Milán, la rebelión de los chimpancés
Heridos tras la batalla, Sabrina y yo montamos en el coche rumbo a mi feudo para evaluar la situación.
El viaje transcurrió en absoluto silencio dando ambos a entender lo incómodo de la situación, ella recién fecundada bucalmente por un barbero africano octogenario, y yo, embadurnado en simiente negro y sangre propia.
Al día siguiente Sabrina acudió a mi oficina para dejar clara la situación
- No me importa lo que hagas en tu vida privada Sabrina, ni como desempeñe tu trabajo, me importa el pedido, el dinero.
- Nono tranquilo pagar va a pagar me lo dijo
- Eso espero. Puedes hacer las cosas como te plazca siempre y cuando no perjudique a la empresa.
Sabrina entendió que el objetivo es el dinero, no importa como, sólo importa cuanto. Por esos 3.000€ ella sabía que se llevaría un 30% un 30% irían destinados al pago a la firma por mi parte y el 40% restante se quedaría en mis arcas.
Por otro lado, yo no desaprovaba la práctica de Sabrina en su práctica laboral, ya estaba acostumbrado a ser una auténtica alimaña y merodear por las alcantarillas del sector para sacar unos pocos euros.
A la semana siguiente pude comprobar para mi sorpresa que el pago se había realizado con éxito por parte de Miguel y una sensación de tranquilidad invadió mi cuerpo, por fin me podía quitar una preocupación de la cabeza.
Sabrina por su parte seguía acumulando varios pedidos más de otro cliente el cual pagó una cantidad ligeramente inferior a la de Miguel. Supuse que habría realizado alguna otra artimaña de las suyas para los pedidos pero no le presté demasiada atención obnuvilado por el dichoso dinero.
A los pocos meses concretamente este Agosto se realizó uno de los dos viajes anuales previstos este año a Milán.
Como ya os he contado en alguna historia anterior, dichos viajes se "venden" para que los clientes hagan piña entre ellos, asistan a cursos impartidos por afeminados con infulas de grandeza y asistir a shows exclusivos y presentaciones de las diferentes colecciones previstas por la firma, pero la realidad era bastante diferente. Tres, cuatro o cinco días en los que las diferentes dueñas y dueños de salones aprovechaban para drogarse, emborracharse, echar algún polvo furtivo y desconectar de la familia. Por descontado, la firma ponía a su disposición los difierentes estupefacientes antiestrés, casinos, fiestas dignas de comedias adolescentes de los noventa y todo lo que hiciera falta para que la desconexión fuera máxima.
Como todos los años, mi grupo de fieles clientas asistió religiosamente a su cita, mis dos esbirros consiguieron un pequeño grupito adyacente y Sabrina, mi querida Sabrina llevó a dos clientes. Miguel y su otro cliente más potente, Matías.
No me importó la asistencia de Miguel, al contrario me pareció adecuada si seguía comprando a ese ritmo desproporcionado y me moría de ganas por conocer a Matías.
Tras el aburrido viaje, llegué con mi señora a Milán por la tarde donde dimos un ya habitual paseo por el centro deleitándonos de una sociedad aparentemente en auge que apesta a superficialidad. Tras cenar en el restaurante de siempre, nos fuimos al hotel para afrontar el siguiente día.
A la mañana siguiente hubo que soportar una siempre tediosa reunión con los directivos de la firma y los distribuidores nacionales evaluando cifras de crecimiento, progresión de cada comunidad y mostrarnos las últimas novedades. En el fondo hacen lo mismo que nosotros con los clientes pero lo envuelven en tecnicismos y falsas promesas de ingresos y crecimiento. Tras la reunión, procedimos a comer y pasar la tarde libre hasta la fiesta nocturna.
Los comerciales y clientes permanecían en las oficinas centrales asistiendo al primer show y a distintos cursos intensivos.
La fiesta
Los directivos habían reservado un enorme local de varias plantas, con un escenario y un karaoke.
De etiqueta obligatoria, un servidor y su señora habíamos quedado en la entrada con mis comerciales y clientes. Allí apareció Miguel, en solitario, con una camisa azul cielo con el pecho al aire, metida por dentro del pantalón reventando el último botón que asomaba por encima de su estirado miembro. Pantalones blancos y zapatos marrones finalizaba un conjunto digno del más casposo de los traficantes de Miami.
Sabrina por su parte, espectacular. Vestido negro digno para la ocasión, su siempre maquillaje sobrio y natural y unos preciosos zapatos amoldados a sus delicados pies.
Después de varias copas, junto a varias clientas y mi señora, noté unos golpes en mi hombro, era Miguel.
Desprendía un fuerte olor a sudor debido a sus eléctricos movimientos en la pista de baile encharcando su camisa azul volviéndola de un tono azul marino. La sufridor a camisa en estado de rebeldia suplicaba por su liberación saliéndose de sus pantalones por un lado replicando el lamentable outfit del desnutrido Jorge Fernández.
- Que pasa helmano!!
- Hombre, muy buenas.
Miguel, se digno a pedir disculpas por el incidente ocurrido meses atrás mientras realizaba amplios aspavientos con sus manos y movía sus ojos y mandíbula como un auténtico torbellino.
- Nada hombre, no pasa nada.
Aquel hombrecillo continuó escupiendo palabras a una velocidad endiablada en un extraño idioma, hasta que finalmente decidí intervenir en la conversación
- Oye, y como una barbería pequeña como la tuya necesita tanto producto
- eque yo tengo más negocios helmano, me dedico al tlanspolte y distribusion tambie
- Transporte?
- si helmano, ya tu sabes... "tlan pos te"
Decía mientras se tocaba su achatada nariz.
He de reconocer que imaginaba dicha afirmación, pero así todo, me produjo cierta incomodidad.
Automáticamente busqué a Sabrina para comentarla mi conversación con Miguel
- Sabrina, tu sabes esto? Este señor no puede ser cliente
- La verdad es que si... Yo ya le conocía por parte de mi ex novio dominicano.
- Pero vamos a ver... Con este señor corta de inmediato cualquier relación laboral.
- Pero que no pasa nada eh, se dedica un poco así a eso y los productos los va vendiendo por ahí a los amigos a otras barberías de dominicanos y esas cosas. De todas formas se lo diré que ya no trabajamos más con él.
Por cierto ahí está Matías el otro cliente.
Llegó un hombre joven también de piel sombría, alto, musculado con una ceñida camisa y una penetrante mirada hacia su alrededor
- Buenas noches, soy Matías
- Buenas noches, bueno que tal con Sabrina, todo bien?
- Si claro, ya la conocía de antes,
- Como no me va a conocer es mi ex novio! (dijo Sabrina mientras se apoyaba en el hombro de Matías y reía)
El horror se empezó a apoderar de mí, el nerviosismo campana a sus anchas y mi señora conocedora un servidor pudo notar mi estado de exaltación.
- Estás bien?
- Sisi.. Pero..
Le conté a mi señora lo preocupante de la situación, y tan sólo me pidió por favor que no se montara una escena aunque ambos sabíamos que era algo ya "marca de la casa"
Pasaban las horas y el estado de Miguel era ya lamentable. Bailaba descontrolado cada canción molestando a todo el mundo a su alrededor causando el más absoluto caos.
Sabrina, desaparecida en combate no daba señales de vida y mandé a mis esbirros a buscarla para poder marcharnos de ese bochorno.
El desfase estaba en su punto álgido, y los moradores de aquella fiesta estaban en el nirvana.
Miguel se me volvió a acercar para balbucear una historia sobre un cliente pero fue interrumpido...
- FanatiK!! FanatiK!! No creo que venga la Sabrina!!
- Pero vamos a ver, y eso por qué
- Está con un negrazo en los baños
Miguel intervino
- Con un neglo????
- Sisi, no veas lo que gasta el negro, menun mandingo!!!
Miguel, totalmente desencajado, abandonó la conversación para abrirse paso a través de la pista de baile y perderse en la multitud.
Al cabo de unos minutos Sabrina apareció junto a Matías y mientras se colocaban a nuestro lado en la barra un extraño sonido a través del micrófono del karaoke llamó la atención de los presentes
- Ijueputa cablon!! Que te etas chingando a Sablina esa malfollada!! Tuuu si tuu neglo de mielda!! Decía mientras señalaba tambaleante a Matías y este respondió...
- Cállate mariconazo está conmigo
- Dlogadicto cablon!!! Que vendes dloga a mis amigos!! Mi amigos me complan a mi neglo!
Matías se acercó al escenario
- Te voy a matar maricona!
- Venga neglo que tu novia etaba contigo y me la chupaba a mi y pol eso te dejo comemielda! Ni pa la dloga vales!
Mis ideas se aclararon por completo, tanto Matías como Miguel ya se conocían de otros menesteres, Sabrina, novia de Matías por aquel entonces acabó liada con Miguel por alguna extraña razón que aún no puedo comprender y era el momento de ajustar cuentas.
Sabrina corrió tras Matías para parar la situación pero Miguel cogió firmemente el micrófono, armó su brazo y con un impulso y energía impropias de su estatura lanzó el micrófono hacia Matías impactando finalmente en la frente de Sabrina originando un estridente sonido agudo paralizando a los presentes.
Sabrina, tendida en el suelo aturdida fue socorrida por mis dos comerciales presentes y mientras Matías miraba atónito la escena de Sabrina, Miguel como si de un atleta olímpico salto de una forma inimaginable volando las primeras filas de escenario para caer como si de un águila fuese sobre Matías cayendo los dos sobre Sabrina y mis esbirros.
Comenzó un festival de golpes, patadas y empujones mientras Miguel permanecía agarrado a la cabeza de Matías como un koala a un árbol mientras le propinaba molestos mordiscos en la coronilla.
La exaltada y drogada gente entró en acción propiciando una batalla campal en la segunda planta de aquel local.
Ante tal suceso, raudo y veloz cogí a mi señora y abandonamos el lugar de inmediato para marcharnos al hotel.
A la mañana siguiente tuve una bochornosa reunión con la directiva de la firma, la cual me retiraron junto a una suculenta "multa" infractora de contrato por distribución de la firma en salones de dudosa imagen violando y perjudicando los valores de la firma.
Esa misma mañana, fuimos todos devueltos a nuestra hermosa piel de toro y dudo bastante que nos vuelvan a llamar.