El verdadero valor de esto es que no hay filtros entre la diarrea mental del iluso o ilusa y lo que se muestra en los videoclips. Nadie se ha preocupado de dar estructura a las letras, ni al mensaje. De la cabeza del tonto a los oídos del espectador. Por fin la tecnología tiene una aplicación práctica. Por fin gracias a la tecnología podemos saber qué hay dentro de las cabezitas de esa gente poligonera.
Sí, a simple vista no hay nada. No enlazan tres frases seguidas coherentes. Es todo un batiburrillo de frases hechas, conceptos simples, ideas inconexas. Sentimientos mal gestionados, miedo al futuro en pareja, incertidumbre económica y laboral, enemigos ficticios. El viejo truco de atacar para no ser atacada. El estirar las plumas para parecer mayor, alzarse sobre las piernas para ganar altura, mostrar los colores chillones para advertir del veneno. Imitan lo que vieron en la tele, quieren volar del nido aunque aún tienen las alas sin desarrollar.
Ínfulas juveniles, delirios de grandeza. Sueñan con el dinero, el poder, follar hasta reventar, ser deseado, respetado, admirado, temido.
Los veo y me veo a mí mismo a su edad. Aunque claro, yo no tuve la valentía de mostrar a los demás las tonterías que bullían en mi inmadura mente. ¿Pero quién no ha soñado con lo mismo que anhela Pimp Flaco o Kinder Malo o cualquiera de los otros, a esas edades?