Apofis
No-calvo de mierda
- Registro
- 1 Abr 2013
- Mensajes
- 14.700
- Reacciones
- 13.595
A colación de un hilo del rapiñas me ha venido a la mente la primera vez que conocí a unos "suegros".
Fue con mi primera novia, claro, yo 16 y ella 15. Fueron esos suegros que os he comentado alguna vez que el padre era un armario empotrado que le chupaba el dedo gordo a la hija y la madre pues era así medio tonta del culo, tenía unas tetas como dos sandías y de joven había sido tremendo pivonazo.
El caso que la zorrita de 15 años me insistía mucho en eso y yo, aunque no me apetecía absolutamente nada, accedí.
Lo que en principio parecía iba a ser una cosa así medio informal se fue convirtiendo en el transcurso de la semana en algo que empezó a quitarme el sueño. De primeras se me indicó la ropa que debía ponerme y al ver que toda mi ropa era de niño pequeño, me compró ropa de niño pera. Se me indicó lo que debía y no debía hablar en caso de que surgiese según qué temas. En política, al parecer, eran franquistas así que no debía entrar en ese terreno pantanoso.
Yo ya estaba bastante convencido que esa reunión iba a ser un fracaso y suerte tendría si salía con vida de aquella casa pero un acontecimiento vino a desengrasar el tema: el padre no asistiría porque lo consideraba "una gilipollez". Peso de encima quitao.
Lo que iba a ser una cena se transformó en una simple auditoría rápida de mi físico y personalidad por parte de la madre y ni cena ni hostias, sería un pispás.
Pues nada, aún así el día en cuestión yo estaba bastante nervioso, llegué con mucho tiempo de antelación y al ir acercándose la hora cada vez estaba más y más nervioso y pensé en irme, pero nada, pulsé el timbre y allí que me abrió la zorrita y la primera cagada fue ir a besarla, que al parecer no debía, y me hizo tal cobra que me quitó la poquísima confianza que traía de casa.
La madre está en el salón y viene a recibirme. Me dice "me dijo la zorrita que ibas a traer algo!" Y yo miro desconcertado a mi alrededor y balbuceo un "pues...no" que suena MUY borde y queriendo remediar y al ir a decir "no me ha dado tiempo" me sale un gallazo tremendo y era muy raro porque a mi nunca me salieron gallos en mi pubertad. Voy a tragar y tampoco trago bien así que hago como un sonido de sorber babas, como los que hacen los que ya van a palmar, y me quedo ahí en el recibidor pensando si la madre, que me mira intensamente y con la boca a medio abrir en una expresión como de risa congelada, estará esperando que haga más prodigios.
"Ya has soltado un gallo y te has sorbido tus babas, qué más sabes hacer, jovencito?" Eso es lo que pienso que va a decir la madre.
Pero no. La zorrita no pone nada de su parte y veo con el rabillo del ojo que el hermano está echándose las manos a la cara en el salón, como diciendo "menudo gilipollón nos has traído". Es el gesto que hacen los jugadores de fútbol cuando fallan una ocasión clarísima, para que os hagáis una idea.
Me pregunta por el curso, que acababa de empezar, y precisamente por eso tengo poco que decir. No aguanto la mirada ni medio segundo y me tiembla la voz, que suena muy aflautada pese a que de normal tengo una voz desde siempre bastante fuerte e incluso ronca.
La madre se va a no se qué y la zorrita me mira y me dice que qué coño hago, lo dice con cara de cabreo y yo ya solo pienso en que ojalá me de una embolia o que se mueran todos de repente. La madre desde un paradero desconocido me dice si me voy a quedar a cenar y yo me adelanto a la zorrita y grito, como si fuera una respuesta importantísima: NO LO SÉ!!!!
La zorrita ve que la situación empieza a ser inquietantemente ridícula y dice que no, que me tengo que ir, pero la madre viene y dice que cómo me voy a ir si acabo de llegar, que me quede a cenar. La zorrita pone objeciones pero traga (lo otro no me lo tragaba, que os veo venir).
Me pone para cenar algo que en mi puta vida había comido: sepia. Muchísima sepia. Mi plato parece los restos de la corrida coagulada de un camello. El hermano, la madre y la zorrita comen como si tal cosa y yo miro y remiro el plato y al final le doy un tiento y no me gusta nada. La madre me pregunta si es que no me gusta y digo "al contrario, me encanta el...esto" y se ríe y dice que cómo me va a gustar tanto algo que no sé cómo se llama. Digo "ya" y al decir ese "ya" me sale otro gallo.
Voy aprovechando cuando están distraídos para ir metiendo en una servilleta los trozos que me meto a la boca de esa puta mierda. Al final, mi plato está vacío aunque con tres servilletas sospechosamente abultadas.
Cuando la madre va a tirar lo que hay en los platos a la basura, mis servilletas se descuajaringan y sale a la luz su interior y la madre me mira pero no dice nada aunque hace un gesto con las cejas, las arquea como diciendo "joder, qué suerte hemos tenido. En fin, al menos no es negro"
Nos vamos al salón y se ponen a ver marujeo y como me ven aburrido me instan a ir a la habitación del hermano. Entro (sin llamar) y digo: me han dicho que venga aquí y el hermano dice que para qué y yo que no lo sé y el hermano grita que para qué me han mandado a su habitación y la madre dice no sabe, que me enseñe su cuarto. Hace un gesto como de girar alrededor suyo y yo me quedo mirando la estela de la mano y dice en un tono que no sé si es broma o en serio "pues esta es mi habitación" y yo digo "vaaaaaaya, impresionante" y lo digo de tal manera ridícula que parece que viviese en una cueva y no hubiese visto cuatro paredes nunca. Me dice "puedes sentarte en la cama" y me siento y me quedo ahí mirando al suelo.
En un momento dado me dice que se va a dormir y yo me voy y al llegar al salón la zorrita y la madre también están dormidas así que abro la puerta no sin dificultad porque no sabía cómo se abría y me fui con una impotencia y unas ganas de llorar tremendas
Fue con mi primera novia, claro, yo 16 y ella 15. Fueron esos suegros que os he comentado alguna vez que el padre era un armario empotrado que le chupaba el dedo gordo a la hija y la madre pues era así medio tonta del culo, tenía unas tetas como dos sandías y de joven había sido tremendo pivonazo.
El caso que la zorrita de 15 años me insistía mucho en eso y yo, aunque no me apetecía absolutamente nada, accedí.
Lo que en principio parecía iba a ser una cosa así medio informal se fue convirtiendo en el transcurso de la semana en algo que empezó a quitarme el sueño. De primeras se me indicó la ropa que debía ponerme y al ver que toda mi ropa era de niño pequeño, me compró ropa de niño pera. Se me indicó lo que debía y no debía hablar en caso de que surgiese según qué temas. En política, al parecer, eran franquistas así que no debía entrar en ese terreno pantanoso.
Yo ya estaba bastante convencido que esa reunión iba a ser un fracaso y suerte tendría si salía con vida de aquella casa pero un acontecimiento vino a desengrasar el tema: el padre no asistiría porque lo consideraba "una gilipollez". Peso de encima quitao.
Lo que iba a ser una cena se transformó en una simple auditoría rápida de mi físico y personalidad por parte de la madre y ni cena ni hostias, sería un pispás.
Pues nada, aún así el día en cuestión yo estaba bastante nervioso, llegué con mucho tiempo de antelación y al ir acercándose la hora cada vez estaba más y más nervioso y pensé en irme, pero nada, pulsé el timbre y allí que me abrió la zorrita y la primera cagada fue ir a besarla, que al parecer no debía, y me hizo tal cobra que me quitó la poquísima confianza que traía de casa.
La madre está en el salón y viene a recibirme. Me dice "me dijo la zorrita que ibas a traer algo!" Y yo miro desconcertado a mi alrededor y balbuceo un "pues...no" que suena MUY borde y queriendo remediar y al ir a decir "no me ha dado tiempo" me sale un gallazo tremendo y era muy raro porque a mi nunca me salieron gallos en mi pubertad. Voy a tragar y tampoco trago bien así que hago como un sonido de sorber babas, como los que hacen los que ya van a palmar, y me quedo ahí en el recibidor pensando si la madre, que me mira intensamente y con la boca a medio abrir en una expresión como de risa congelada, estará esperando que haga más prodigios.
"Ya has soltado un gallo y te has sorbido tus babas, qué más sabes hacer, jovencito?" Eso es lo que pienso que va a decir la madre.
Pero no. La zorrita no pone nada de su parte y veo con el rabillo del ojo que el hermano está echándose las manos a la cara en el salón, como diciendo "menudo gilipollón nos has traído". Es el gesto que hacen los jugadores de fútbol cuando fallan una ocasión clarísima, para que os hagáis una idea.
Me pregunta por el curso, que acababa de empezar, y precisamente por eso tengo poco que decir. No aguanto la mirada ni medio segundo y me tiembla la voz, que suena muy aflautada pese a que de normal tengo una voz desde siempre bastante fuerte e incluso ronca.
La madre se va a no se qué y la zorrita me mira y me dice que qué coño hago, lo dice con cara de cabreo y yo ya solo pienso en que ojalá me de una embolia o que se mueran todos de repente. La madre desde un paradero desconocido me dice si me voy a quedar a cenar y yo me adelanto a la zorrita y grito, como si fuera una respuesta importantísima: NO LO SÉ!!!!
La zorrita ve que la situación empieza a ser inquietantemente ridícula y dice que no, que me tengo que ir, pero la madre viene y dice que cómo me voy a ir si acabo de llegar, que me quede a cenar. La zorrita pone objeciones pero traga (lo otro no me lo tragaba, que os veo venir).
Me pone para cenar algo que en mi puta vida había comido: sepia. Muchísima sepia. Mi plato parece los restos de la corrida coagulada de un camello. El hermano, la madre y la zorrita comen como si tal cosa y yo miro y remiro el plato y al final le doy un tiento y no me gusta nada. La madre me pregunta si es que no me gusta y digo "al contrario, me encanta el...esto" y se ríe y dice que cómo me va a gustar tanto algo que no sé cómo se llama. Digo "ya" y al decir ese "ya" me sale otro gallo.
Voy aprovechando cuando están distraídos para ir metiendo en una servilleta los trozos que me meto a la boca de esa puta mierda. Al final, mi plato está vacío aunque con tres servilletas sospechosamente abultadas.
Cuando la madre va a tirar lo que hay en los platos a la basura, mis servilletas se descuajaringan y sale a la luz su interior y la madre me mira pero no dice nada aunque hace un gesto con las cejas, las arquea como diciendo "joder, qué suerte hemos tenido. En fin, al menos no es negro"
Nos vamos al salón y se ponen a ver marujeo y como me ven aburrido me instan a ir a la habitación del hermano. Entro (sin llamar) y digo: me han dicho que venga aquí y el hermano dice que para qué y yo que no lo sé y el hermano grita que para qué me han mandado a su habitación y la madre dice no sabe, que me enseñe su cuarto. Hace un gesto como de girar alrededor suyo y yo me quedo mirando la estela de la mano y dice en un tono que no sé si es broma o en serio "pues esta es mi habitación" y yo digo "vaaaaaaya, impresionante" y lo digo de tal manera ridícula que parece que viviese en una cueva y no hubiese visto cuatro paredes nunca. Me dice "puedes sentarte en la cama" y me siento y me quedo ahí mirando al suelo.
En un momento dado me dice que se va a dormir y yo me voy y al llegar al salón la zorrita y la madre también están dormidas así que abro la puerta no sin dificultad porque no sabía cómo se abría y me fui con una impotencia y unas ganas de llorar tremendas
Última edición: