Nunca la olvido.

ultimatum

RangoClásico
Registro
7 Jun 2009
Mensajes
4.307
Reacciones
9
Este post no debe ir sobre esos amores largos y tortuosos, sino sobre sentimientos fugaces, sensaciones caducas en momentos irrepetibles.
Chicas que has visto minutos en tu vida y aún las recuerdas, sin duda alguna idealizadas pero grabadas en la caja negra a modo perpetuo.
Os pondré dos ejemplos:

Hace muuuchoos años visité Fez, Marruecos, me recomendaron visitar un lugar y visto que no tenia prisas pillé un autobús de linea.Es dificil apartar la vista de los cristales de los autobuses en esa ciudad, otro mundo y verlo desde esa pecera te entretiene...lo recuerdo claro...paró el autobús, miré y frente habia una especie de escuela de equitación o algo parecido, y entonces, subió ella.
Debia tener unos 17 años, no hablo de guapa o no guapa, a mi me pareció el cénit, subió enfadada, su papi o novio no habian ido o acordado de ir a por ella, solo así se explica que subiese con pantalón ceñido marrón clarito, botas negras de piel hasta las rodillas y fusta en la mano.Lo sé, el atuendo tenia tela, pero ella, era algo espectacular, cara de enfado no, lo siguiente, mirada clavada en un punto imaginario.Piel blanquita, pelo rubio, muy largo y ensortijado y labios finos.No me moví del asiento, tampoco me arrepiento, para entrar a una tia he de sentirme seguro y no iba a estarlo.
20 años después la recuerdo.Era una obra maestra del diseño.Era una fresa en su justo punto, un tiempo después perderia su sabor.Pero aún la recuerdo.
Luego os cuento el otro.
Anda, contadme algo.
 
¿Es éste el hilo re los enamoramientos de autobús, ascensor y metro?
 
Ella siempre está en mis bromas. Ese cranco es un filón.
 
Spawner rebuznó:
¿Es éste el hilo re los enamoramientos de autobús, ascensor y metro?

El informer de PL... ¿habéis visto qué tristes y crancos pululan los "informers" en facebook? Es lamantabla.

Y no es este:
Para ver este contenido, necesitaremos su consentimiento para configurar cookies de terceros.
Para obtener información más detallada, consulte nuestra página de cookies.
 
La idealización, ese espectro generoso de las ganas, no cumple con nada, no obedece a nada y tal vez sea una prima advenediza de la vanidad. Un recurso emotivo de los descalabros egocéntricos.
Tejemos la idealización con la plena conciencia de una realidad huidiza que nos espía desde algún rincón del sistema límbico.

La idealización, la fantasía, la especulación, la capacidad de re-presentación, como quiera que la llamemos, forma parte indisoluble del "modo humano de ser inteligente". Curiosamente hace tiempo terminé de leer un libro de José Antonio Marina, "Las arquitecturas del deseo", donde también afirmaba que, entre el deseo y la fantasía, ésta se impone. Pero ¿qué significa esto? Digamos que nuestra capacidad de fantasear complace a nuestro deseo, lo envuelve en un globo, le proporciona los medios para deformar y falsificar la realidad, desemboca en el autoengaño.
Pero yo pienso que el límite entre el autoengaño y la interpretación de la realidad, comprenderla, darle un sentido o significado, ese límite es finísimo, y lo que nos lleva a engañarnos es lo mismo que nos lleva en otras ocasiones a establecer lugares o formas posibles del "yo en el mundo".

También decía Marina que existe un "deseo sin objeto". Me encantó leerlo porque en algún poema que escribí hace mucho tiempo, hablé de ese "deseo sin objeto" como deseo puro, sin por qué, ni adónde, que es como una conciencia del camino, saberse instante en movimiento, despojado del "quiero", quizás sea esto la imaginación, un deseo despojado de su materia, que busca y busca incesantemente su forma.
 
Teniendo 20 años y de botellón un viernes a eso de las 4 de la tarde despu´es de clase se acercaron unas amigas de uno del grupo, de unos 17, entre las que había un ángel castaño de ojos verdes. Se sentó al lado de mi camiseta de Blind Guardian y mientras me agarraba cariñosamente del brazo me dijo, "¿eso tiene kalimotxo o solo coca-cola?", a lo que yo respondí cogiéndo la botella y agitándola, y al ver la espuma, sentencié: "kalimotxo". A los pocos minutos las niñatas se levantaban y la chica, Ainhoa se llamaba, mirándome muy fijamente me dijo que si quería ir a un local allí al lado con ella. "Es que he quedado para ver La guerra de las galaxias", dije. Y era verdad. Ella soltó un sincero suspiro de desilusión y yo vi lestaba sentado en el cine unas horas después emocionado por las nuevas escenas añadidas como el imbécil 9º Dan que era y sigo siendo.

No te olvido, Ainhoa.
 
yo solo me acuerdo de las hijas de puta, ya se ya , en el fondo soy un sentimental

son las 5:10 y sigo desvariando
 
Atrás
Arriba Pie