Lo del horno como armario de sartenes es lo más común del universo. No es la primera ni la segunda ni la tercera vez que lo veo. En casa de mi madre pasa exactamente igual, las guarda allí, la jodía, porque el horno no lo usa nunca.
Se acaba de ir, precisamente, la que me limpia la casa. Hasta los cojones me tiene, creo que es el primer día que no me rompe algo. Me encantaría que la puta loca del vídeo de Cáncer entrara un día a mi casa y limpiara hasta debajo de las baldosas.
Tras muchos años de hacerlo yo y sufrir horrores por tener que hacerlo, y no sólo por hacerlo, sino por pensar desde el martes "dios, y el fin de semana tengo que limpiar", decidí que ya estaba bien y que me iba a quitar ese sufrimiento de encima por veinte euros a la semana. Dicho y hecho: fue contratar a una para que lo hiciera y caérseme lágrimas como mandarinas el primer día que tras una dura jornada de trabajo llegué a casa y me la encontré limpia, con todo planchado y en el armario, ventilada, oliendo a limpio, sin nada por el suelo, el baño resplandeciente, todo colocadito. Fue, lo recordaré mientras viva, uno de los momentos de más intensa felicidad de mi vida. No exagero. Yo teniendo la casa limpia y un plato de comida hecha al llegar de trabajar soy un 74'32% más feliz.