fulanitodetal rebuznó:
lo que ocurre es que para entenderlo hay que ser un putero y quién no lo sea ha de renunciar desde ya a entrar en estas disquisiciones.
Por fin lo dijo alguien.
ilovegintonic rebuznó:
No se la puedo dar en que para entenderlo haya que ser putero. Yo lo entiendo, y no lo soy, como puedo entender de fútbol sin haber sido delantero centro del Madrid ni pisado un campo de hierba jamás, o de cine, y sin haber dirigido una película, o de literatura, sin haber escrito más que los posts que escribo en este foro. Callarse la boca sobre el fútbol, o sobre cine, o sobre literatura sólo porque no sea uno futbolista, director o escritor es ridículo, y pretender callarla con ese argumento, grotesco.
No, no lo entiende, qué va a entender, si no lo ha vivido.
Usted puede juzgar el juego de un equipo de fútbol, la realización de una película o la calidad de una obra literaria, pero no sabe lo que se siente en el césped del Bernabéu, las relaciones entre los jugadores ni lo que pasa en el vestuario. Sólo es espectador y juzga el resultado de un trabajo realizado. No sabe lo que es ser futbolista y jugar al fútbol.
Usted puede juzgar el resultado del trabajo del director de una película, pero desconoce, si acaso lo imagina, la complejidad de la tarea que ha debido desarrollar esa persona, las elecciones que ha tenido que hacer y los motivos por los que las ha hecho. Es un mero espectador sólo capaz de juzgar el resultado que se le presenta. No sabe lo que es ser director y hacer cine.
Igualmente, puede juzgar la calidad de una obra literaria, pero no tendrá ni idea del proceso de creación de dicha obra ni de las posibles vivencias, tal vez acumuladas a lo largo de una vida, por las que ha tenido que pasar el autor para obtener dicha obra como resultado. Nuevamente es un mero espectador que juzga el resultado que se le presenta. No sabe lo que es ser escritor y escribir una novela.
Pero es que incluso para realizar esos juicios de una forma razonablemente acertada, es necesaria una experiencia de años como espectador y, probablemente, la ayuda, el consejo y las explicaciones de otras personas entendidas en el tema.
En cambio, el tema que nos ocupa, se refiere a algo tan complicado y delicado como relaciones personales, distintas según cada individuo, que usted no sólo no ha vivido sino que prácticamente ni las conoce de oídas, por lo cual no puede ni aspirar al título de espectador cualificado, como en las otras materias. No obstante, se permite usted no sólo pontificar, sino, y este es el mótivo de mi molesta réplica, utilizar con profusión toda clase de adjetivos despectivos como babosos, indignos, ridículos, grotescos, mamarrachos y no sé cuántos más.
Ya que tanta soltura demuestra en el empleo de adjetivos, le ruego busque uno adecuado para aquél que se permite juzgar algo de lo que no tiene ni puta idea.
Cuando lo haya vivido desde dentro, no observado desde la grada, cuando haya tenido usted una cantidad suficiente de toda clase de relaciones con señoritas de pago, desde el encuentro único y rápido de veinte minutos hasta la visita periódica y frecuente convertida más en una relación de amistad que mercantil, entonces podrá opinar y actuar con conocimiento de causa y, desde luego, con respeto a los que no opinen ni actúen como usted.
Me parece que se ha olvidado de que se trata de relaciones entre hombre y mujer, y no sólo entre cliente y proveedor, y en ellas entran factores emocionales que, ni conociendo del tema se pueden juzgar, porque entran dentro del ámbito personal, y cada persona es un mundo.
Respecto a lo de los "discursos peligrosos", ¿debemos deducir de su réplica que sólo hay verdades absolutas y las opiniones discordantes son, no sólo erróneas, sino peligrosas? El que los terroristas, que no veo a qué viene sacarlos aquí, y algunos otros, se aprovechen y abusen del marco de libertades con el que nos hemos dotado ¿quiere decir que es mejor eliminarlo? ¿Hace falta que le diga qué clase de discurso es ése?
El suyo está a un paso del "hay que ser gilipollas para enamorarse de una tía tan fea", por ejemplo. Es decir, del insulto y el desprecio al que no opina, o hace, lo que uno cree correcto.
Y empezar un discurso diciendo "yo de esto no entiendo, pero..." y a continuación ponerse a opinar y a poner verde a los que sí entenden, no parece lo más correcto del mundo, francamente. Eso sí, sirve para calificar al que lo hace.