Argail rebuznó:
mm no le auguro una vida larga a este hilo, tengo comprobado que a los foreros de este antro no les gusta abrir sus corazones y reconocer que la parienta te calienta el hocico o que le pasas la mano regularmente no es plato de gusto, no creo que se atrevan. Lo que yo recomiendo al abrir este tipo de hilos es contar una experiencia personal para así ganarte la simpatía del populacho y que alguno cuente algo.
Yo como carezco de filtros y de dignidad comento que alguna vez me han vuelto la cara de un tortazo merecido o no ya es mucho debatir... y lo de la ex que tuve que quería que le zurrase y me pegaba pues solo en una ocasión, harto ya de tanta niñería, le respondí y para mi que no le gusto tanto como ella pensaba. Ah! y lo de la andaluza loca esa, es que me pidió puñetazos de verdad fuertes mientras me miraba con ojos brillantes. La muchacha estaba fornida y ganas me dieron de probar el estado de sus lorzas con mis fuertes manos que por cierto conté toda la historia en el hilo de las citas locas omitiendo este detalle... pero vamos que no le toqué ni un pelo, por favor, yo soy un ser de luz
Tienes razón. La verdad que a mí no me da vergüenza reconocer que también he recibido
Era nochevieja. Tenía novia y estava en SU casa, con SU familia (familia muy extensa, por cierto). Se enfadó durante esa tarde por no se qué tontería (en serio, no me acuerdo ya por qué se enfado, es que era siempre tan surrealista que se me ha borrado de la memoria). Estuvo toda la puta noche de morros, mostrándo esa indiferencia que solo las mujeres y Filimbi son capaces de mostrar. Yo ya estaba acostumbrado, pero coño, no podía evitar mosquearme porque estaba en casa de sus ... padres y ese comportamiento no demostraba ni el más remoto indicio de madurez.
Después de las uvas, amargas por su culpa (yo creo que hasta me sentaron mal
) la abordo a solas en la habitación, para pedirle que madurase de una puta vez (Era la vez número 4662542654284 que se lo pedía). La verdad que ya estaba cabreado y le amenazo con irme sino cambia radicalmente esa actitud tan hostil hacia mí, a pesar de tener planes con familiares y terceros para esa misma noche. Como es de esperar, me responde a la amenaza con su magnífica respuesta genérica "pues ahí tienes la puerta". Digo "de acuerdo", y acto seguido doy media vuelta y me dispongo a despedirme simple y educadamente de su familia con algún tipo de escusa. (No me parecía la noche idónea para despedirme de un portazo, después de haberme ofrecido desinteresadamente su generosa cena. Además, tenía mi chaqueta en el salón).
Pero antes de salir por la puerta de su habitación, noto como un pequeño puño comienza a golpearme en la espalda con toda la fuerza de la que es capaz. Para un mancuernero como yo, esto es un masaje. Así que aguanto unos cuántos golpes antes de girarme. Pero cuando me giro, y sin posibilidad de esquivarlo, me cae uno en la cara. A lo que me quedo mirándole con cara de pocos amigos, mientras ella, que se ha dado cuenta de que me dado en mi tierna cara (como la de mi avatar), recula unos cuantos pasos horrorizada por semejante acto irracional cometido hacia mi persona. Acto seguido se pone a llorar, culpándome de cuán horrible comportamiento había sido YO capaz de hacerle desatar. ¡Que cómo podía hablarle así de mal!
Como era el día que era y un posible portazo en los morros hubiese salpicado a más personas que no fuésemos ella o yo (familiares, apreciados y buenos amigos), decidí comportarme de manera adulta, y aunque demostrándonos un carácter más ácido, frío y distante durante toda la noche, aguanté estoicamente el tirón. Por supuesto no es que me sienta orgulloso, de hecho ahora mismo no sé ni qué haría si volviese a ocurrir algo así, pero me pareció que lo más oportuno en aquél momento era no levantar más polvo, y que terceras personas se enterasen de lo ocurrido.
Hubo una segunda ocasión (se ve que le cogió el gustillo a lo de boxear), esta vez yo conduciendo en el coche, y ella de copiloto. Discutía por temas relacionados con la práctica deportiva, incapaz de comprender que ya me había conocido así. Entrando por un callejón se alcanza el punto álgido de la discusión (SU DISCUSIÓN) y comienza a golpearme... y yo al volante :53. Ahí no sé ni donde me golpeó. Solo se que frené al mismo tiempo que me abalanzaba sobre ella con la finalidad de sujetarla de la cintura y de paso "tranquilizarla". De esta forma, yo ahí agazapado en su vientre y sujetándola para que cesase, ya solo alcanzaba a golpear mi espalda, o lo que viene a ser, hacerme un masaje.
Ni que decir tiene que aquella relación se terminó.