto, los que han cedido su imagen y tal vez también su ano, a la causa del capitalismo. Famosos que más que dar prestigio, nos alertan de la ruina y la desesperación de la empresa que solicita su presunto magnetismo para salvarse de un apocalipsis comercial. Desde Paz Padilla a Tamara Seisdedos, en este bendito país se ha visto todo tipo de mermados tratando de excitar la hormona de nuestro consumismo. Seguro que recordáis, sin comprender como, más de un caso en el que el señuelo elegido más que prestigiar la marca, terminaba por certificar su decadencia final.