Pero que deje su impronta lechal no hace que deje de criar a los anteriores bambinos de la golfa.
Criar a tu propio hijo junto con los de una pedorra redunda en que parte de lo que podría ir para tu vástago va a ir, sí o sí, para los vástagos de ella, para niños ajenos. Ya sea tiempo o dinero o simplemente esfuerzo, los recursos para la crianza de tus hijos van a ser canibalizados por los de ella.
Los leones, en la infinita sabiduría de la naturaleza pero también con su infinita crueldad, cuando se emparejan con una leona con cachorros matan a todos ellos. Uno tras otro. No dejan ni uno. El león no puede permitir que la comida de sus hijos vaya a tener que ser compartida con extraños. Incluso cuando la que caza es la leona, el león sabe que traer esa cebra a la casa cuesta trabajo y esfuerzo, y sabe que ese esfuerzo y ese trabajo va a irse por el sumidero cuando de la cebra en vez de comerse una pata entera su hijo se va a tener que comer un tercio.
Nosotros, siendo humanos, no podemos dedicarnos a matar a los hijos que tenga una con la que nos emparejemos. Basta con emparejarse con una que no tenga hijos.