Maralok rebuznó:
Móviles, móviles a punta pala. Unos 5. Desde mediados de los ´90. Que he vendido posteriormente, claro. Todos antes de la época del IMEI y tal.
Por contra soy un hacha perdiendo pasta. Sí, sí. Billetaje del bueno.
A montones, entre los que yo me he encontrado y mi hermano ha mangado por ahí sumamos unos 20 sin exagerar, un LG Viewty trajo el otro día el muy birmano hijo de puta. Pasta también, en especial 150 napos en el trabajo que no devolví y 100 en una gasolinera que me alegraron la tarde con 30 gramos de chocolate y una de mis últimas grandes fumadas.
MADXTAR rebuznó:
De toda la vida, trozos de revistas porno en los descampados.
Mwahaha, y tanto, con pedazos indespegables de tanto lefazo ajeno, menudos alegrones por tres papeles mataos y ahora con menos de 40GB de porno en el disco duro ni se me levanta.
Main man rebuznó:
He recogido de todo: desde papeles con notas y teléfonos de gente que no conozco y a la que no llamaré jamás o CDs junto a un contenedor con juegos de ordenador o antivirus (LOL) de hace 10 o 15 años y que jamás probaré, hasta un cordón para un colgante por si algún día llevo un colgante. Y en ese plan.
Si me pagaran cada vez que me dicen “quieres dejar de recoger toda la mierda que te encuentras nano…” De todo, hierrecitos, anillos, cedeses de música, juegos y programas de todo tipo, cámaras desechables con fotos hechas pero sin revelar, cochecillos, canicas rotas, gorras, rodamientos, decenas de papeles con números de teléfono, recados y direcciones que pa qué, petardos sin mecha, botes de todos los tamaños, tabletas de chocolate a montón, esclavas, un rastafari-cenicero que me encontré años ha, reglas, juguetes a manta, 7 u 8 balones, dos bicis que terminé por (re)tirar a la basura no sin antes destrozarles todas las partes móviles con unas tenazas de cortar pernos, tuercas y tornillos a porrillo, revistas, libros, cómics, un pollo de coca delante de un kiosco que mi hermano me agradeció con lágrimas en sus ojos de drogadicto, raquetas, colgantes mil, auriculares, fundas de todo tipo de artilugios, un gato de camión que a saber de dónde salió, una gacela de madera a la que le falta un trozo, caballitos de cristal, budas de escayola, un machete enorme que me encontré en una huerta, bolígrafos con cien-mil anuncios diferentes, pilas usadas, piedras curiosas, tapas de a saber qué Y MOAR.
Encima con la manía que tengo de convertir todo lo que cae en mis manos en un arma potencial aún recojo más mierda, palos de helado, cepillos de dientes, hierros, cedés, cajas de los mismos, cables, cristales, cuerdas, tubos, plásticos, alambres… En la cárcel sería todo un ser de lulz.
Obviamente el 99% de todo esto se va a la basura antes de entrar en casa, parte de lo anterior es lo que ha conseguido sobrevivir a todo lolocausto de fustigación escobil pro-limpieza al que mi señora madre me ha sometido a lo largo de mi tierna niñhez.