Siento especial inquina hacia toda la pintura vanguardista del siglo XX, quizás con la honrosa excepción del gran Salvador Dalí, y especialmente pintores cuyo "arte" se fundamentaba en conceptos abstractos y gilipolleces varias, todas para enmascarar con eufemismos y retórica vacía, mierdacas infumables en cuya elaboración no había más mérito del que cualquiera pudiera tener defecando sobre un lienzo. Me refiero al maricón de Picasso o al comepollas de Miró, por ejemplo, entre otros muchos.
Especial animadversión la que me suscita el pintor panchito de gordas, el tal Fernando Botero, cuya obra se limita a representar a gordas con inmensas papadas, caras de mazapán y orondos cuerpos de cachalotes, todos iguales, en lo que parece una deformación grotesca del arte de un Rubens, por ejemplo, que sí sabía representar a gordas con encanto, aunque no tuvieran carnes prietas, como a mi me gustan.
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