Peor estaba el puto gordo subnormal de Sancho Panza.
Cuando estuve en el ejército cayó en mi pelotón el tío más borderline que he conocido en mi vida, un mostrenco de 1'90, 26 años de edad e ingeniero mecánico. Para los que no os hagáis a la idea de lo excepcional que es eso en un sitio lleno de panchitos donde la media de altura no pasa de 1'65, no es raro ver caras atacadas por el acné juvenil y aún hay casos frecuentes de gente que no sabe leer, os diré que ese hamijo completaba el 50% de sus conversaciones diarias con diálogos sacados de Rocky, Rambo, Mentiras Arriesgadas y otras películas de los 80, que se sabía de memoria, la única diferencia es que en esas ocasiones empleaba un tono de voz un 50% más alto de lo normal.
Ese tío era excepcionalmente inteligente, pero sus excentricidades frecuentes le granjearon fama de alienado y subnormal. Nunca llegaron a comprenderlo del todo; ellos disfrutaban sintiéndose más cuerdos que un lisensiado, y él se lo pasaba en grande ante las muestras de desprecio de gente a la que consideraba demasiado cateta. Recuerdo una vez que estábamos en grupo de carrera por el monte, él fue adelantando a gente hasta ponerse disimuladamente primero. Al cabo de un rato ni Cristo sabía dónde cojones estábamos, así que el sargento dijo, "¿dónde coño estamos?", y se fue formando una cadena consistente en "no sé, yo seguía a este", señalando al que iba inmediatamente delante. Así hasta que la cadena de responsabilidades llegó hasta el colega, y a la pregunta respondió: "y yo qué sé!". Y mientras el sargento se quedaba con cara de gilipollas pensando una respuesta, el tío se acercó hacia él y le gritó "QUIÉN ESTÁ MÁS LOCO, EL LOCO O EL QUE SIGUE AL LOCO???" Un buen paquete le cayó.