Victor I
Freak
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En algún momento de la Historia futura, si es que logramos reconducimos y solventar nuestra inflexible marcha hacia el abismo, otros humanos más afortunados que nosotros hablarán de estos años de condena como los de la Dictadura Idiocrática.Al margen de los lúcidos y vivificantes guetos como nuestro sacrosanto Foro, en el mundo exterior, la disidencia se cobra el mismo precio que pagaban los proscritos en los totalitarismos que nos han precedido. No se admite un sólo balido fuera del coro, no es tolerable ni democrático tener una opinión y unas maneras contrarias a lo que la sociedad considera convencional y correcto.
Como filántropo y como forero, soy antisemita, viril, falocrático y aficionado a los viejos valores basados en la masculinidad, los excesos, la hombría y la adversión convencida y profunda por lo políticamente correcto. Por eso mi simpatía por Mel Gibson, ese australiano borracho, promiscuo, apasionado y fanático, amante de la violencia y la sangre derramada, aumenta cada día al ritmo que su cabeza sube de precio en las doradas colinas hollywulienses. Mel tiene cojones y ganas de usarlos, y eso, queridos niños, es pecado mortal y causa de excomunión y condena. No son tiempos para ser un hombre, demostrarlo y no pedir perdón.
A Mel no le gustan ni los judíos ni los maricas. Y Mel lo dice, quizá con unas copas de mas, quizá de una manera excesivamente vehemente, quizá sin la diplomacia que se debe usar en estas circunstancias. Nuestro adorado aussie ejerce su legítimo derecho a no seguir la corriente, a estar en contra, a usar los mismos argumentos contra judíos y homosexuales que otros usan impunemente contra los cristianos heterosexuales. Pero esto no le va servir de excusa ni de defensa, porque todos sabemos que el pecado no es objetivo, que la falta no se mide por las consecuencias sino por quien la sufre. Y Mel ha olvidado que maricas, judios, mujeres y negros son intocables. Si quiere repartir hostias, que se desfogue con machos blancos y creyentes, que para eso están, para purgar hasta la bilis la intolerable ofensa de ser hombre.
Winona Ryder se une a los detractores de Mel Gibson y llama al actor 'homófobo' | Gentes! | elmundo.es
Winona Ryder se une a los detractores de Mel Gibson y llama al actor 'homófobo'
Como filántropo y como forero, soy antisemita, viril, falocrático y aficionado a los viejos valores basados en la masculinidad, los excesos, la hombría y la adversión convencida y profunda por lo políticamente correcto. Por eso mi simpatía por Mel Gibson, ese australiano borracho, promiscuo, apasionado y fanático, amante de la violencia y la sangre derramada, aumenta cada día al ritmo que su cabeza sube de precio en las doradas colinas hollywulienses. Mel tiene cojones y ganas de usarlos, y eso, queridos niños, es pecado mortal y causa de excomunión y condena. No son tiempos para ser un hombre, demostrarlo y no pedir perdón.
A Mel no le gustan ni los judíos ni los maricas. Y Mel lo dice, quizá con unas copas de mas, quizá de una manera excesivamente vehemente, quizá sin la diplomacia que se debe usar en estas circunstancias. Nuestro adorado aussie ejerce su legítimo derecho a no seguir la corriente, a estar en contra, a usar los mismos argumentos contra judíos y homosexuales que otros usan impunemente contra los cristianos heterosexuales. Pero esto no le va servir de excusa ni de defensa, porque todos sabemos que el pecado no es objetivo, que la falta no se mide por las consecuencias sino por quien la sufre. Y Mel ha olvidado que maricas, judios, mujeres y negros son intocables. Si quiere repartir hostias, que se desfogue con machos blancos y creyentes, que para eso están, para purgar hasta la bilis la intolerable ofensa de ser hombre.
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