ruben_clv
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- 5 Sep 2005
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Los únicos simpas que he hecho han sido para cenar o beber gratis. La primera vez arrastrado por una mujer, cómo no, y sentí pánico al salir por la puerta de la bodega, luego nerviosismo una vez en la calle, pensando que saldrían corriendo tras mío y, al final, un alivio gozoso cuando me di cuenta de que nos habíamos salido con la nuestra. Y se cumplieron todas las predicciones y al poco quise volver al lugar del crimen, pasar por delante y sonreír mirando a través del cristal, y me quedó claro que esa sensación enganchaba y valía la pena revivirla.
Y desde entonces cuatro o cinco veces más, la más notable en el puerto de Valencia, siendo ocho o nueve personas tomando copas en una terraza, con una cuenta de algo menos de doscientos euros. Y es tan sencillo que da risa, porque si en un local tienen bastante trabajo sólo hay que prestar atención a los detalles. He obrado igual en un par de sitios y por ahora he tenido suerte. Te sientas y disfrutas de la comida o la bebida, te atiende un camarero amable y tú sigues a lo tuyo. Luego pides la cuenta, tus compañeros se levantan y te diriges con la cuenta en la mano a pagar, incluso te despides del camarero si quieres. La gente se va alejando o saliendo del local, tú sujetas la cuenta en la mano y sigues caminando, pasando de largo la caja, como uno más. Obviamente no vale para cualquier local, hay que tener vista, pero ahora en verano hay terrazas en todos los sitios y normalmente van de culo. Cuando pides la cuenta el camarero se relaja, da por hecho que vas a pagar, y al de la caja le pasa algo parecido, ya que piensa que ya le has pagado al camarero.
Y desde entonces cuatro o cinco veces más, la más notable en el puerto de Valencia, siendo ocho o nueve personas tomando copas en una terraza, con una cuenta de algo menos de doscientos euros. Y es tan sencillo que da risa, porque si en un local tienen bastante trabajo sólo hay que prestar atención a los detalles. He obrado igual en un par de sitios y por ahora he tenido suerte. Te sientas y disfrutas de la comida o la bebida, te atiende un camarero amable y tú sigues a lo tuyo. Luego pides la cuenta, tus compañeros se levantan y te diriges con la cuenta en la mano a pagar, incluso te despides del camarero si quieres. La gente se va alejando o saliendo del local, tú sujetas la cuenta en la mano y sigues caminando, pasando de largo la caja, como uno más. Obviamente no vale para cualquier local, hay que tener vista, pero ahora en verano hay terrazas en todos los sitios y normalmente van de culo. Cuando pides la cuenta el camarero se relaja, da por hecho que vas a pagar, y al de la caja le pasa algo parecido, ya que piensa que ya le has pagado al camarero.