Sí, tengo noticia del trabajo de Foucault al respecto y he leído algo de Thomas Szasz y su mito de la enfermedad mental. Sus argumentos son poderosos pero, sinceramente, yo necesito mi medicación para poder ser funcional y necesito el apoyo médico y terapéutico que tienen a bien darme. No estoy de acuerdo con esa pasividad que refieres, al menos en mi caso no me incitan a ella, sino que me ayudan a llevar una vida autónoma y a ser capaz de decidir qué es lo que verdaderamente quiero hacer. Los síntomas están siempre ahí y hay que luchar contra ellos o al menos saber cómo actúan, de ese modo puede uno sobreponerse a ellos si es que eso es lo que se quiere.
El circuito del que hablas es un hecho que está ahí, y algunas personas se sienten oprimidas por él, ya que son sometidos a esos cuidados de forma involuntaria. También estoy de acuerdo con la apreciación de que se está condicionando a mucha gente para que piensen que lo que les pasa es motivado por una enfermedad cuando no es así. Uno va al médico porque tiene problemas de estómago, dolores de cabeza y crisis de ansiedad y le recetan pastillas cuando quizás lo que es necesario es replantear el estilo de vida que provoca ese malestar intenso que a su vez se muestra a través de esos síntomas.
Yo creo que en mi caso hay una mezcla de todo eso. Llevo casi 20 años en tratamiento, mi primera crisis fue a los 18 y desde entonces no he levantado cabeza. No voy a negar que muchas veces me refugio en el rol de enfermo para evitar encarar mis miedos y mi impotencia ante ellos de una manera dolorosa pero constructiva. Siento confusión e impotencia ante ello y es fácil decir que uno está malo. Yo soy el primero que se da cuenta de eso. Muchas veces he pensado que no necesito pastillas y que realmente no me pasa nada, pero al mismo tiempo sé que si no tomara mis siete pastillas diarias no llegaría muy lejos. Si consiguiera superar el síndrome de abstinencia que seguramente me afectaría, probablemente lo que haría sería dejar mi trabajo y destruir mi vida en general. No sé lo que ocurriría después. Te aseguro que es algo a lo que tenerle miedo, saber que uno no debería estar donde está, sentirse un impostor y odiarse a uno mismo por ello. No obstante es algo en lo que no dejo de pensar, quizás la felicidad se esconde detrás de todo lo que ahora tengo. Quizás debería hacerme cartujo, o algo así. Quién sabe. La cuestión es que cada día me tomo mi tratamiento y sigo adelante, aunque de vez en cuando me vuelva loco. No puedo decirte otra cosa.