Venga, vamos con lo del finde que he sacado un hueco para sentarme a escribir hoy, que ha salido a hacer recados.
Se vino el viernes a mí casa con maleton, porque se va a quedar quince días aproximadamente hasta que termine la baja.
Entró como un huracán en mi casa. Estaba jovial y alegre, como de costumbre, pero llevaba una energía encima que me hizo presagiar lo mejor. Me iba a dar caña.
Llevaba un vestido naranja vaporoso sin sujetador debajo, por lo que se insinuaban todos los berzotes. Botaban a cada paso por el rellano. Me saluda con una lamentada en la mejilla y un beso que empieza siendo de abuela, en la mejilla, y termina invadiendome la boca con la lengua. De beso de yaya a beso de perro. Me deja todo el pintalabios corrido de la oreja a los labios. Aún no había cerrado la puerta y mi pito ya luchaba por asomar, rozando la barriga de la vieja.
"Chico, quita, que me mojas el vestido" dice entre risas escandalosas. Y avanza por el pasillo a dejar las cosas en mi cuarto. Cuando la veo darme la espalda y avanzar, le veo el culo bamboleando y las lolas que le sobresalen por los costados.
Dejó las cosas en mi cuarto, una maleta en la que como luego comprobé, solo había lencería y algún vestido veraniego.
No salí del cuarto y fui a buscarla. Estaba ahí de pie, deshaciendo la maleta, que estaba sobre la cama. Y sin mirarme, se levanta el vestido por encima del culo. Dios, bestial. Tanguita de hilo negro, perdido en la profundidad de las nalgas. Invitación a entrar. Caigo de rodillas, sometido a su influjo gravitacional. Me desplomo sobre mis rodillas como el puto Anakin cediendo ante el lado oscuro en el despacho del emperador. Asumo mi destino.
Meto la cabeza entre sus nalgas y ella hace como que me ignora y como que sigue recogiendo cosas de la maleta. Aparto el tanga con la lengua, buscando repasar su orografía con mi lengua. Aparto sus glúteos con mis manos desesperadamente. El vestido se desparrama sobre mi cabeza y me atrapa debajo de él. Sigo apartando carne y tanteando con la lengua cada centímetro de su piel. Y justo cuando voy a alcanzar su ojete, me da un culazo y me aparta. Me tira de culo al suelo. Se ríe, aparta la maleta y se sube a la cama, se pone a cuatro y se quita el vestido. Va solo en tanga. Lo aparta a un lateral de su culo. Me hace señas indicándome. Está seria. Entiendo que ella marca el ritmo y que me deje de gilipolleces. Obedezco y me posicionó dbajonde ella, en posición de 69. Las berzas me rozan el pene y estoy a punto de correrme. Se pone de pie encima de la cama, yo tumbado. Miro arriba y veo sus dos piernas sobre mi cabeza, culminando en su culazo. Se abre las nalgas y empieza a descender, en cuclillas. Su ohio desciende lentamente hacia mi, expuesto por sus dos manos, que apartan la carne sobrante hacia los lados. De nuevo flashes recurrentes: soy Vader en la cama de operaciones, viendo cómo la mascara que me aprisionará desciende hacia mi rostro sin que yo pueda hacer nada. Y entonces lo noto. Glúteos sobre mis ojos, sobre mi frente. Me aprisionan y me privan de los sentidos. Su ojete entra en contacto con mi boca. No se cómo está, pero deduzco que en cuclillas sobre mi. Intento agarrar sus carnes o llevar las manos al chocho pero me aprisiona dejándose caer de rodillas y bloquenadome las manos bajo sus génerosos muslos. Así que le comí el culo como si no hubiese un mañana. Solo se levantaba unos milímetros para déjame respirar cuando me notaba al borde de la asfixia. Y así anocheció. Fue cambiando de pose, de rodillas, en cuclillas, completamente sentada sobre mi cara y al final a cuatro ( como un 69 pero sin comerme el nepe).
En esta pose me restregaba chocho y culo de la frente a la barbilla, teniendo ocasión yo de tomar aire a bocanadas como quien se ahoga entre el oleaje. Llevaba la cara pringosa entre sus fluidos, mi baba y su sudor ( insisto en que suda como una adolescente). La tía cada vez llevaba el ojete más abierto y yo cada vez me hundía más y más. Estuvimos así un tiempo indefinido, hasta que ya no había luz en el cuarto ni en la calle. Mi erección bajó puntualmente por puro dolor físico, pero ella me castigaba sentándose a putisimo plomo sobre mi cabeza y presionando, como si quisiera asfixiarme. Cuando decidió liberarme ya no se veía nada. Yo llevaba horas en oscuridad, también es cierto. Se incorporó y se quedó callada. Deduje que estaba delante de mi, a cuatro. Palmeé y busque a tientas. Si, así estaba. Me incorpore y dirigí mis labios al entorno. Note sus nalgas, y note como me rehuian. La agarre y me acople a su culo de nuevo, a cuatro ella y a cuatro yo, como un trenecito. Se intentaba escapar, pero la agarre por los muslos y la traje hacia mi.
Gemía con su voz ronca, cada vez más alto, cada vez más fuerte. Notaba las contracciones de su ojete, abriendo y cerrando al rededor de mi lengua. Aumenté el ritmo y llegué más hondo.
Ya he comentado otras veces que nunca he notado nada raro, ni pelos, ni olores, ni cosas tipicas de un ojete (aunque soy consciente de que puede pasar y me arriesgo a ello). Aunque pienso que usa más el culo para follar que para cagar y su genética está predispuesta de manera natural a ello, suele hacerse lavativas si prevee caña, y este día íbamos a eso, así que iba impoluta y purgada hasta el esófago.
En fin, que siguió gimiendo y llevaba el culo tan dilatado que le cabía la polla entera sin forzar. Deslicé mis dedos ente mi boca y su culo, dispuesto a entrarle dentro. Me retiró la mano y me dijo : "solo lengua".
Yo, que llevaba el rabo como un fuste dórico, me sentí molesto, pues no hay nada más placentero que profanar el sacrosanto espacio trasero con sodomía. Pero decidi obedecer por el momento y seguí con mi mejor empeño.
Ella tenía las manos agarrando la almohada, y las berzas colgando aplastadas contra la cama. Cada vez convulsionaba más. Y más. Y más. Empezó a gemir como un gato cuando se asusta. Con aullidos largos: aguuuuuuuuuhhhhhh aguuuuuuuuuhhhhh. Como un gato en celo, rarísimo. Nunca había gemido así. Llegó un momento en el que ya no eran gemidos, era un sonido perpetuo sostenido durante minutos. Las contracciones de su culo se aceleraron y empezó a convulsionar a puto saco. Entonces freno de golpe y subió más el culo, aplastándolo más contra mi cara. También se calló de pronto. Entonces fue como una explosión brutal. Empezó a temblar y a gemir , o más bien gritar. Yo solo noté golpes de su nalgas contra mi cabeza y su ojete convulsionando contra mis labios. Y entonces se desplomó sobre la cama, absolutamente inerte. Yo estaba aún intentando saber que había ocurrido. Se había corrido a puro culo, sin masturbación ni penetración. Solo con mi lengua y el roce interno del toto y el ojete. La vieja jadeaba medio bizca en la cama, con las berzas aplastadas bajo ella. Una colgaba por el lateral de la cama de forma grotesca. Pense en bajar de la cama y amorrarme a la ubre tumbado en el suelo, como un lactante. Pero recorrí su cuerpo con la mirada y bajé hasta el culo. Los glúteos le palpitaban. Entonces se los aparte, y vi sus contracciones, la resaca de su orgasmo y decidí saciarme. Me abalancé sobre ella y la percutí por detrás con violencia extrema y tratando de llegarle desde el culo al corazón. Pim Pam Pam pam. La cama a punto de partirse. Ella golpeándose la cabeza con el cabecero a cada embestida, pero aún lo suficientemente aletargada para reaccionar. Me habría corrido al tercer empenton, pero estaba en éxtasis. La saqué y decidí tomarme un respiro. Volví a comerle el culo, abriendo las nalgas a tope. Empezó a gemir de nuevo, suavecito. Volví a darle con el cipote. La sábana en la que reposaba su chocho empezó a mojarse, y no era de mis fluidos ni de sudor. No se si era incapaz de controlar sus esfínteres y se meó, o si era squirt, o si las dos cosas son lo mismo. El caso es que me puso a mil, preté sus nalgas contra mi pene, aprisionandolo dentro del ojete, y seguí percutiendo hasta que solté el chorro con afán de que atravesase su cuerpo y saliese por su boca.
Me tumbé, casi igual de inconsciente que ella, a su lado. El sábado me desperté con un hambre de mil pares de cojones ( se nos olvidó cenar) y con ella al lado en la misma posición. El olor a lefa, sudor y fluidos femeninos eran nauseabundo, la verdad. Abrí la ventana y me levanté a dar una ducha. Si no fuese porque me llamaba la naturaleza y tenía que ir a plantar un pino urgentemente me habría detenido a forzar un polvo mañanero, pero afortunadamente, evite ese acto innecesario, porque habría supuesto liarnos toda la mañana.
Salí de la ducha y bajé a por un paquete y a echar una caña con un colega que hacía tiempo que no venía. La vieja ya estaba despierta, echándose un piti en la cama, toda espatarrada. "Cuando vuelvas más" dijo.
Y así fue. Volví a la hora de comer y ella estaba recién salida de la ducha, con el pelo mojado y en una braga de encaje azul celeste.
"He pedido telepi" dijo. Y tal y como lo dijo cual era su intención. Evidentemente le abrió al repartidor tal y como iba. En berzas y con las bragas sexys. Vaya cara puso el chaval, que tenía toda la pinta de virgo. Ella muy cariñosa y atenta, claro. Por un momento pensé que si el tío le hubiese entrado al trapo, acababa dentro de casa y la vieja chuscandose a otro pipiolo. Pero el mozo estaba en shock y no podía quitar la vista de las lolas. Pero vieja le terminó cerrando la puerta, solo estaba jugando.Imagino que no le gustaba o que llevaba mucha caña del día anterior. De todos modos me apunto la jugada para forzar la maquinaria la próxima vez, me gustó el tema...
El resto del día fue tranquilo, la verdad. Día de parafilias. Me comí la pizza untada sobre su cuerpo,entre las tetas, estampándose la contra el chocho y luego lamiendo... Ella hizo lo propio, me hizo pajote con pizza y luego comía los restos. Yo me corrí, y así se llevó postre. Ella no, dejé que se recargase y tampoco lo pidió. Lo de comer-follar es curioso y bastante excitante.
La tarde la pasamos juntos en el salón, ella leyendo y yo estudiando. Luego a la noche salió a cenar con unas amigas y yo me eché unas plays. Cuando volvió yo estaba ya sopa.
El domingo yo tenía partido, pero el domingo por la tarde volvió la mandanga anal. Pero eso para otro rato.