Mis ideas más primitivas, al no tener hermanas ni primas, vinieron de mi madre (de sus palabras y comportamiento), naturalmente ambas erróneas y que contribuyeron a llevarme al pozo:
- Las mujeres aborrecen el sexo, el sexo es asqueroso y no hay que hablar de el ni dejarlo puesto cuando sale por la tele.
- Las mujeres se te acercan por arte de magia, tú no tienes que hacer nada excepto ser tú mismo, o en cualquier caso no estaba claro qué había que hacer.
Luego naturalmente mi falta de modelos masculinos (a mi padre jamás le escuché hablar de mujeres) también me llevó, por pura ignorancia y pensamiento lógico simplificado, a pensar que los hombres y las mujeres son iguales y que, al igual que los hombres, si una mujer dice A quiere decir A y si dice B, B. Ergo si una mujer dice que quiere a un tío así y asá, es cierto (craso error).
Estas ideas primitivas llevan a lo que llevan, a toda una adolescencia y juventud con acercamientos tímidos y ultralentos, incapacidad para interpretar las señales ni la realidad de la atracción, creencias erróneas de que ser buena persona es lo mejor, etc, etc. Eso lleva a irse quedando atrás, con los consabidos resultados.
A todos los nacidos a partir de finales de los 70 nos han dicho que los hombres y las mujeres son iguales, y que igual es un danes que un chino o un marroqui.
No te hagas paranoias.
Todos hemos sido engañados por sus rostros delicados, sus finas voces, su falta de agresividad física o su sensibilidad ante un cachorrito de perro labrador.
Son personas como cualquier otro, imperfectas, que tienen otras vías para conseguir fines.
Aún así te digo que no hay peor cosa que un hombre malo.
Yo he tenido enemigos de ambos sexos en un aula, un trabajo o cualquier situación cotidiana, y te aseguro que antes prefiero a una tía en contra que a según que tío en contra.
Una tía no pasa de torpes intentos de picarte, sabe que no tiene la carta del miedo físico, la ignoras, pasas al lado suyo y te ríes de ella, pone cara de odio y probablemente cuando se cruce contigo te diría una borderia sutil.
Un hombre encabronado y cabron te puede partir los dientes, te puede matar, o te puede joder las extremidades de tu cuerpo de por vida.
En su día recuerdo a un loco cocainomano que la tomo conmigo en un curro. Un tío de estos físicamente vastos. No hubo motivo alguno para ello, pero me odiaba sin saber por qué.
Un día me dijo que al salir me iba a esperar, y olvídate de policias, jefes, y su puta madre. Hay gente a la que las denuncias, el juez la cárcel y todo eso le chupa un huevo, y este era uno de ellos.
Efectivamente allí estaba el, esperándome. Yo no bajé la cabeza, aunque tampoco me quite la camisa. No solo no acabo haciendo nada, sino que a partir del día siguiente empezo a cambiar respecto a mi, y a la semana yo era el puto mejor, yo era un puntazo de tío, yo era buenísimo, listo, un crack, yo era una puta máquina, su compañero del alma. Acabamos de fiesta muchas veces, comí en su casa después de festivales guapos desayunando con sus compañeros de piso.
Si nunca supo por qué me odiaba al principio creo que tampoco supo por qué me apreciaba tanto luego. Entiendo que se le llama desequilibrio mental.
Y coño, en el trabajo que yo tengo pues esto se ve también claro. O revisando que hay en las cárceles de cualquier país, o viendo el telediario.
Un hombre malo y enfadado te puede destrozar la vida con mucha mayor decision y eficacia y obsesión y valor que una mujer.
Así que tampoco vamos ahora a dibujar al sexo masculino como ángeles caídos del cielo. Ese mito que ahora repetís de que malas son ellas que buenos los hombres no, no hombre.
Un hombre hijo de puta es algo muy indeseable.