Señorita Pepis rebuznó:
Y con un niño que ambos queremos, aún mas.
Yo es que intento imaginarte como un señor, de paseo por el parque con tu señora y el nene, después de haber posteado fotos de zurullos en pleno alumbramiento, y es que me descojono.
Bueno, pues es que aquí se están mezclando varios temas, relacionados entre sí:
1. El síndrome
don juanesco: muy frecuente hoy día (también entre las mujeres), que impulsa a revivir el subidón de haberse encoñado, de sentir las hormonas en ebullición (o las mariposas en el estómago). Es un síndrome que a su vez puede estar ocultando problemas de autoestima, y por eso, en cuanto el otro empieza a conocernos más, huimos; porque tenemos miedo a que se llegue a descubrir el vacío que escondemos (que en muchos casos es imaginario).
2. Junto con este síndrome (ya que vivimos en la sociedad de la sindromitis
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), está el de
Peter Pan: niños de 30 y 40 años que se resisten a dejar la diversión y a tomar la responsabilidad de una vida en pareja, con todo lo que de bueno y malo tiene.
3.Todos estos comportamientos están relacionados con otros factores, entre ellos, la
sociedad consumista en la que vivimos, de comprar y tirar, que llega a convertir a las personas en bienes de consumo que, al mínimo fallo, se devuelven o se tiran, porque la sensación es la de vivir en un enorme supermercado en cuyas estanterías siempre será posible encontrar algo mejor y más barato.
En relación con el consumismo está la tendencia al
hedonismo, al no sufrir, a la ley del mínimo esfuerzo: en cuanto una relación empieza a fallar, se desecha, porque no nos hemos acostumbrado a lograr las cosas por nosotros mismos: si te falla la impresora y en la tienda te dicen que es mejor que compres otra, te la compras, en lugar de investigar si puedes conseguir ese componente en algún sitio para cambiárselo tú.
Igual ocurre con las relaciones: si la cosa no funciona, será culpa del otro, yo no voy a esforzarme; total, siempre habrá cien tías en la discoteca o en el meetic esperando que yo las coja de la estantería. El problema es que esas cien tías tienen la misma actitud que tú ante la vida, y también están requemadas y quieren, como tú, disfrutar sin sufrir, y también van a salir huyendo al mínimo contratiempo. (Y es que aquí podría hablarse de otros factores importantes como los cambios en los roles de hombre y mujer, desiguales según el ámbito, y bla, bla, pero sería cagar un ladrillo descomunal y desviar un poco el tema).
Aparte de todo esto, tenemos la confusión respecto a
qué es amar: ¿es el deseo por la otra persona, o es la convicción que te impulsa a querer estar con esa persona para siempre, mejorar gracias a y por ella, hacer lo que sea por el bien común...? Según qué concepto elijamos, las conclusiones no van a ser las mismas...