Un servidor empezó en esto de la informática un poco por casualidad. Llevaba un buen tiempo trabajando bastante duro y atesorando riquezas, cuando caí en la cuenta de que no me había dado un capricho. Aprovechando una oferta de El Corte Inglés, no se me ocurrió nada mejor que comprar un ordenador.
Pasé unos cuantos meses comprando revistas de las que regalaban un CD, con juegos, demos de juegos, programas… Mi ordenador también traía el Lotus y descubrí que con el 1,2,3 se podían hacer muchas virguerías. Los juegos nunca me han atraído demasiado y ya empezaba a estar harto de dar vueltas por el ordenador y sus programas.
Un día, en un centro comercial, vi el CD de conexión de Teleline, era gratis y fácil de instalar y configurar, según el amable dependiente. Esa misma tarde estaba conectado. Olé y Ozú marcaban entonces. Era muy entretenido. Decían los eruditos que lo que molaba era chatear, pero entré un día en un chat y no le vi mucho sentido a aquello. JA JA JA, por aquí, chorradas por allí… (y eso que la gente todavía escribía lo mejor que podía de acuerdo a sus posibilidades. Sólo se veía algún tb de vez en cuando). Buscaba información, cosas interesantes.
Había alguna página con muchos programas, algunos hacían cosas curiosas, otros gastaban bromas, otros hablaban contigo. Shareware Intercom tenía muchísimos. Ahora se llama Softonic y puedes descargar como todo un señor mandando SMS.
También intenté ver algo de porno, pero era tarea poco menos que imposible. Había cientos de páginas de sexo y porno gratuitos, pero sólo abrían más páginas de sexo y porno gratuito, y era casi imposible trincar una foto, videos decían que también había, pero entonces no me lo llegué a creer. Como todo españolito internetero de entonces, acabé dando con la existencia de El rincón de Marqueze, y allí si se pillaba algo, incluso señoras de cierta edad a las que posteriormente acabaría aficionándome con fruicción.
Volví a entrar a un chat, esta vez más pequeño. Al principio leía, me animé a escribir más tarde, buscando podías encontrar salas con conversación agradable, entretenida, divertida. Había apodos que empezaban a hacerse más familiares. Sabías a que horas solían estar, los buscabas. Empezó una amistad con una señora mayor, encantadora.
Me enteré de que podías hablar privadamente con la gente, pero no me gustaba, prefería la marcha del general. Un día me entró una chica, hablamos de muchas cosas por privado, y me dijo que nos podíamos ver (JA, JA, JA). Era de lejos de mi zona, y yo pensé, ¡coño, qué bromista!. Me lo tomé a cachondeo y, misteriosamente, desapareció al poco tiempo. Mi amiga, la señora mayor, me explicó que la citada señorita se encuadraba en la subespecie de las lagartas y que, aunque me pareciera increíble, la gente del chat se conocía en persona.
Lo pude constatar. Fueron varios miles de kilómetros, varias buenas amistades, un par de historias más o menos “serias” y unos cuantos casquetes lejos de casa. Por vueltas que da la vida, se terminó el chat dejando muy buenos recuerdos y ninguno malo.
Paralelo al chat fueron ICQ y Messenger. Al segundo lo odio, el primero me encantaba. Flipaba cuando lo configurabas para que sonara como una máquina de escribir antigua.
Conocí el Napster y maldije a los hideputas que te cortaban la descarga. Yo nunca lo hice.
Murió Napster y, hasta la llegada de La Mula había que encontrar sustituto. Yo aposté por el Morpheus. No me gustaba y hubo una temporada que casi no bajaba nada.
Terminado el chat, para relajar, me aficioné a un juego, para el que creé un add on (de libre distribución, por supuesto) que ha pasado de las 10.000 descargas (alguna menos real, ya que las interrumpidas cuentan como una). También he subido al Emule unos 10 DVDs. Cuando tenga un disco duro externo enolme, subiré muchos más. También algunos DivX y un disco de Miguel Fleta.
En el tema hardware, empecé con un 58 k interno. Instalé mis programas para controlar el tiempo de conexión y el coste. Había uno español bueno, pero tenías que terminar pagando (¿cuentapasos?). Tuve un bono, con horas limitadas que siempre superaba, pero salía a cuenta.
Vino el ADSL, naturalmente lo encargué, tardaron muy poco. Era un módem interno, jodidísimo de configurar. Había que desinstalar el software, quitar físicamente el módem, volver a poner el módem (no recuerdo si antes o después de volver a poner el software) y aun así, funcionaba si le salía de los cojones. Como no tenía ni idea de nada, aprovechaba cuando compraba algo (impresora, escáner…) y venían a instalarlo para que formatearan, añadiendo que tenía “el módem interno jodidodeconfigurar de Terra.” Gloriosos episodios aquellos, llamadas de teléfono del “técnico” para que viniera el que sabía, abandonos. Sólo dos lo consiguieron, uno de ellos abrió el MS-DOS lo consiguió en unos diez minutos. Lamentablemente lo vi años más tarde vendiendo ordenadores en El Corte Inglés. El otro era de telefónica (tras el abandono de uno de los técnicos) y le costó lo suyo, llamadas por el móvil incluidas: “me dicen de Valladolid que ya me están viendo.”
Mi primer día de ADSL me dejó con la boca abierta. En media tarde me bajé más canciones que todas las que reuní en varios meses con el 58 k. Con el 58 k, la demo del Midtown Madness había que dejarla por la noche descargando. Y rezar. Con el ADSL bajaba en unos minutos. Me funcionó de fábula.
Antes de poner el ADSL aproveché para comprar un auténtico pepino. Un 667 Mhz, con la memoria duplicada a 128 Mb y un disco duro de 20 Gb. Naturalmente, con partición. Con tanto espacio en disco, era lo mejor.
Este pepino y el ADSL fueron en mi casa, ya independizado. Y mi primera factura de teléfono en ella fue de 60.000 pelas. La del móvil también fue fina, y recibí una carta de teléfonica en sobre cuadrado duro, en la que me hacían cliente distinguido.
Luego vino el router, este se instala con el nabo y con los ojos vendados. No sé, parece demasiado fácil, casi añoraba los espectáculos del otro módem (que una vez yo, sí yo, logré configurar de chiripa antes de jubilar el ordenador, ya iba aprendiendo).
Actualmente visito un par de foros y sigo buscando información y cosas interesantes. Hasta el porno es ya casi demasiado fácil. La generalización del uso de La Red ha dado lugar a la aparición en la misma de infraseres, como los Canis, de un lenguaje que haría llorar al mismísimo Fary. Nunca lo había pensado, pero creo que no fueron tan malos aquellos tiempos como pudiera parecer...