Yo metería el dinero en dos o tres bancojones, para diversificar y eso. Una vez dentro, les diría que hiciesen las cuentas: 10.000 pavos al mes durante el resto de mi vida (que digo yo que más de 30 años no deben quedarme, dudo muchísimo que llegue a lo que es ser anciano) administrados religiosamente cada día 1; eso en una cuenta a plazo fijo o como se diga. El resto, unos 110 millones, millón arriba millón abajo, lo dedicaría casi íntegramente a despilfarrarlo en excentricidades, sexuales la mayoría de ellas. Repartiría dos kilos entre cinco o seis personas muy señaladas (y van que se matan, que no se quejen encima) y a partir de ahí, emprendería, como he dicho, una carrera frenética de orgías secsuales surrealistas, como parece ser que hacía Dalí de vez en cuando.
Me imagino organizar una visita de una belleza aniñada de 18 o 19 años, vestida de firma y perfumada como una reina, a una obra a la hora de comer los paletas y ofrecerla para todo mientras yo me siento en una espuerta puesta del revés a grabar todo en vidrio y a fumar porros. Me imagino eso y mucho más, y me duele en el alma no estar podrido de guita para poderlo hacer, así como me come la envidia al saber que los hay por ahí que sí que pueden.