La última palabra
Novato de mierda
- Registro
- 5 Ago 2014
- Mensajes
- 70
- Reacciones
- 5
Todos los que visitamos esta madriguera lo hemos sufrido. Todos nos hemos visto superados por una polifonía de estímulos estéticos, por enjambres de sensaciones muy por encima de nuestra capacidad de percepción. La belleza nos turba, nos supera, nos provoca emociones ingobernables. Somos tan sensibles y desvalidos, siempre tan receptivos a cualquier pequeña veleidad, a cualquier capricho artístico. Esto es correcto, es bueno y debemos presumir de ser víctimas de una patología tan regia. Sin embargo algunos, con los años, visitamos otros territorios menos ambiciosos, sufrimos enfermedades más abyectas y miserables. Nos volvemos viejas ánforas de recuerdos que maceran de forman insana. Es un crisol corrompido que no sabemos digerir. Llega un momento en nuestras vidas en el que el camino recorrido exige cuentas, exige destinos concretos y acciones determinantes.
Arrebatos de nostalgia que al igual que la belleza nos somete a un vértigo desbordante. Pensamos en los años recorridos, en cada estación de paso que nos llevó hasta aquí, en todas las personas y hechos irrecuperables. En la veintena, cuando éramos jóvenes altivos, jóvenes airados, jóvenes insolentes que nos creíamos inmortales, que imaginábamos eterna nuestra plenitud, nada nos azoraba, sólo el hambre y la velocidad. El horizonte era de oro y las promesas se cumplirían sin duda. Pero los años pasan, las grietas se dilatan y se filtra la desazón, la incertidumbre y cierto crujir inquietante. No es grave pero hay que prestarle atención. Ya no es una remembranza amable e inofensiva, es otra cosa más densa y eléctrica, algo agraz y punzante, algo que enfría el pecho y el estómago. Es el tempus fugit, es el tiempo pasado doblando la esquina, el camino que se curva hacia abajo.
Hubiera querido abrir este hilo en el General, por su máxima repercusión, por si sirve de lenitivo a algún forero atormentado por las mismas cuitas. Pero me temo que el resultado sería siempre el mismo. Vacío e insultos. Me tirarían compresas contra las pérdidas de orina y tangas. "Maricón, póntelo y baila para nosotros. Queremos divertirnos" Hoy no, hoy estoy de ahogos y sofocos, hoy quiero aire, luz y esperanza. Decidme si os azoráis por la misma causa, si mirar por el retrovisor y observar el punto de partida os provoca un vahído de nostalgia desagradable. En la cúspide de mi vida, feliz y enamorado, a mí, que no deberían ocurrirme estas cosas, van, y me ocurren. Pero que bien me están sentado los 40, joder, como los estoy gozando.
Arrebatos de nostalgia que al igual que la belleza nos somete a un vértigo desbordante. Pensamos en los años recorridos, en cada estación de paso que nos llevó hasta aquí, en todas las personas y hechos irrecuperables. En la veintena, cuando éramos jóvenes altivos, jóvenes airados, jóvenes insolentes que nos creíamos inmortales, que imaginábamos eterna nuestra plenitud, nada nos azoraba, sólo el hambre y la velocidad. El horizonte era de oro y las promesas se cumplirían sin duda. Pero los años pasan, las grietas se dilatan y se filtra la desazón, la incertidumbre y cierto crujir inquietante. No es grave pero hay que prestarle atención. Ya no es una remembranza amable e inofensiva, es otra cosa más densa y eléctrica, algo agraz y punzante, algo que enfría el pecho y el estómago. Es el tempus fugit, es el tiempo pasado doblando la esquina, el camino que se curva hacia abajo.
Hubiera querido abrir este hilo en el General, por su máxima repercusión, por si sirve de lenitivo a algún forero atormentado por las mismas cuitas. Pero me temo que el resultado sería siempre el mismo. Vacío e insultos. Me tirarían compresas contra las pérdidas de orina y tangas. "Maricón, póntelo y baila para nosotros. Queremos divertirnos" Hoy no, hoy estoy de ahogos y sofocos, hoy quiero aire, luz y esperanza. Decidme si os azoráis por la misma causa, si mirar por el retrovisor y observar el punto de partida os provoca un vahído de nostalgia desagradable. En la cúspide de mi vida, feliz y enamorado, a mí, que no deberían ocurrirme estas cosas, van, y me ocurren. Pero que bien me están sentado los 40, joder, como los estoy gozando.