Amor a primera vista en un ambulatorio.

Slowhand

RangoFreak
Registro
17 Ene 2010
Mensajes
6.480
Reacciones
28
Un simple y abigarrado concepto, abyecto para los misoginos del rapiñas, ajado para los que odian tener que leer sobre ello continuamente, deferente para quien quiera subir a este barco llamado post; EL AMOR.

Un joven soñador; yo.

Un contexto; el ambulatorio.

Un instrumento; una enfermera.

Un fin; el amor.

-------------------------------------------------------------------------------------

Aqui estoy.

No me gusta la espera. Esperar es momento de reflexionar. No me gusta reflexionar en medio de un emuntorio de virus, enfermedades, desidia y bajeza. ¿A quien le puede gustar algo asi?.

Llevo varios minutos dandole vueltas a una idea, a un pensamiento. Un pensamiento con el que tengo que vivir, o mas bien, convivir. Estoy obligado a estar a solas con el, a sentirme helado por su presencia, doblegado ante su peso.

Sigo inmovil, adormecido, con una sonrisa en la boca y la mirada fija en la tersa reverberacion que acaece en el techo. No podia, o quizas no debia, volver a la realidad. El gelido aire procedente de los conductos de ventilacion me ha devuelto a la realidad. Vuelvo a sentir el bullicio del gentio, las tragicas miradas de aquellos enfermos, los palidos rostros de las personas que esperan con furor, nervios y resignacion, un veredicto, una mala noticia.

No me gusta la espera. Te obliga a salir en estampia del presente, para recrear situaciones, historias, momentos, elecciones, o simplemente fabricar ucronias. La espera es una mierda. ¿A quien le puede gustar algo asi?.

Ha llegado mi turno. Debo someterme al juicio de un desconocido, y peor que todo ello, es el deber de creer en su palabra. ¡Hay que ver! me digo a mi mismo, mientras siento un escalofrio. Un escalofrio de fiebre en los riñones. ¡Hay que ver quienes han sido antes que yo huespedes de ese habitaculo blanquecino, luminoso, provisto de un olor extraño!¡Seguro que entre estas cuatro paredes, mas de uno, y mas de una, dieron sus ultimos pasos, como bestias en una jaula! pero he de entrar, no hay mas remedio. Debo resollar, alzar la mirada, mover estas temblorosas piernas, y entrar ahi, como si de un valiente general se tratase. Voy adentro.

No escucho ruido alguno, todo esta en calma. Una silla, una persona y una puerta cerrada es el resquicio del que precisaba para sentirme en calma. Parece mentira como algo tan simple puede generar semejante tranquilidad. Ya no se oyen las pesadas puertas abrirse y cerrarse, los comentarios y golpes de la gente mutilando mis oidos, los manojos de llaves resonando y rechinando, los pasos precipitados que hacian temblar las escaleras del recinto, y voces llamandose y respondiendose de un extremo a otro de largos corredores. Vuelve todo a ser calma. Vuelvo a ser un mudo en medio de este paramo luminoso donde sere objeto de juicio.

Me he quedado petrificado. He olvidado todo lo que se, todo lo que sabia, y si fuese posible, todo lo que algun dia sabre. Acabo de ser victima de un ataque visual, un ataque del que espero, no me pueda reponer:

¡Pero que bella es!

Una sicalipsis hecha enfermera. La primera mejor impresion que un ser humano puede padecer. Se trata de un suntuario con vagina. Una mujer -que digo mujer, ¡una chica!- de prosapia europea, unos finos pero jugosos labios, un rostro idumeo, una inmarcesible sonrisa, blanca y cristalina, unos tenebrosos ojos, todo ello aderezado a unos tacones que han resultado ser la mecha de mi deseo. Seguro que tiene un corazon lleno de vida y verdad. Cada segundo que pasa, se vuelve mas joven, mas bella, mas hermosa, mas ideal.

¡Pero que bella es!

Mi espiritu, joven y rico, esta lleno de fantasia, y me divierto representandola una tras otra, sin orden ni fin, bordando la tela que envuelve nuestra vida. Ahora estoy preso; ¡mi cuerpo y mi mente estan encadenados a esta chica!¡Mi mente esta encarcelada en una idea, una exhuberante idea; el amor!.
Me he enamorado a primera vista, como vulgarmente se suele decir.

Es hora de presentarme ante ella. Es el momento de humanizar este rostro provisto de la ensoñacion, de la ilusion que me hace sentir esta bella enfermera, y abordarla con mis problemas gripales. Es el instante correcto.

*

Mientras me habla, me siento libre, agusto, en calma conmigo mismo. ¡Es una voz tan fragil y dulce! pero debo prestar atencion a sus palabras. Ella sera el remedio de todos mis males fisicos, asi que debo sobreponerme a esta alharaca de admiracion que siento por ella. ¡Pero mirala!¡Es tan perfecta!¡Me trata con una indulgencia que me abruma, que me obnubila, que desarma mis defensas! pero debo sobreponerme a todo ello.

Su discurso medico esta a punto de terminar, lo siento, no noto, lo palpo. Cuando termine, perdere todo el aplomo, me vere obligado a levantarme, dar las gracias, e irme por donde he venido. ¡No se puede cortejar ni galantear a una chica en plena enfermedad!¡Esta enfermera no se lo merece! seguire mi camino, y el vacuo recuerdo de ella se transformara en el olvido que desmorone mi mente.

No me atrevo a imaginar una hipotetica vida con ella. Estan perfecta, tan ideal, tan idonea, que mi mente no es capaz de concebir una vida a su medida, a su imagen y semejanza. La verdad es que me alegro de no poder hacerlo.

**

Mientras bajo las escaleras, me tiemblan las piernas. Mientras paseo por el vestibulo, se me nubla la vista, me atormentan los pensamientos, y me siento despiadadamente raro.

Estoy tumbado en la cama, leyendo, pero con la television puesta. No soy capaz de concentrarme en una sola cosa, y debo utilizar toda mi fuerza mental en olvidar este episodio lamentable.

Es increible lo que es capaz de hacer la fiebre.


*Conversacion medica de la cual no dare detalles por motivos obvios.

** despedida medico-paciente
-------------------------------------------------------------------------------------

Bueno, despues de esta mierdosa pseudohistoria de pacotilla, no pretendo buscar opiniones sobre mis actos, puesto que creo tener la capacidad necesaria para deducir las consecuencias de mis propios actos. Si aun asi os veis obligados a llamarme subnormal, idiota, cobarde, etc, lo respeto. Para eso se abre un hilo en putalocura :lol: pero creo que el hilo no es un manual de autoayuda.

Lo que de verdad me gustaria saber, es que hubieseis hecho vosotros ante dicha situacion. ¿Como hubieseis actuado?¿Que hubiera pasado?
 
Slowhand rebuznó:
No me atrevo a imaginar una hipotetica vida con ella. Estan perfecta, tan ideal, tan idonea, que mi mente no es capaz de concebir una vida a su medida, a su imagen y semejanza. La verdad es que me alegro de no poder hacerlo.

Ojalá fuese tu padre, te daría el consuelo que necesitas:

06_500.jpg
 
Slowhand rebuznó:
(...)

No me atrevo a imaginar una hipotetica vida con ella. Estan perfecta, tan ideal, tan idonea, que mi mente no es capaz de concebir una vida a su medida, a su imagen y semejanza. La verdad es que me alegro de no poder hacerlo.

**
(...)

*Conversacion medica de la cual no dare detalles por motivos obvios.

** despedida medico-paciente

Ya me extrañaba que te hubiera atendido una enfermera, y no un médico :lol:

¿Por qué te alegras de no ser capaz de concebir una vida a su medida, a su imagen y semejanza? ¿A caso no es una persona más?
¿Qué es lo que te ha asustado/acojonado? ¿La bata blanca? -:137-.


Slowhand rebuznó:
Lo que de verdad me gustaria saber, es que hubieseis hecho vosotros ante dicha situacion. ¿Como hubieseis actuado?¿Que hubiera pasado?

Deberías haber aprovechado que eran los Santos Inocentes, y haber vuelto. Con lo que sea; Un uñero, como te comenté.

Aún puedes volver, y comentarle que te encuentras mejor. Darle las gracias, y una pequeña cajita de bombones con una nota en la que esté el número de tu teléfono móvil, tu nombre, y un "Te deseo un Voy a ver si me como un buen pollón nuevo".
¿Te parece "pagafantas"? Ojo. Es un detalle, no hagas caso a los amargados de siempre.
 
Debe ser el concurso de relatos navideño... aquí dejo este:

El club de los futuros suicidas


Como último recurso empecé a frecuentar la terapia de grupo de la doctora Kelly. Ahí todos los asistentes eran personas que habían sobrevivido a intentos de suicidio o que luchaban a diario con la idea de matarse. En cada sesión alguien se paraba delante del grupo y contaba su historia. Después la doctora se soltaba a hablar y hablar sobre el caso y sobre el suicidio en general, según ella queriendo demostrar que nos comprendía y que deseaba ayudarnos. Maldita vieja, su optimismo, su cara, su voz, sus vestidos, todo en ella inspiraba asco. Y así se lo dije un día enfrente del grupo, agregando que a lo sumo nos comprendía teóricamente, pues es muy diferente haber leído acerca de los motivos que empujan a un hombre a cortarse las venas, a en verdad sentir la navaja en la piel.



Cuando terminé de insultarla, salí del lugar sintiéndome un poco mejor. Para mi sorpresa, en el estacionamiento me alcanzaron tres miembros del grupo que también decidieron desertar: una muchacha y un par de tipos. Sin pensarlo mucho acordamos irnos a un restaurante para comentar lo sucedido. Ahí pronto nos dimos cuenta de que compartíamos dos cosas fundamentales: gusto por la buena comida y, claro, ganas de suicidarnos.



Durante las próximas semanas nos seguimos reuniendo, cada vez en un restaurante distinto. Se podría decir que esto también era un a terapia de grupo, aunque nuestras metas eran las opuestas a las pregonadas por la doctora Kelly. Los cuatro nos brindábamos ayuda para combatir esos repentinos deseos de vivir, de trabajar, de enamorarse y formar una familia. De sobra sabíamos que esos deseos son una trampa, la trampa del “mañana mejorarán las cosas”, del “esta vez será diferente”; pero no, nada cambia, nada cambiará. Todo apesta a humano, a sufrimiento.



*************



Silvestre. Silvestre era un individuo muy perturbado, no cabe duda, pero por eso mismo caía bien. Era un verdadero milagro que no estuviese encerrado en alguna cárcel o en un manicomio. Confieso que le tenía algo de envidia, pues era obvio que hacía lo que quería. Si se le antojaba darle de bofetadas a alguien, lo hacía. Si se le antojaba ir a un asilo de ancianos para bailar con viejitas, lo hacía. Y eso sí, jamás nos dejaba pagar lo que consumíamos en los restaurantes. Yo me encargo, nos decía siempre, metiendo sus huesudas manos dentro del largo bolsillo de su gabardina. Pero en vez de sacar una chequera o una tarjeta de crédito, sacaba un ratón. Y discretamente lo soltaba debajo de la mesa, esperando que algún otro cliente gritara asqueado al ver al roedor. Entonces Silvestre se paraba fingiendo indignación y llamaba a gritos al dueño del establecimiento. Y cuando éste se presentaba lleno de vergüenza y sorpresa, lo insultaba de todas las maneras imaginables. Luego exhortaba a los presentes a salirse sin pagar y nunca volver a ese lugar. Linda persona este Silvestre.



En cuanto a Gilberto, el pobre se comunicaba casi con puros monosílabos. Nunca nos habló de sus problemas y nosotros no lo presionamos a hacerlo. Pero sus ojeras, sus ojos martirizados, su palidez; en suma, su cara demacrada lo decía todo: quería morir, punto y aparte.



Y Dolores, ella parecía hipnotizarnos con su mirada, con su olor, con sus recuerdos: Desde chica ha habido alguien más dentro de mí, alguien que me está enloqueciendo, nos aseguró un día con ese aire de desadaptada que tanto cautivaba. Por ejemplo, en la primaria me acuerdo que había un niño que se burlaba de mí. Se burlaba de mi peinado, de mi ropa, de mis dibujos, de todo. Una mañana ya no aguanté, y en medio de la clase, sentada en mi mesabanco, quise que se muriera. De inmediato el niño empezó a asfixiarse, se tiró al piso pataleando, su rostro cambiando de color, y así como así, falleció. Lo increíble de esto no es que lo haya asfixiado con mi mente, sino que yo nunca estuve en una escuela. ¿Comprenden? Yo siempre tuve maestros particulares. Pero mi memoria me dice que si pasó.



… y hay otro recuerdo de mi infancia que también me confunde. Era de noche y me encontraba en el campo. Una señora, creo que mi tía, me llevaba de la mano hacia una fogata donde estaban reunidas varias personas. Al ver de cerca el fuego, las brasas, sentí pánico, como un miedo extraño que venía desde el fondo de mi pecho. Entonces me eché a correr, alejándome de la fogata, llorando no sé por qué. Ahora, lo raro de esto es que yo nunca he ido al campo, nunca he salido de esta ciudad, pero aun así esta escena yo la viví, estoy segura que la viví.


Mi historia es demasiado vulgar: la mujer a la que amo me abandonó; por lo tanto, me he convertido en un infierno que no puedo vivir. Así de simple. No daré detalles de lo que ocurrió, no diré si fue mía o suya la culpa, todo se reduce a que no podré soportar esta tortura, este absurdo, por mucho tiempo.


Silvestre fue el primero en poner el buen ejemplo: desbordando entusiasmo, nos anunció que sentía renovados ánimos de dar el gran paso. Y como buenos amigos que éramos, decidimos tener una cena de despedida. Así que la noche indicada nos reunimos en uno de los mejores restaurantes de la ciudad. Apenas nos sentamos, Dolores sacó de su bolso gorritos de fiesta y espantasuegras y los repartió entre nosotros. Luego pedimos champaña y empezamos a celebrar. Los de las mesas vecinas nos observaban con curiosidad, sonriéndonos, como si creyeran adivinar que se trataba de un festejo de cumpleaños o de una celebración de un buen merecido ascenso en el trabajo. Bola de estúpidos. Recuerdo que los veía y pensaba: ojalá se les atore un hueso de pollo en la tráquea.



Después de la tercera ronda de postres, coloqué sobre la mesa una caja de zapatos, que contenía el regalo de Silvestre. Gilberto, Dolores y yo habíamos cooperado para comprarlo y no podíamos contener la emoción. Dolores lucía hermosa con su gorrito y Gilberto sonreía con la baba colgando, muy a su estilo. A Silvestre le brillaron los ojos cuando destapó la caja y vio su contenido. Yo, que estaba a un lado del festejado, le puse la mano en la espalda y le dije enternecido: Felicidades, amigo, está cargada.



Sin querer esperar a la privacía de su cuarto, Silvestre cogió el arma y se introdujo el cañón en la boca, como si fuera una flauta de pollo, y apretó los ojos, luego el gatillo. Creo que fue su nariz o a lo mejor parte de su cachete lo que cayó sobre mi frente. Pero en fin, aprovechando el desconcierto general, los gritos histéricos y los desmayos, los del grupo nos escabullimos para no tener líos con la policía, además de que nadie llevaba un quinto encima para pagar la elevada cuenta y ya no podíamos contar con eso de los ratones.



*************



A pesar de la baja de Silvestre, los restantes miembros del grupo continuamos reuniéndonos, hasta que un jueves faltó Gilberto. Por largo rato Dolores y yo sólo nos miramos, cómplices: teníamos la certeza de que la ausencia de Gilberto no era porque se le había ponchado una llanta a su carro o porque hubiera tenido que visitar a un pariente enfermo. Y no sólo estábamos seguros de esto por el hecho de que Gilberto no tenía carro y odiaba demasiado a todos sus parientes para ir a visitarlos, sino porque fue tan amable de mandarnos una nota disculpándose por su falta, recomendándonos de paso un restaurante de comida china, y diciéndonos adiós, pues esa misma noche se ahorcaba.



*************



Una semana después me encontraba en mi departamento, parado frente al espejo que cubre una de las paredes de la sala. Abría y cerraba los ojos, pensando en Cristina, extrañando a Cristina. Claro que antes admitía la posibilidad de que acabara nuestra felicidad, pero esa idea la reprimía por ser demasiada brutal, demasiada horrible. Precisamente es como eso de abrir y cerrar los ojos. Por las noches uno los cierra y duerme, pues sabe que lo más probable es que a la mañana siguiente amanecerá y disfrutaremos del café y pan con mermelada. Pero también uno sabe que por ahí existe la posibilidad de que uno ya no despierte, de que uno muera en el sueño, y esta idea la gente la reprime, la evita para poder dormir con tranquilidad, para poder vivir…



Acompañado por este tipo de reflexiones, me tomé una botella de vino tinto. Luego empuñé un pequeño cuchillo, y viéndome los ojos en el espejo, llorando, me lo encajé apuntando al corazón. Al instante caí de rodillas, dándome cuenta de mi error: la imagen invertida del espejo me había engañado, tenía el cuchillo encajado del lado equivocado, del derecho. Y sorpresa mía, mientras me desangraba, en vez de pensar en Cristina, pensaba en Dolores, en su mirada que hipnotiza, en el niño que asfixió con sólo desearlo, en la ocasión en que huyó de esa fogata, de esa hoguera. Y creí descubrir su secreto, resolver su enigma: ella llevaba una bruja por dentro. Así todo se explicaba. Los tormentos de Dolores eran causados justo por eso: la bruja en ella luchaba por liberarla, por destrozar esa vida en apariencia normal de muchacha de 23 años pantalón de mezclilla ex estudiante de medicina. Pobre Dolores, mi bruja.


Sin tiempo que perder, me arranqué el cuchillo del pecho y, echándome un abrigo encima, me dirigí al edificio de departamentos donde vivía –sufría– Dolores. Estuve dándole trancazos a su puerta por varios minutos, sangrando, hasta que una vecina salió enojada de su departamento y me informó que había visto a Dolores subir a la azotea con una escoba en la mano. En seguida me lancé hacia las escaleras y trepé los cinco pisos. Cuando llegué a la azotea sólo alcancé a ver a Dolores por un inolvidable segundo: me sonrió macabramente, el viento danzando con su pelo; luego saltó al vacío montada en su escoba. Fue entonces que perdí el conocimiento, y desperté hasta el siguiente día en un cuarto de hospital. Ahí pregunté por Dolores, que si habían encontrado su cuerpo hecho pedazos en el pavimento. Pero no, ni rastro de ella; ha desaparecido. Y como yo insistí e insistí sobre Dolores, sobre la escoba, me tomaron por alucinado. Sospecho que por eso me han devuelto a la terapia de la doctora Kelly.

¿Qué hubiera hecho? Lo mismo que tú. Fantasear un rato e irme a casa tal cual. Porque seamos sinceros y realistas, no te vas a ligar a una desconocida en esas circunstancias, si le tiras la caña ahí se va a asustar.
 
Está claro que los tactos rectales te sientan mal, no repitas. :1








:0)
 
Slowhand rebuznó:
¡No se puede cortejar ni galantear a una chica en plena enfermedad!¡Esta enfermera no se lo merece! seguire mi camino, y el vacuo recuerdo de ella se transformara en el olvido que desmorone mi mente.

No me atrevo a imaginar una hipotetica vida con ella. Estan perfecta, tan ideal, tan idonea, que mi mente no es capaz de concebir una vida a su medida, a su imagen y semejanza. La verdad es que me alegro de no poder hacerlo.

...
¿Como hubieseis actuado?¿Que hubiera pasado?


Mira, a mí de chaval me pasó algo parecido con una dependienta del Corte Inglés. Ojos azules, pelo imposiblemente suave y liso, menuda pero de formas rotundas, una monada, vamos.

Pensé todas esas cosas que tú pensaste y cada vez que la veía por la calle (vivía cerca de mí) flipaba.

Hasta que un día la ví pasar con el novio (¿o marido?). Un gañán calvo primo del yeti, soez y desaliñado que iba gruñendo gilipolleces a voz en grito.

Luego cambié de ciudad y no la volví a ver.

Ese día no sé por qué, se me fue todo el romanticismo a freir puñetas. Digamos que maduré 5 años en 10 segundos.
 
Hubiese puesto cara de poker y controlado mi cuerpo para que no se me notase la atracción que me sugirió a primera vista.

Para eso me hubiese concentrado en la conversación, escuchando con atención sus palabras y pensando lo que yo hubiese dicho, pero no pensarlo en plan la quiero causar una grata impresión, sino decir lo necesario para informarla de los síntomas de mi enfermedad y preguntar cualquier cosa que necesitase saber para hacer bien el proceso de recuperación.
Esto me funciona cuando quiero alejar los pensamientos de atracción hacia una pava en el cara a cara con ella, es decir, ser yo mismo al 100% porque como note que te gusta malo, quedas como un arrastrado de mierda y un pagafantazas aunque no hayas hecho ni dicho nada que la muestre que me gustaría darle lo suyo, pero por un milisegundo de flaqueza en la mirada, por poner un ejemplo, ya has jodido todo.

Una vez alejados esos "malos" y poco productivos pensamientos para mi objetivo final y habiendo vuelto a un estado mental normal y de autocontrol, la hubiese echado un par de miradas de arriba a abajo asegurándome que la primera impresión no me engañó, dos miradas de arriba a abajo, dos, porque muchas veces, por no decir la mayoría, pasas defectos por alto, y la que en un principio te parece de 9 puede ser de 7 o 6'5. Insisto, esto me ocurre la mayoría de las veces y por eso me aseguro bien haciendo las dos miradas de arriba a abajo.
Hubiese analizado: piernas, culo, tetas, brazos, tono y tacto de la piel y cara; por ese orden, teniendo en cuenta las proporciones entre ellas y a la vez no dejándome engañar por el peinado, pelo, bisutería y prendas que en muchas ocasiones engañan y encubren otros defectos y son de las cosas que más timan a nuestro subconsciente.

Una vez me hubiese asegurado que estaba buena realmente, la hubiese también metido uno o dos palitos encubiertos en la conversación.
Después me habría ido a mi casa como si nada hubiese pasado.

Creo firmemente que para hacerte a una pava hay que tener un nexo social con ella, es decir, coincidir tu grupo de amigos con su grupo de amigas, conocerla por un amigo si has quedado para tomar unas cervezas con él y se la trae y cosas de ese tipo.
Entrar a una pava a la que has conocido hace un rato y que para colmo está en su lugar de trabajo es un fail del 15. La presión que ejerce sobre las pavas el entrono de trabajo o cualquier entorno a la hora de sacarles algo es un tema que deberíamos de tratar en un hilo, porque es muy interesante.

Redactas bien, pero no entiendo algunas palabras, como cuando posteas.
Tu relato no me gusta no por la temática, sino porque es literatura romántica, esa misma situación descrita de manera más realista me hubiese gustado más.
 
Ah, los amores platonicos. Que deliciosa perdida de tiempo.

¿Que hubiesemos hecho?: pues una paja mental de 15 minutos imaginando la vida a su lado. Y luego una ducha fria de evidencia de que alguien diferente a ti la va a montar esta noche, probablemente perforandole el culo.

Olvidala y a otra cosa.
 
stavroguin 11 rebuznó:
Y luego una ducha fria de evidencia de que alguien diferente a ti la va a montar esta noche, probablemente perforandole el culo.

En el fondo eres un romántico, confiésalo.
 
Ya habéis dicho dos lo de imaginar como sería la vida a su lado.
Eso lo hacía con 15 años, cuando me imaginaba como sería tener de novia a tal pava que no conocía.
 
También existe la posibilidad de preguntarle a la enfermera a qué hora sale de trabajar e invitarla a un whisky on the rocks, lo cual es muy alfa. Lo malo es que va a contestar que no, que muchas gracias pero que no. Por lo tanto, mejor quedarse calladito.

Cuando al autor del hilo empiecen a gustarle las mujeres según las posibilidades reales de liarse con ellas y no por su guapeza, cuando empiece a encontrar muy molesto y muy irritante ver desconocidas atractivas colgadas del brazo de pijainas, canis y soplapollas varios, cuando las desee y las desprecie a partes iguales, habrá alcanzado el nirvana rapiñero. Yo le deseo que lo haga lo antes posible.
 
Nueces rebuznó:
Ojalá fuese tu padre, te daría el consuelo que necesitas:

"Lo blando es más fuerte que lo duro; el agua es más fuerte que la roca, el amor es más fuerte que la violencia." :lol:

Lucky rebuznó:
Ya me extrañaba que te hubiera atendido una enfermera, y no un médico

Bueno, ese dato no es del todo cierto -el que fuese enfermera-. Debido a vivir en Madrid, donde los centros sanitarios estan colapsados -pase 3 horas intentando llamar para conseguir una cita medica-, ademas de las fechas en las que nos encontramos, con multitud de medicos de vacaciones, pues el cacao burocratico en este aspecto estaba servido. La llamo enfermera porque tuvieron que habilitar la sala de enfermeria como sala de pacientes, como medida ante la avalancha de gente en algunas consultas. Igual era medico, pero una chica que me atiende en una enfermeria, es una enfermera en mi tierna cabecita :lol:

Lucky rebuznó:
¿Por qué te alegras de no ser capaz de concebir una vida a su medida, a su imagen y semejanza? ¿A caso no es una persona más?

En ese momento, no era una persona mas. Cuando idealizas a una persona, la das como perfecta en ese momento, ese instante de, llamemoslo, idealismo. Asi pues, la unica manera de imaginar una situacion perfecta, loable y coherente de ambos, es estando relacionado con ella. No puedo imaginar una vida con otra persona si no conozco a esa otra persona. Puedo imaginar mi vida en solitario, pero soy incapaz de recrear una situacion hipoteticamente idilica con una persona cuyo nombre desconozco, y mas aun, su compleja personalidad, asi como su escala de valores en cualquier ambito. Ya digo que soy muy idealista, demasiado, lo cual me convierte en un tremendo gilipollas en multitud de contextos.

Lucky rebuznó:
¿Qué es lo que te ha asustado/acojonado?

La situacion en si misma. No me veo capaz de declararme a un mujer en pleno proceso gripal, en su lugar de trabajo, y mas cuando no la conozco de nada. No se trata de una cuestion de caracter, valentia o gallardia, es simplemente que creo que todo tiene su momento, y su lugar. A mi me molestaria bastante que se me declarasen mientras cumplo mis funciones como trabajador.

Lucky rebuznó:
Aún puedes volver, y comentarle que te encuentras mejor. Darle las gracias, y una pequeña cajita de bombones con una nota en la que esté el número de tu teléfono móvil, tu nombre, y un "Te deseo un Voy a ver si me como un buen pollón nuevo".

Me parece una falta de respeto darle las gracias por hacer su trabajo. Las gracias deben ser dadas por actos anormales, actos que no entren dentro de lo "normal", pero no le puedo dar las gracias por cumplir con su trabajo. Lo de otorgarle un regalo si es algo que puede quedar bien. Valorare la opcion, omitiendo el numero de telefono, claro :lol:
Lucky rebuznó:
Es un detalle, no hagas caso a los amargados de siempre.

Tengo el defecto de repudiar todo aquello que hiede a machismo, violencia, odio visceral a cualquier persona, etc. Como dijo William Blake, la amargura no es algo que se aprenda, es algo que llega, asi que seguire aprehendiendo :lol:

Debo irme, ya ire contestando al resto y contrastando opiniones, puesto que incomprensiblemente, alguno hubiese actuado como yo :121
 
Slowhand rebuznó:
(...) Ya digo que soy muy idealista, demasiado, lo cual me convierte en un tremendo gilipollas en multitud de contextos.

En la rama sanitaria, el "idealismo" es algo se da de hostias con la cruda realidad. Espero que no sea por esto, y sí porque te acojonaste de verla con unos tacones y la bata blanca :lol:


Slowhand rebuznó:
(...) Lo de otorgarle un regalo si es algo que puede quedar bien. Valorare la opcion, omitiendo el numero de telefono, claro :lol:

Bueno, déjate de idealismos, correcciones y demás, y más al turrón.
Si llevas a cabo el regalito, deja tu número de teléfono móvil, tu nombre y la felicitación navideña.
¿Por qué omitirlo? Se supone que te interesa y lanzas señales :?
 
Atrás
Arriba Pie