Excelente historia, Werther, pero el mundo tiene un ritmo y el ser humano otro. Como individuos nos quedamos paralizados ante la tragedia, una tragedia densa, granítica, insuperable, pero el mundo sigue fluyendo a pesar de todo y de todos. Para el mundo es más importante la eficacia de los horarios de los autobuses urbanos de Salamanca que un anciano agonizando devorado por el cáncer o un tetrapléjico arrinconado en una habitación. Si, lo se, son solo 5 minutos, 5 minutos que no son nada ante un hombre que se consume irremediablemente o la leucemia de un niño ante la que nada se puede hacer, pero el mundo necesita que ese autobus llegue a su hora y que el Madrid gane la Copa de Europa, todo lo demas es superficial para la existenica.
Un mundo lleno de seres transcendentales y conscientes, celebrando cada hecho glorioso de su vida( poder ver, poder andar, tener un techo bajo el que dormir,..) es un mundo que conduce al caos, a la desidia, al pánico. Debemos centrarnos en lo relativo, perder horas de sueño por coños imposibles, por amores frustrados, por telefonos móviles que nunca tendremos. La vida se construye de futilidad y bagatelas, somos una cacharrería andante, ensimismados y dichosos por nuestras zapatillas nuevas o por el chupito al que nos invitó la camarera de las tetas gordas.
La vida me ha dado ostias como castillos, he mordido el suelo de rabia y desesperación, me he ovillado clavado en el suelo hasta desaparecer. Se lo que es estar al borde del abismo, se lo que es acelerar un coche buscando un muro. Lo único importante era sobrevivir, resistir un instante más esperando el milagro. El milagro llegó, y desde entonces todo es mucho más divertido y menos importante.