Durante varios días seguidos sufrí lo que tras diferentes idas y venidas al hospital y un escáner cerebral me diagnosticaron con el bonito nombre de "cefalea en racimos", o "cefalea de Horton". Al leer sobre ello, descubrí que también se le llamaba, más coloquialmente, "dolor de cabeza suicida", ya que mucha gente se ha terminado, literalmente, suicidando en uno de los ataques porque han preferido morirse de verdad a aguantar el dolor. Recuerdo perfectamente el artículo que leí en su día, que hoy sigue colgado:
La cefalea en racimos es uno de los síndromes de dolores de cabeza más extraordinarios observados en la práctica clínica. Ser testigo de un ataque de cefalea en racimos es una experiencia difícilmente olvidable. Los ataques de cefalea en racimos siguen un modelo estereotípico. La cefalea de Horton se caracteriza por ataques de dolor extraordinariamente severo, constante, taladrante, de carácter uniforme, localizados en la región periorbital o temporal, unilateral en el 90% de los casos, no sobrepasa la línea media y reaparece una y otra vez en el mismo lado. Va acompañado por fenómenos ipsilaterales de disfunción autonómica, como un ojo enrojecido, lagrimeo, ptosis, miosis, edema de párpado, rinorrea, obstrucción nasal o hiperhidrosis de un solo lado del rostro (descarga colinérgica excesiva, pero puede existir cefalea de Horton sin síntomas autonómicos en un 30%). No existe aura y el dolor alcanza el acmé en unos pocos minutos.
Localización de la cefalea en racimo
Los ataques tienen una duración de entre 15 – 180 minutos, en la mayoría de los casos de 30 a 60 minutos.
El paciente suele describir el dolor como si el ojo fuera empujado a salir de su órbita, o como cuchillos que se clavan en el ojo. Otros relatan cuchillos al rojo en el ojo. El dolor se puede irradiar a la dentadura, la garganta (donde se describe como el dolor del espasmo esofágico causado por una bebida muy fría) e inclusive a cuello y hombro. El dolor es máximo en el ojo o en su entorno, pero en la quinta parte de los casos predomina en la región maxilar. El paciente se mantiene en continuo movimiento aunque esté sentado, con gran agitación psicomotora (al contrario del paciente con migraña) y puede arrastrarse por el suelo, golpearse la cabeza en la pared y se presionan la zona dolorosa con las manos. Algunos pacientes se tornan agresivos durante el ataque, rechazan a su familia e incluso algunos intentan el suicidio por la intensidad del dolor. La arteria temporal puede verse dilatada a simple vista, pero el dolor no es pulsátil (la vasodilatación no explica el dolor)
Cefalea de Horton. - Revista Electrónica de PortalesMedicos.com
También hay algunos que han decidido colgar sus ataques en Youtube para divulgar el conocimiento de esto, que por lo visto no es muy grande.
Lo cierto es que la tía esta del vídeo se pone bastante peor de lo que yo me puse, afortunadamente para mí y desgraciadamente para ella. Recuerdo vivísimamente la sensación de querer reventarme la cabeza contra cualquier pared, ella recurre a que su novio le dé golpes en el lado que le está doliendo. El remedio que se emplea actualmente, y que usaron comigo, fue el de endiñar oxígeno a tope, eso es lo que ella hace también.
Este tío también se graba
Le dura el ataque unos veinte minutos, lo ve venir, porque se ve venir, empieza poco a poco y se intensifica y en un momento dado explota, lo pasa y se le va. Ya luego le vendrá otro al cabo de un rato, que puede ser una hora dos o tres, así que pasas el día entre el dolor más agudo que un ser humano puede sentir y cuando no con el acojone por si te viene otro en unos minutos. Como si un torturador te saca un ojo y te dice "ahora en un rato vengo a por el otro" pero no sabes cuándo exactamente y cada ruido te parece que es el torturador que se acerca. La putada es que eso te lo pueden hacer dos veces, esto te puede pasar muchas más. Lo realmente chungo de esto es que los ataques son verdaderamente criminales y que dado que va y viene varias veces al día la gente que lo sufre puede seguir viviendo, porque si no, no podría. En
esta entrevista con una neuróloga, la tipa dice, literalmente, que si el dolor durase mucho más sería prácticamente incompatible con la vida. La mayoría de la gente tiene temporadas de episodios con ataques, que pueden durar varias semanas, desaparecer y volver al cabo de equis meses o quizá años. Luego hay gente que los tiene dos semanas sí dos semanas no y un mínimo porcentaje que no presenta episodios libres de ataques y los tienen a diario.
Como digo, a mí me dio unos días seguidos allá por 2006 o así. Luego se volvió a repetir en dos ocasiones únicas, esporádicas, una tres años después, y una más otros tres años después. Desde entonces, nada. Afortunadamente.