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EL OTRO PUNISHER
A finales de la década de los 80, Dolph Lundgren comenzó un viaje sin retorno al oscuro, extraño, raro y muchas veces adictivamente fascinante mundo de las películas B, uno de los grandes placeres culpables de muchos cinéfilos. El sueco experto en artes marciales obtuvo el papel principal en The Punisher en 1989.
El director fue Mark Goldblatt, un talentoso y reconocido editor de filmes de acción, entre los que se encuentran Terminator y Terminator 2, ambos producidos por Gale Ann Hurd, quien curiosamente es la productora de El Castigador de este 2004. The Punisher fue la segunda y última cinta de Goldblatt en la silla grande.
Su versión fue lanzada directo a video sin haber sido estrenada en los cines de Estados Unidos. Ahí encontramos a un Frank Castle inmerso ya en su alter ego de Punisher. Un solitario vengador que trata de impedir que los diferentes jefes del crimen organizado de su ciudad se unan, a la vez que la mafia japonesa, conocida como Yakuza, intenta apoderarse del tráfico y distribución de drogas.
El más grande pecado de este filme no son ni su bajo presupuesto ni sus poco afortunados actores, o su omnipresente violencia (¡en la que mueren más de 100 personas!). Por el contrario, todo ello contribuyó para convertirla a lo largo de los años en una película de culto entre los aficionados. El más grande pecado de aquel Punisher consistió en que no portaba la emblemática calavera blanca en el pecho, algo que muchos otros fans no han podido perdonar.
agur.