Por lo que dices, creo que tienes que no respetar a la tía para poder satisfacer tus ansias de cerdeo. Esta, como es vieja, ajada y está ya para el arrastre, no te merece consideración alguna, no la ves más que como un trozo de carne, por lo tanto la usas como quieres, sin miramientos, sin cuidado, sin nada. Frente a ella, ¿por qué respetarla, si sabes que no vale, que no te interesa, que no va a ningún lado? Entonces te permites levantar el pie del freno y dar rienda suelta a tu cerdeo, y te lo pasas bien con ella porque puedes desplegar tus vicios sin temores ni ambages. En cambio con la joven ya no. Esa es joven, es frágil, delicada, respetable, no merece ser mancillada con tu cerdeo, así que echas el freno y te contienes. Tú lo has dicho: esta tiene dignidad y no te apetece arrebatársela ni se merece que se la arrebaten. De ahí que, con el freno echado, no disfrutes como con la otra. Es normal. La otra no tiene dignidad, así que puedes tratarla como quieras.
En el fondo lo que subyace es una identificación entre el sexo guarro y la falta de dignidad. Crees que el sexo guarro es indigno y el estándar se puede mantener dentro de los confines de la dignidad porque no es guarro. Por eso necesitas un cacho carne para lo primero y por eso no puedes hacerlo con quien es para ti algo más que un cacho carne. Creo que era en Los Soprano donde uno no permitía que su mujer se la chupara porque eso era de putas y su mujer no era una puta, pero cuando se iba de putas era lo que más le gustaba que le hicieran. Algo así te pasa a ti. ¿Puede ser?
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