Interceptor
Asiduo
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Queridas crías de mono prefrito:
Castelvania, 1942. Los niños del maíz comían compulsivamente spaguettis, sin masticar, y sin tomate. La atroz lengua viperina de la gendarmería sueca, retumbaba en toda la ciudad. A veces, veo heces. No muy lejos de allí, copah en mano, estaba Freddy Ternero, excampeón del mundo de lanzamiento de parabólica, y legendario fundador de la Orden de los Abrazafarolas. A él también le gustaban los spaguettis, pero con tomate. La policromática iluminación nocturna de Castelvania hacía de ella un lugar parecido a Las Vegas de los años 70. Gentes de ímprobos lugares se aglomeraban en sus calles, cámara en mano, para retratarse en ropa interior junto a los monumentos más emblemáticos. Como marca la tradición, a mayor edad, menos ropa, por lo que hacia las 3 de la mañana, Castelvania era un hervidero de lisonjeras sexagenarias en tanga y jubilados de metracrilato. A pesar de que la venta de sardinillas del Cantábrico estaba prohibida por las autoridades, decenas de puestos regentados por ecuatorianos y pestilentes mineros ucranianos se apostaban en los cruces de las vías más importantes para hacer su Agosto. Se dice que gracias a ello, tomarán el poder del Ayuntamiento a menos cuarto pasadas. Momias, escarpelos, imitadores de Mazinger Zeta y figurantes de comedia barata acaparaban la atención de los medios de comunicación aquella noche de Mayo de 1942. Presentaban ante la ciudadanía su última creación escultórica, como presente para los futuros reyes del mambo. Era la apolínea figura de Roque Tercero, fundador de la ciudad, en posición de recién cagando. Medía al menos 5 metros de alto por 7 de ancho. Jamás ví tanto horror y locura al observar tan magna escultura. Quedé casi tan estupefacto como ayer, cuando me crucé con un feto muerto hablando con un móvil por La Gran Vía.
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Castelvania, 1942. Los niños del maíz comían compulsivamente spaguettis, sin masticar, y sin tomate. La atroz lengua viperina de la gendarmería sueca, retumbaba en toda la ciudad. A veces, veo heces. No muy lejos de allí, copah en mano, estaba Freddy Ternero, excampeón del mundo de lanzamiento de parabólica, y legendario fundador de la Orden de los Abrazafarolas. A él también le gustaban los spaguettis, pero con tomate. La policromática iluminación nocturna de Castelvania hacía de ella un lugar parecido a Las Vegas de los años 70. Gentes de ímprobos lugares se aglomeraban en sus calles, cámara en mano, para retratarse en ropa interior junto a los monumentos más emblemáticos. Como marca la tradición, a mayor edad, menos ropa, por lo que hacia las 3 de la mañana, Castelvania era un hervidero de lisonjeras sexagenarias en tanga y jubilados de metracrilato. A pesar de que la venta de sardinillas del Cantábrico estaba prohibida por las autoridades, decenas de puestos regentados por ecuatorianos y pestilentes mineros ucranianos se apostaban en los cruces de las vías más importantes para hacer su Agosto. Se dice que gracias a ello, tomarán el poder del Ayuntamiento a menos cuarto pasadas. Momias, escarpelos, imitadores de Mazinger Zeta y figurantes de comedia barata acaparaban la atención de los medios de comunicación aquella noche de Mayo de 1942. Presentaban ante la ciudadanía su última creación escultórica, como presente para los futuros reyes del mambo. Era la apolínea figura de Roque Tercero, fundador de la ciudad, en posición de recién cagando. Medía al menos 5 metros de alto por 7 de ancho. Jamás ví tanto horror y locura al observar tan magna escultura. Quedé casi tan estupefacto como ayer, cuando me crucé con un feto muerto hablando con un móvil por La Gran Vía.
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