Rarito rebuznó:
Pocos anecdotones de downies veo...
Venga, aquí está el mio.
Tanta ternura me despiertan las downie, como ya dije anteriormente, que en una ocasión tuve un escarceo con una. Sí, lo juro por Hediondo, fue en una noche confusa, pero sucedió, y aquel día comprendí que algo perverso se escondía dentro de mí.
De esto hace ya tiempo, para más inri en Feria de Sevilla, a la que no suelo ir. Pero un buen día los colegas tanto ruido me dieron, que me acerqué. Bebí como hacía tiempo que no lo hacía (estaba en la última fase para obtener mi añorado trabajo), manzanilla de sanlucar, ya que por entonces el rebujito aún no existía como tal. Y tanto me emborraché, que ni me importó dónde estaba (en su caseta), ni delante de quién (parte de su familia).
Con todo, en mi descargo diré que aunque era obvio que ella tenía síndrome de down, de cuerpo estaba bien buena la jodía (un poco regordeta, eso sí). Y ello, junto a que mi estado me impedía ver más allá de sus tetas, hizo el resto... tocamientos, y lenguetazos con intercambio de fluidos salivares.
Gracias a que su padre (de la down) intervino, la cosa no llegó a más. La cosa fue más o menos así:
- Downi: ¿Bailas?
- Yo, tambaleándome: Una jartá de bien (en realidad, ni puta idea).
- Downi: Po venga.
- Nos acercamos y el roce lo provocó: lenguetazo va, lenguetazo viene, una mano por aquí, otra por allí.
- Se acerca el padre, y a la vez que me ofrecía un plato de jamón, me miró fijamente a los ojos, y me dijo: ¿no crees que vas demasiado rápido con mi hija?.
Joder, en ese instante recuperé por completo la conciencia, comprendí que la relación ya contaba con el beneplácito de la familia, y que trataban de encasquetármela, por lo que salí de allí cagando leches, a la vez que juraba no regresar más a la puta feria... y hasta hoy en día, hoyja.
Edito:
.