ilovegintonic rebuznó:
Curiosamente coincide con que cuanto más endiosadas, menos valen. Lo de la burbuja sexual que dice percutador me parece de lo más acertado. Estas endiosadas nos intentan vender una mujer esencialmente cutre a precio de qué se yo... de Emmanuelle Bèart, por poner un ejemplo.
Y por retomar un poco el tema del hilo, hagamos todos un acto de contrición y reflexionemos si no hemos cometido el pecado que comete el mono sin tetas protagonista del relato de Pai-mei
Es que si te paras a pensarlo es un medio de control social como otro cualquiera.
La manera de oprimir al sujeto es condicionar la satisfacción de sus necesidades más básicas.
Una necesidad básica del individuo es conseguir un techo donde dormir. A día de hoy tiene que hipotecar su vida para lograrlo, tener una deuda descomunal con un banco que corresponde a 30 años de su trabajo, por algo que no cuesta construirlo eso, ni mucho menos, entre el precio del suelo y el de la construcción no suponen ni la décima parte de lo que se paga por ello.
Otra forma de control social, es la satisfacción de su necesidad sexual. El ser humano necesita mantener relaciones sexuales, puesto que es una necesidad fisiológica y de no hacerla, surgen multitud de problemas psicológicos e incluso somáticos.
Fijaos que muchas mujeres psicológicamente están mal, tienen ansiedad, depresión, neurosis más o menos acentuada, eso es por causa de su represión sexual.
Pero a través de la represión consiguen poder sobre el varón. El varón desea mantener relaciones sexuales con ella, pero ella las da a cuenta gotas, chantajeando con ello a cambio de tenerle fidelizado, de que cumpla con lo que ella quiera o desea de él.
Muchos por sexo se emparejan, cumplen el rito del noviazgo mientras buscan sexo de otras mujeres. Así surgen esas rupturas repentinas que tanto las sorprenden (por ejemplo a Danita o a Cheshire Katua) porque si estaban con ellas posiblemente fuera básicamente por el sexo pero lo habían planteado como una relación de noviazgo para conseguirlo, que de otra forma pensaban que no lo obtendrían.
No nos diferenciamos tanto de los cavernícolas de los que hablaba pai mei, porque si te fijas nuestras inquietudes vienen a ser las mismas: encontrar un techo y una hembra con la que copular. Pero de controlar nuestras necesidades, surge el poder sobre nosotros.
Las primeras civilizaciones tanto en Mesopotamia como en Egipto, surgen del hecho de que la gente no podía huir, habían construido canalizaciones y regadíos que les hicieron asentarse en un territorio del que una vez conquistados u oprimidos por una casta guerrera, no tenían adónde marcharse, pues alrededor de ellos solo quedaba el desierto. Así aguantaron las leyes que los poderosos les imponían. Es en la ciudad donde surge la sociedad tal y como la conocemos, como forma de opresión sobre el individuo, que ahora se llama libertad pero no es tal, pues estás oprimido para la satisfacción de tus necesidades más básicas, que la moral en el caso sexual ha impuesto su represión a no ser que cumplas con lo que socialmente se exige de ti.
Fijaos que incluso las que mantienen relaciones sexuales esporádicas, se sienten culpables y tratan de mentirse y autojustificarse continuamente (ellas nunca lo hacen en la primera cita, te dicen). Así pues, si uno pretende tener sexo o una vivienda o bienes ya no de consumo intrascendente sino básicos, tendrá que pasar por el aro y amoldarse plenamente así como su vida y sus hábitos y al final su mentalidad al rebaño, al rol social.
Pero hasta que punto merece la pena mantener una relación con una persona cuyo afán es mangonearte, cambiarte, dominarte, manipularte constantemente, entrometerse en tus asuntos, en tu vida, en tus amistades, en todo, llevarte por donde ella quiera, únicamente para satisfacer tu instinto sexual, porque en el fondo es eso, si no existiera ese deseo sexual, no habría parejas. Muchos son los que han caído en esa trampa, se han conformado, han claudicado, viven, amargados la mayoría, con una mujer que les llevó a hipotecarse, a tener hijos, a trabajar como cabrones, y llevar una vida que no es la que les gustaría, sino la que ellas quieren y aspiran, de tener su pisito con su tresillo y cortinas a juego, los niños, las comidas en casa de mamá los domingos, y no salgas con los amigos, y estate pendiente de mí.
Pero la alternativa de ligar con mujeres a las que se abandone en cuanto tengan pretensiones de controlar nuestra vida, termina siendo una rutina asqueante completamente, pues es repetir los mismos trucos e historias y mentiras de siempre una vez tras otra con el objetivo de conseguir tener sexo con ella. Uno, además, se siente mal, porque sabe que está mintiendo a esa persona, que él no pretende ser su príncipe azul, sino satisfacer a su costa esa necesidad básica sexual y también por qué no que ella la satisfaga, pero ellas no se lo plantean así, recuerdo haber leído a pepoo que a ella le daban asco los hombres que sabía que únicamente la deseaban para el sexo, como dando a entender que buscaba una relación, es decir una manera de controlar a un chico.
Otros lo verán como “ella también pretende utilizarme a su manera, luego yo la utilizo a ella, soy más listo que ella”. Aún partiendo de ese supuesto, ya digo que la rutina del cortejo, que puede repetirse durante años y años con muchas mujeres distintas, llega a cansar. Es como si tuviéramos que asistir a 10 entrevistas de trabajo al año durante toda nuestra vida, algo agobiante, que al final uno se plantea si la satisfacción de ese impulso sexual, lo merece.
En realidad necesitamos follar y nos lo niegan, nos lo dificultan como forma de oprimirnos de tener poder sobre nosotros. Tradicionalmente desde el Poder, desde la Moral que imponía severos castigos a quienes buscasen la satisfacción sexual fuera de los cánones represivos establecidos, mientras los poderosos si obtenían ese sexo de manera fácil.
Y nuestra hostilidad hacia las mujeres nace de la manera en que abordan el sexo o la misma relación con los chicos, llenas ellas de represión, de frustración de un anhelo de poder sobre ellos basado en una necesidad común, que ellas reprimen y envuelven de hipocresía y prejuicios. Pero el poder es muy goloso, lo es para ellas, y ese poder de aumentar su ego, que fuera del juego sexual, no han encontrado muchas, otras formas de cultivarse y rellenar, resulta odioso. Repugna la manera en que manipulan a los tíos dándoles a entender que son receptivas para después dejarles claro que no se irán con ellos, porque así rechazando a otros, se sienten poderosas y divinas de la muerte. ¿Acaso no son repugnantes? ¿Acaso no son despreciables? Muchas como en este foro acabarán solas, abandonas por otros que tras pasar su ruin y mezquina barrera de prejuicios y complejos logren percutirlas para a la postre solo despreciarlas por ser como son y abandonarlas por cualquiera otra que se haya abierto de piernas, quizá con mayor facilidad y menos engreimiento. Y de ahí surgen sus problemas, sus neurosis, su insoportable carácter por ser tan reprimidas y vivir su sexualidad no de una manera natural, como una necesidad que hay que saciar incluso de manera lúdica, como la comida, sino como una forma de poder sobre alguien.
Ya algunos nos parecen grotescas, con esos aires que se dan, con esa manera de juzgar y rechazar y con ese final que las acecha: solas, abandonas, maltratadas quizas, repudiadas por la sociedad cuando sean gordas, invisibles, imposible que nadie ya las desee, y amargadas.
¿Merece la pena entrar en su juego? Desprecian a las prostitutas y el precio que ponen ellas es mucho mayor.
Un saludo