Vamos a ver, Cimmerio. Si en tres días te relacionas con canis, yonkis, negros y mendigos igual la culpa no es toda toda toda toda de Madrid, ¿eh?
Claro que no. La culpa es mía por tratar de buscarme los garbanzos donde nadie me ha llamado, y eso fue en la provincia de Madrid. Y cuando tenía tiempo, iba a disfrutar de las bondades de la capital.
Pero no disfruté demasiado. Hasta un inocente paseo a plena luz del día para ir a Tokio ya, una tienda de productos japoneses, supuso pasar por una plaza de mierda y tener que aguantar a 5 mendigos pedigüeños. O ir de vez en cuando de visita a casa de un colega en Lucero, salir de la boca del metro de Puerta del Ángel y ser abordado por yonkis. Estar montado en el coche de de mis amiguitos cerca del Retiro, y tener que contemplar el lamentable espectáculo de un yonki que no se tenía ni vertical, con las barbas largas y hecho una mierda de sucio que iba el hijo de puta. Montar en el puto metro y ver a dos yonkis sentados en el suelo del vagón apoyados contra la pared, sin camiseta, sudados y oliendo a cuerno quemado. Tenían pinta de no tener ningún contacto con la sociedad.
Que no sé. A lo mejor en aquella época tenía percepción selectiva y solo veía lo que quería ver, o a lo mejor de aquella tenía una pinta de pardillo impresionante, porque era un imán para los subnormales.
El caso es que insisto en que mis experiencias por Madrid pasan por que me diesen bastante la chapa, cosa que no me ha pasado ni en Londres, ni en Buenos Aires, ni en Tokio ni en Berlín.
En un momento dado te pueden pedir una moneda, un cigarro o preguntarte cualquier cosa en el semáforo. Vale. Pero salir todos los putos días a la calle y todos los días cinco plátanos seguidos, pues me hace pensar que o me lo estoy inventando todo, o son imaginaciones mías, o estadísticamente soy único.
Por no hablar de gente que insulta nada más salir del portal simplemente con verte la pinta, gritarte desde el otro lado de la calle insultos a la puerta de una discoteca (Cosa que no me ha pasado nunca ningún sitio que me insulten simplemente por estar a la puerta de una discoteca.)
Mi percepción de Madrid básicamente es una mezcla de Aída, Menudo es mi padre, La colmena y Mad Max.
E insisto. Estoy hablando desde un punto de vista subjetivo, personal, intransferible, sincero y por desgracia, ofensivo. Y no es mi intención ofender, pero es que no me ha salido nunca bien la jugada por allí.