Slowhand
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- 17 Ene 2010
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Un simple y abigarrado concepto, abyecto para los misoginos del rapiñas, ajado para los que odian tener que leer sobre ello continuamente, deferente para quien quiera subir a este barco llamado post; EL AMOR.
Un joven soñador; yo.
Un contexto; el ambulatorio.
Un instrumento; una enfermera.
Un fin; el amor.
-------------------------------------------------------------------------------------
Aqui estoy.
No me gusta la espera. Esperar es momento de reflexionar. No me gusta reflexionar en medio de un emuntorio de virus, enfermedades, desidia y bajeza. ¿A quien le puede gustar algo asi?.
Llevo varios minutos dandole vueltas a una idea, a un pensamiento. Un pensamiento con el que tengo que vivir, o mas bien, convivir. Estoy obligado a estar a solas con el, a sentirme helado por su presencia, doblegado ante su peso.
Sigo inmovil, adormecido, con una sonrisa en la boca y la mirada fija en la tersa reverberacion que acaece en el techo. No podia, o quizas no debia, volver a la realidad. El gelido aire procedente de los conductos de ventilacion me ha devuelto a la realidad. Vuelvo a sentir el bullicio del gentio, las tragicas miradas de aquellos enfermos, los palidos rostros de las personas que esperan con furor, nervios y resignacion, un veredicto, una mala noticia.
No me gusta la espera. Te obliga a salir en estampia del presente, para recrear situaciones, historias, momentos, elecciones, o simplemente fabricar ucronias. La espera es una mierda. ¿A quien le puede gustar algo asi?.
Ha llegado mi turno. Debo someterme al juicio de un desconocido, y peor que todo ello, es el deber de creer en su palabra. ¡Hay que ver! me digo a mi mismo, mientras siento un escalofrio. Un escalofrio de fiebre en los riñones. ¡Hay que ver quienes han sido antes que yo huespedes de ese habitaculo blanquecino, luminoso, provisto de un olor extraño!¡Seguro que entre estas cuatro paredes, mas de uno, y mas de una, dieron sus ultimos pasos, como bestias en una jaula! pero he de entrar, no hay mas remedio. Debo resollar, alzar la mirada, mover estas temblorosas piernas, y entrar ahi, como si de un valiente general se tratase. Voy adentro.
No escucho ruido alguno, todo esta en calma. Una silla, una persona y una puerta cerrada es el resquicio del que precisaba para sentirme en calma. Parece mentira como algo tan simple puede generar semejante tranquilidad. Ya no se oyen las pesadas puertas abrirse y cerrarse, los comentarios y golpes de la gente mutilando mis oidos, los manojos de llaves resonando y rechinando, los pasos precipitados que hacian temblar las escaleras del recinto, y voces llamandose y respondiendose de un extremo a otro de largos corredores. Vuelve todo a ser calma. Vuelvo a ser un mudo en medio de este paramo luminoso donde sere objeto de juicio.
Me he quedado petrificado. He olvidado todo lo que se, todo lo que sabia, y si fuese posible, todo lo que algun dia sabre. Acabo de ser victima de un ataque visual, un ataque del que espero, no me pueda reponer:
¡Pero que bella es!
Una sicalipsis hecha enfermera. La primera mejor impresion que un ser humano puede padecer. Se trata de un suntuario con vagina. Una mujer -que digo mujer, ¡una chica!- de prosapia europea, unos finos pero jugosos labios, un rostro idumeo, una inmarcesible sonrisa, blanca y cristalina, unos tenebrosos ojos, todo ello aderezado a unos tacones que han resultado ser la mecha de mi deseo. Seguro que tiene un corazon lleno de vida y verdad. Cada segundo que pasa, se vuelve mas joven, mas bella, mas hermosa, mas ideal.
¡Pero que bella es!
Mi espiritu, joven y rico, esta lleno de fantasia, y me divierto representandola una tras otra, sin orden ni fin, bordando la tela que envuelve nuestra vida. Ahora estoy preso; ¡mi cuerpo y mi mente estan encadenados a esta chica!¡Mi mente esta encarcelada en una idea, una exhuberante idea; el amor!.
Me he enamorado a primera vista, como vulgarmente se suele decir.
Es hora de presentarme ante ella. Es el momento de humanizar este rostro provisto de la ensoñacion, de la ilusion que me hace sentir esta bella enfermera, y abordarla con mis problemas gripales. Es el instante correcto.
*
Mientras me habla, me siento libre, agusto, en calma conmigo mismo. ¡Es una voz tan fragil y dulce! pero debo prestar atencion a sus palabras. Ella sera el remedio de todos mis males fisicos, asi que debo sobreponerme a esta alharaca de admiracion que siento por ella. ¡Pero mirala!¡Es tan perfecta!¡Me trata con una indulgencia que me abruma, que me obnubila, que desarma mis defensas! pero debo sobreponerme a todo ello.
Su discurso medico esta a punto de terminar, lo siento, no noto, lo palpo. Cuando termine, perdere todo el aplomo, me vere obligado a levantarme, dar las gracias, e irme por donde he venido. ¡No se puede cortejar ni galantear a una chica en plena enfermedad!¡Esta enfermera no se lo merece! seguire mi camino, y el vacuo recuerdo de ella se transformara en el olvido que desmorone mi mente.
No me atrevo a imaginar una hipotetica vida con ella. Estan perfecta, tan ideal, tan idonea, que mi mente no es capaz de concebir una vida a su medida, a su imagen y semejanza. La verdad es que me alegro de no poder hacerlo.
**
Mientras bajo las escaleras, me tiemblan las piernas. Mientras paseo por el vestibulo, se me nubla la vista, me atormentan los pensamientos, y me siento despiadadamente raro.
Estoy tumbado en la cama, leyendo, pero con la television puesta. No soy capaz de concentrarme en una sola cosa, y debo utilizar toda mi fuerza mental en olvidar este episodio lamentable.
Es increible lo que es capaz de hacer la fiebre.
*Conversacion medica de la cual no dare detalles por motivos obvios.
** despedida medico-paciente
-------------------------------------------------------------------------------------
Bueno, despues de esta mierdosa pseudohistoria de pacotilla, no pretendo buscar opiniones sobre mis actos, puesto que creo tener la capacidad necesaria para deducir las consecuencias de mis propios actos. Si aun asi os veis obligados a llamarme subnormal, idiota, cobarde, etc, lo respeto. Para eso se abre un hilo en putalocura
pero creo que el hilo no es un manual de autoayuda.
Lo que de verdad me gustaria saber, es que hubieseis hecho vosotros ante dicha situacion. ¿Como hubieseis actuado?¿Que hubiera pasado?
Un joven soñador; yo.
Un contexto; el ambulatorio.
Un instrumento; una enfermera.
Un fin; el amor.
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Aqui estoy.
No me gusta la espera. Esperar es momento de reflexionar. No me gusta reflexionar en medio de un emuntorio de virus, enfermedades, desidia y bajeza. ¿A quien le puede gustar algo asi?.
Llevo varios minutos dandole vueltas a una idea, a un pensamiento. Un pensamiento con el que tengo que vivir, o mas bien, convivir. Estoy obligado a estar a solas con el, a sentirme helado por su presencia, doblegado ante su peso.
Sigo inmovil, adormecido, con una sonrisa en la boca y la mirada fija en la tersa reverberacion que acaece en el techo. No podia, o quizas no debia, volver a la realidad. El gelido aire procedente de los conductos de ventilacion me ha devuelto a la realidad. Vuelvo a sentir el bullicio del gentio, las tragicas miradas de aquellos enfermos, los palidos rostros de las personas que esperan con furor, nervios y resignacion, un veredicto, una mala noticia.
No me gusta la espera. Te obliga a salir en estampia del presente, para recrear situaciones, historias, momentos, elecciones, o simplemente fabricar ucronias. La espera es una mierda. ¿A quien le puede gustar algo asi?.
Ha llegado mi turno. Debo someterme al juicio de un desconocido, y peor que todo ello, es el deber de creer en su palabra. ¡Hay que ver! me digo a mi mismo, mientras siento un escalofrio. Un escalofrio de fiebre en los riñones. ¡Hay que ver quienes han sido antes que yo huespedes de ese habitaculo blanquecino, luminoso, provisto de un olor extraño!¡Seguro que entre estas cuatro paredes, mas de uno, y mas de una, dieron sus ultimos pasos, como bestias en una jaula! pero he de entrar, no hay mas remedio. Debo resollar, alzar la mirada, mover estas temblorosas piernas, y entrar ahi, como si de un valiente general se tratase. Voy adentro.
No escucho ruido alguno, todo esta en calma. Una silla, una persona y una puerta cerrada es el resquicio del que precisaba para sentirme en calma. Parece mentira como algo tan simple puede generar semejante tranquilidad. Ya no se oyen las pesadas puertas abrirse y cerrarse, los comentarios y golpes de la gente mutilando mis oidos, los manojos de llaves resonando y rechinando, los pasos precipitados que hacian temblar las escaleras del recinto, y voces llamandose y respondiendose de un extremo a otro de largos corredores. Vuelve todo a ser calma. Vuelvo a ser un mudo en medio de este paramo luminoso donde sere objeto de juicio.
Me he quedado petrificado. He olvidado todo lo que se, todo lo que sabia, y si fuese posible, todo lo que algun dia sabre. Acabo de ser victima de un ataque visual, un ataque del que espero, no me pueda reponer:
¡Pero que bella es!
Una sicalipsis hecha enfermera. La primera mejor impresion que un ser humano puede padecer. Se trata de un suntuario con vagina. Una mujer -que digo mujer, ¡una chica!- de prosapia europea, unos finos pero jugosos labios, un rostro idumeo, una inmarcesible sonrisa, blanca y cristalina, unos tenebrosos ojos, todo ello aderezado a unos tacones que han resultado ser la mecha de mi deseo. Seguro que tiene un corazon lleno de vida y verdad. Cada segundo que pasa, se vuelve mas joven, mas bella, mas hermosa, mas ideal.
¡Pero que bella es!
Mi espiritu, joven y rico, esta lleno de fantasia, y me divierto representandola una tras otra, sin orden ni fin, bordando la tela que envuelve nuestra vida. Ahora estoy preso; ¡mi cuerpo y mi mente estan encadenados a esta chica!¡Mi mente esta encarcelada en una idea, una exhuberante idea; el amor!.
Me he enamorado a primera vista, como vulgarmente se suele decir.
Es hora de presentarme ante ella. Es el momento de humanizar este rostro provisto de la ensoñacion, de la ilusion que me hace sentir esta bella enfermera, y abordarla con mis problemas gripales. Es el instante correcto.
*
Mientras me habla, me siento libre, agusto, en calma conmigo mismo. ¡Es una voz tan fragil y dulce! pero debo prestar atencion a sus palabras. Ella sera el remedio de todos mis males fisicos, asi que debo sobreponerme a esta alharaca de admiracion que siento por ella. ¡Pero mirala!¡Es tan perfecta!¡Me trata con una indulgencia que me abruma, que me obnubila, que desarma mis defensas! pero debo sobreponerme a todo ello.
Su discurso medico esta a punto de terminar, lo siento, no noto, lo palpo. Cuando termine, perdere todo el aplomo, me vere obligado a levantarme, dar las gracias, e irme por donde he venido. ¡No se puede cortejar ni galantear a una chica en plena enfermedad!¡Esta enfermera no se lo merece! seguire mi camino, y el vacuo recuerdo de ella se transformara en el olvido que desmorone mi mente.
No me atrevo a imaginar una hipotetica vida con ella. Estan perfecta, tan ideal, tan idonea, que mi mente no es capaz de concebir una vida a su medida, a su imagen y semejanza. La verdad es que me alegro de no poder hacerlo.
**
Mientras bajo las escaleras, me tiemblan las piernas. Mientras paseo por el vestibulo, se me nubla la vista, me atormentan los pensamientos, y me siento despiadadamente raro.
Estoy tumbado en la cama, leyendo, pero con la television puesta. No soy capaz de concentrarme en una sola cosa, y debo utilizar toda mi fuerza mental en olvidar este episodio lamentable.
Es increible lo que es capaz de hacer la fiebre.
*Conversacion medica de la cual no dare detalles por motivos obvios.
** despedida medico-paciente
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Bueno, despues de esta mierdosa pseudohistoria de pacotilla, no pretendo buscar opiniones sobre mis actos, puesto que creo tener la capacidad necesaria para deducir las consecuencias de mis propios actos. Si aun asi os veis obligados a llamarme subnormal, idiota, cobarde, etc, lo respeto. Para eso se abre un hilo en putalocura

Lo que de verdad me gustaria saber, es que hubieseis hecho vosotros ante dicha situacion. ¿Como hubieseis actuado?¿Que hubiera pasado?