Genuflexionado vengo a implorar la opinión de los grandes Gurús del Foro ante una duda que no me deja vivir. Soy consciente de que no desperdiciareis algunos minutos de este soleado día/esta estrellada noche en siquiera leer lo que a este humilde gusano le acontece, mas conociendo vuestra tradicional tendencia al hijoputismo aquí estoy mendigando vuestra opinión, que es para mi importante en cuanto atesora vuestra experiencia, “savoir fair” y mundanismo cosmopolita.
El problema es el siguiente:
Soy infiel a mi mujer con la empleada del servicio doméstico.
Antecedentes:
Ninguno serio. Desde que me casé solamente he ido de putas lo justo. En fiestas de empresa que acaban en clubes de alterne (no pongáis cara de panolis, que todos sabeis de lo que estoy hablando) y siempre bajo la influencia de alcohólicos o bebidas psicotrópicas.
La mala mujer.
Una caribeña medio nigga, de culo potente y tetas caídas que ha parido tres veces y solo tiene 24 años. Un día le metí mano y se puso a reir y al cabo de una hora ya la tenía a cuatro patas. Folla relinchando como un caballo y se nota que ha chupado mas de una polla y mas de dos también (espero que no a la vez, pero en realidad, tampoco me importa mucho).
Costes/Daños colaterales.
No le he dado dinero por follarmela. Pero le he regalado algo de ropa que se que le gusta y colonia. La chica parece contenta con esta situación. Ni pide mas, ni rechaza lo que le doy. Todos contentos. Por si a alguien se le ocurre pensar que pudiera quedarme colgado de la jaca, la respuesta es: NO WAY.
Lo malo.
Siempre tiene que haber algo malo. Hay tres cosas que me incomodan:
-1- El sentimiento de culpa. Que se puede llevar fácilmente. A mi edad y con más de 15 años casado, uno empieza a tener el corazoncito de hormigón armado. A veces, sobre todo por la noche me entra el yuyu, pero con una pastillita blanca y azul se me pasa.
-2- El miedo a que se descubra el pastel. Aunque cuando hacemos guarreridas españolas mi mujer está trabajando, siempre tengo ese miedo cerval a que aparezca por allí con cualquier excusa doméstica y nos pille uno encima y el otro debajo o viceversa.
-3- La paranoia. (si alguien creía que se escribía paranoya que clique en el siguiente spoiler, de lo contrario continúen obviándolo)
La paranoia que me ha entrado últimamente es que el hermoso caballo con el que fornico intente chantajearme. Probablemente ni se le ha pasado por la cabeza, pero una noche soñé con ello, y desde entonces no paro de darle vueltas.
Y esto es lo que hay, se admiten sugerencias y estoy abierto a cualquier comentario como puede observarse en el siguiente spoiler:
Gracias por leerme. Os quiero. Y gracias por este sueño.
Señor Q
El problema es el siguiente:
Soy infiel a mi mujer con la empleada del servicio doméstico.
Antecedentes:
Ninguno serio. Desde que me casé solamente he ido de putas lo justo. En fiestas de empresa que acaban en clubes de alterne (no pongáis cara de panolis, que todos sabeis de lo que estoy hablando) y siempre bajo la influencia de alcohólicos o bebidas psicotrópicas.
La mala mujer.
Una caribeña medio nigga, de culo potente y tetas caídas que ha parido tres veces y solo tiene 24 años. Un día le metí mano y se puso a reir y al cabo de una hora ya la tenía a cuatro patas. Folla relinchando como un caballo y se nota que ha chupado mas de una polla y mas de dos también (espero que no a la vez, pero en realidad, tampoco me importa mucho).
Costes/Daños colaterales.
No le he dado dinero por follarmela. Pero le he regalado algo de ropa que se que le gusta y colonia. La chica parece contenta con esta situación. Ni pide mas, ni rechaza lo que le doy. Todos contentos. Por si a alguien se le ocurre pensar que pudiera quedarme colgado de la jaca, la respuesta es: NO WAY.
Lo malo.
Siempre tiene que haber algo malo. Hay tres cosas que me incomodan:
-1- El sentimiento de culpa. Que se puede llevar fácilmente. A mi edad y con más de 15 años casado, uno empieza a tener el corazoncito de hormigón armado. A veces, sobre todo por la noche me entra el yuyu, pero con una pastillita blanca y azul se me pasa.
-2- El miedo a que se descubra el pastel. Aunque cuando hacemos guarreridas españolas mi mujer está trabajando, siempre tengo ese miedo cerval a que aparezca por allí con cualquier excusa doméstica y nos pille uno encima y el otro debajo o viceversa.
-3- La paranoia. (si alguien creía que se escribía paranoya que clique en el siguiente spoiler, de lo contrario continúen obviándolo)
La paranoia que me ha entrado últimamente es que el hermoso caballo con el que fornico intente chantajearme. Probablemente ni se le ha pasado por la cabeza, pero una noche soñé con ello, y desde entonces no paro de darle vueltas.
Y esto es lo que hay, se admiten sugerencias y estoy abierto a cualquier comentario como puede observarse en el siguiente spoiler:
Gracias por leerme. Os quiero. Y gracias por este sueño.
Señor Q