A mí es que estas cosas me hierven la puta sangre. Si hay alguien DESPRECIABLE es ese progenitor que intenta vivir el sueño irrealizado de su infancia a través de sus hijos. Véase el caso de esta mujer con la cría o el del padre que, obsesionado con que su hijo sea el nuevo Gasol, le lleva todas las semanas al fútbol a pegar gritos.
Pero aún hay otra cosa que revienta más las pelotas, y es ver a gente sin un proyecto de vida definido, desenfocado. Es el caso de esta niña, cuyo único fin parece ser el convertirse en famosa a toda a costa, a base de dejarse 400 euros en potingues al mes. Convendría recordarle a la madre que la fama no es una ocupación, sino una consecuencia de tu trabajo. ¿A quién no le suenan los nombres de Zak Dolan, Alexander Blumke, Tom Chanpheng, Jakub Slemr, Brian Selden, Kai Budde, JON FINKEL, Tom Van de Logt, Carlos Eduardo Romao, Daniel Zink, Julien Nuijten, Katsuhiro Mori, Mikihto Mihara o Uri Peleg? Todos ellos son celebridades mundiales, y han alcanzado un estatus de SEMIDIOSES gracias a una plena devoción hacia su empleo.
Cuando YO construyo una baraja me centro únicamente en un concepto del juego, y excluyo todo lo que queda fuera de éste. Si voy a aggro, voy a aggro, pero no meto combo porque me guste. Lo mismo hago en mi vida, desde que decidí dedicarme full time a mi carrera como jugador de Magic. Mi objetivo es ser profesional, y todos mis actos conducen a ello.
Dicho esto, aún siendo despreciable tener como objetivo en la vida ser famoso, la situación de esta madre con su hija es altamente favorable para su consecución. El camino no es otro que Magic: The Gathering.
Si yo tuviera a una niña a mi entera disposición desde el momento en que nace y 400 euros al mes para invertir en ella, lo último que haría sería comprar cosméticos. En su lugar, me dedicaría a gastar ese dinero en conseguirle un buen pool de cartas. Desde muy pequeña le iría familiarizando con el mundo del Magic, sustituyendo los cuentos infantiles a la hora de dormir por las FASCINANTES historias en las que se ambienta El Juego, así como le enseñaría a sumar y restar consultando guías de precios de cartas, para que aprendiese a optimizar los recursos económicos. A los cinco años ya sabría jugar a buen nivel, y, paralelamente a su escolarización me encargaría de darle una formación alternativa, consistente en la Historia del Magic, los mazos dominantes de todas las épocas, los mejores jugadores y un apartado especial para los ilustradores. A los dieciséis años, ABRUMADA por la grandeza de El Juego decidiría poner fin a sus estudios para iniciarse en el Magic profesional. Habríamos alcanzado a esas alturas tal nivel de complicidad que ni siquiera me habría dicho lo que querría hacer: yo ya lo sabría. Así, el día de su cumpleaños se encontraría con un MONUMENTAL pool de cartas que habría ido acumulando para ella durante todos estos años, secretamente. Durante ese tiempo yo le habría dado bastante uso a esas cartas, para que cuando mi niña las heredera no tuvieran valor comercial alguno, y no pudiera hacer otra cosa con ellas que no fuese jugar, adquiriendo un compromiso vital con ellas, cual kensei con su espada, ya que de ellas dependería su supervivencia en el futuro, pues ese mismo día ya estaría borrada del colegio, eximida de sus obligaciones académicas. También le llevaría al primer escalón en su carrera de profesional, su nuevo empleo en mi tienda habitual, limpiando vitrinas. Y de ahí al SUPERESTRELLATO como jugadora profesional. Dinero, fama y reconocimiento, que al fin y al cabo es lo que quiere la puta de la madre de la cría.