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Texto y fotos
ARCADI ESPADA
Haciendo un aparte momentáneo en su tarea, el asesino Cho, de la Universidad Politécnica de Virginia, envió un paquete a la televisión más próxima. Texto y fotos. Un fragmento de su escrito decía: «Tuvisteis cien mil millones de oportunidades y formas para evitar lo de hoy. Pero decidisteis esparcir mi sangre. Me arrinconasteis y me disteis sólo una opción. La decisión fue vuestra. Ahora tenéis sangre en vuestras manos que nunca se borrará». Aunque no se explicite, la segunda persona del plural que invoca está clara. Vosotros, todos, el Ambiente. Las razones del asesino son, con el añadido de una gota de comprensible pasión, las mismas que el Ambiente identifica como causa fundamental de la matanza: las condiciones de vida.
El foco no se ha proyectado ahora sobre la pobreza, sino sobre la venta de armas en América. Aunque esta vez la hipótesis del ambiente se ha topado con un hueso en forma de hombre: el que le vendió las pistolas a Cho. En una sugerente demostración de templanza y olfato comercial el hueso ha dicho que, en efecto, el problema son las armas. Que hay pocas armas, concretamente. Y ha profetizado que de estar autorizadas en los campus el asesino Cho habría matado a menos gente, porque alguien lo habría liquidado rápido. Sin duda es el tipo de réplica, impecablemente ambientalista, que merecen los que ante los suicidios por impacto proponen la supresión de los pisos altos.
El asesino Cho, ya digo, incluyó en su paquete a la televisión el impreso justificativo y una serie de fotos con poses más o menos estudiadas. Se trata de una singular variante de la carta al juez. Como no podía ser de otro modo el juez es el medio. El proceder del asesino es muy interesante, y revela una fina observación de las exigencias mediáticas. En el texto está la respuesta al porqué, el famoso y estúpido why de la pirámide periodística. El asesino Cho da una respuesta netamente ambientalista, como el periodismo gusta, y con amplio margen para la especulación imaginativa del pueblo. Por ejemplo: «¿Esos vosotros seremos nosotros?». El escrito, además, evita andanzas molestas a los muchachos, como es la obligación de un buen gabinete de prensa. ¿A qué ir a preguntarles a los vecinos si era una persona normal, si él ya se lo llama, normalísimo?
En cuanto a las fotos, son justo las que el periodismo buscaba. ¿Cómo no va a darlas en portada? El asesino Cho sabía lo que hacía. Todo su paquetito póstumo está basado en lo que el periodismo hace con hechos de su especie. Una imitación perfecta. Lo que suavemente lleva a la sospecha de si Cho mató para filmarse, y a la necesidad, lógica y ambientalmente derivada, de proceder de inmediato a la ilegalización del periodismo.
(Coda: «La tendencia más importante y menospreciada en la historia de nuestra especie es el declive de la violencia». Steven Pinker,
https://www.edge.org)