A mí no me vengas con silogismos ilgianos, hijo de puta, que te arranco la puta cabeza. Si eres un tarado incapaz de entender que no todas las mujeres te van a valorar únicamente por la cantidad de efectivo que lleves encima el tarado eres tú, no yo, y es tu puto problema, pero en el momento en el que empieces a intentar perder a Truño reforzándolo en sus conductas suicidas y autodestructivas vas e encontrar en mí a un implacable enemigo, puto desgraciado. Tú eres lo que se interpone entre Truño y su felicidad, eres su voz interior que lo anima a seguir con la rueda del dolor, eres el insecto molesto que devora sus entrañas por dentro, tú eres la mano negra. Hijo de la gran puta. Te voy a matar.