Sr. Brans rebuznó:
Es genial. Sublime.
Hace poco pensé que podría ser tema para hilo, lo sigo pensando, pero no sé bien cómo formularlo para que dé cancha.
Cuando alguien te deja, te da una patada en la moral, te hace daño de verdad. Por eso es maravilloso convertir esa molestia, esa tortura psicológica autoinfligida cada noche, ese vacío existencial, en la única razón para vivir: LA VENGANZA.
Una venganza perfecta. Sutil, imperceptible, pero infalible. Como pegarle un tiro en la frente a tu enemigo, en plena plaza del pueblo, sin que nadie más que tú y el tiroteado pueda escuchar la detonación. Ni siquiera ver correr la sangre, porque mana por dentro.
Lo piensas y parece inmaduro, no debería uno necesitar a nadie, ni mucho menos su rechazo, para ser mejor en la vida, pero al mismo tiempo, tras vivirlo, te das cuenta de que es una energía tan potente que no tiene igual. No hay fuerza de voluntad que pueda compararse a la voluntad de resarcir viejas heridas.
Muchos tíos se vuelven destructivos, hacen daño de formas muy explícitas, publican fotos privadas, dicen cosas horribles al viento, hacen gala de un despecho poco disimulado, poco elegante. No está de más ese punto de vista femenino, ese gusto por las más gráciles puñaladas, por las pequeñas grandes victorias, por el dolor más duradero, el de la culpa, el de la DUDA.
Como dice Cela en una dedicatoria:
Dedico esta edición a mis enemigos, que tanto me han ayudado en mi carrera.