Black Adder
Plagiador de mierda
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Cuando el viernes dejé la medicación no esperaba el aumento exponencial tanto de mi intelecto como de mis sentidos. Estoy pensando, incluso, que las putas pastillas eran un escudo del lobby judío para aislarme del mundo y evitar así que descubriera la conexión entre todos los actores conspirativos. Como ya sabéis, mi línea de trabajo es, aparte del rey caimán, la conexión Fritzl-McCann. Me he pasado todo el domingo haciéndome pajas con un casco de papel albal para captar mejor las ondas de información que dibujaban en mi cerebro postales certeras del asunto. Cada media hora llamaba al chaval que me actualiza el user para mandarle estos gráficos irrefutables, si bien él prefiere referirse a ellos como subnormaladas chapuceras de las que se hacen con el paint. Pero no le hagáis caso, él una vez se compró un iPad. Así que os invito a ignorar a ese gilipollas y a uniros a la búsqueda de la conspiración.
El fascinante canal Odisea, Odisseia en portugol, tiene unos documentales muy interesantes sobre las cárceles más problemáticas del mundo, pero el otro día me dejó hacendado con los hábitos sexuales extremos del demonio de Tasmania. Resulta que las hembras de esa raza sucia, violenta y antisocial son muy selectivas con los genes de los machos que las quieren fecundar, así que sólo permiten la cópula a aquellos especímenes que las ganan en un combate cuerpo a cuerpo.
Y la naturaleza, que en su inconmensurable sabiduría es consciente de que esta reticencia podría desembocar en la eventual desaparición del demonio de Tasmania, castigó a las hembras con una protuberancia a la altura del cogote. Cuando llega la época de procrear, los machos atrapan a las hembras mordiéndolas por esa extraña parte de su anatomía, las arrastran hasta su guarida y las obligan a fornicar durante horas. Horas.
Qué fácil sería, ¿eh? Qué fácil sería todo. Sé que muchos de vosotros habéis estado lanzando ataques infructuosos en antros de mala muerte que responden al nombre de Pacha Madrid o similares. Comentad vuestros fracasos hijos de puta.
El fascinante canal Odisea, Odisseia en portugol, tiene unos documentales muy interesantes sobre las cárceles más problemáticas del mundo, pero el otro día me dejó hacendado con los hábitos sexuales extremos del demonio de Tasmania. Resulta que las hembras de esa raza sucia, violenta y antisocial son muy selectivas con los genes de los machos que las quieren fecundar, así que sólo permiten la cópula a aquellos especímenes que las ganan en un combate cuerpo a cuerpo.
Y la naturaleza, que en su inconmensurable sabiduría es consciente de que esta reticencia podría desembocar en la eventual desaparición del demonio de Tasmania, castigó a las hembras con una protuberancia a la altura del cogote. Cuando llega la época de procrear, los machos atrapan a las hembras mordiéndolas por esa extraña parte de su anatomía, las arrastran hasta su guarida y las obligan a fornicar durante horas. Horas.
Qué fácil sería, ¿eh? Qué fácil sería todo. Sé que muchos de vosotros habéis estado lanzando ataques infructuosos en antros de mala muerte que responden al nombre de Pacha Madrid o similares. Comentad vuestros fracasos hijos de puta.