Puras fantasías (aunque lo de Indiferencia no parece que lo sea).
Yo voy a hablar de un poder real, heredado de mi padre, y efímero. El poder de flotar, de volar.
Cada noche, antes de cumplir los seis años de edad, y antes de que fuera la hora de cenar, me retiraba a la parte más lejana y oscura del salón de estar cuyas luces siempre estaban apagadas. Entonces me paraba, extendía los brazos cual Jesús crucificado (por aquel entonces aún no había visto ninguno, que conste), cerraba los ojos, me concentraba, y tras un rato dejando volar mi mente, flotaba. Dejaba de sentir mis pies aplastando el suelo, y mi cuerpo se volvía ligero cual pluma.
No me cabe duda de que flotaba de verdad, porque se acompañaba de la correspondiente estimulación de todos mis sentidos. Y porque lo hacía todas las noches, sin excepción. Cuando encendían las luces para avisarme para que fuera a cenar, sonriente les decía que había estado volando.
Tiempo después, mi padre me confesaría que de niño tenía la costumbre de volar, estando en duermevela, y que también lo percibía como algo absolutamente real. Pero que, lamentablemente, el desarrollo de las estructuras nerviosas, o quizás simplemente la maduración, nos despojaba de tan maravillosa y onírica habilidad.
Ciertamente, a veces echo mucho de menos ese poder. He intentado, desde que superé la barrera de los seis años, intentar recuperarlo, pero parece que soy incapaz de concentrarme o relajarme lo suficiente. Así como hoy en día soy incapaz de dominar mi voluntad para ser coherente, firme y tener una vida. Pai-mei dijo algo parecido, creo:
pai-mei rebuznó:
Desde luego el superpoder que no tenéis es la ambición, hijos del conformismo.
Aún así, no os reprocho que fantaseéis con tonterías propias de cómics de Marvel, porque eso significaría que habéis alcanzado todos los poderes posibles existentes en cada ser humano, y que estáis aburridos y queréis dar un paso más allá, aunque sea mediante la imaginación. Os envidio.