A mí ganas de llorar me daban de lo fuertes que eran las náuseas cuando me tomaba las pastillacas en ayunas. Típico "madrugón" de estudiante que llega tarde a clase y se toma las vitaminas con un vaso de agua. Pues no pocas veces tuve que parar al borde de la carretera a implorar que alguien acabase con mi sufrimiento mientras salivaba como un gato en el veterinario y me retorcía de dolor. Cuando además de vitaminas me tomaba un durvitan para espabilarme, las ganas de morir eran insuperables.
Respecto a bebidas, el café no me termina de convencer. Me gusta su sabor y junto a algo de chocolate amargo es un capricho que me encanta, pero no tiene para mí la utilidad que otros le otorgan. Me pone el estómago del revés y reduce mi capacidad de concentración.
Yo, como buen maricón, opto por el té. Sin duda. Además los compro en un sitio que le ponen nombres como "silueta de verano" (este es mi favorito, mezcla de té rojo, verde y otras mierdas), "capricho de Eva", "atardecer en Marrakech" y otros nombres que siempre superan mis expectativas homosexuales. Me tomo como máximo 4 al día y me va muy bien. Del té rojo abuso menos porque si no por la noche me la tengo que pelar hasta que me sangren los callos.
Durante el entrenamiento bebo solamente agua, cristalina y fría. En definición estuve bebiendo el batido de BCAA's, que acabo de recordar que tengo que ir acabándome, pero es bastante empalagoso y prefiero mil veces el agua.
La cerveza no me entra después de un entrenamiento. Será psicológico, pero es lo último que me apetece tras una buena paliza. También me cuesta comer, pero para eso me obligo y nunca me ha sentado mal.