But I stiiiill haven't foooound what I'm looking foooor! (Bombillo's blog)

Deberías dejar de follar con muertas :lol:

O mejor aún. Si el sexo y las mujeres han terminado por hastiarte, estás a un paso de alcanzar un estado superior de consciencia. Búscate una afición entretenida.

Hace poco me di cuenta de lo bien que me sienta ir en bici y notar esa sensación de libertad cuando adelanto a los peatones. Las pequeñas cosas de la vida, ya sabes...


Totalmente de acuerdo. Entre hacer el amor dejando el pikolin redondo por los corners, y hacer uso del carril bici...no hay color.

Otra cosa mejor que las mujeres es acompañar a un amigo al medico, o ir a comprar el pan para el vecino.
 
Doctor Asperger rebuznó:
Totalmente de acuerdo. Entre hacer el amor dejando el pikolin redondo por los corners, y hacer uso del carril bici...no hay color.

Otra cosa mejor que las mujeres es acompañar a un amigo al medico, o ir a comprar el pan para el vecino.

Precisamente el forero Nueces se queja de que el sexo que obtiene (y el esfuerzo que le cuesta), pierde su color y gracia. Que no es lo mismo.

Como te lo diría... bueno, con la cita de este otro forero debería ser suficiente:

Elmer Batters rebuznó:
Sin embargo, las perras españolas están fuera de control. Envanecidas, frustradas y acomplejadas a partes iguales, jaleadas y subvencionadas por la masonería y el judaísmo internacional, alérgicas a los cipotes y adictas al trankimazín, y arropadas por una cohorte de maricas, rojos, progres, castratis, julais y pagafantas, han tomado tanto vuelo que definitivamente se nos han ido de las manos.

Si las mujeres que uno conoce son dificilmente accesibles, de carácter anodino, si follan es "por cumplir" y se limitan a hacerte el jesucristo en la cama, si ni sienten ni padecen... ¿para qué continuar entonces? Más vale dedicar atención a otros quehaceres. Cada cual que elija los suyos.

¿Por qué te crees que triunfan tanto los sitios de cruising masculino? :lol::lol:
 
Recuperando el tema secundario del hilo, la loca de mi amiga anoche me dijo que me quería follar y le di largas con bastante soltura. Hoy no sé nada de ella, lo cual me tranquiliza en parte, aunque en el fondo sé que, en realidad, es un motivo de preocupación. Sólo quiere ponerme a prueba para ver si voy tras suya, no se hace a la idea de que le rechacen un polvo. Así que cuando vuelva a hablarme estará llena de rabia. Se siente rechazada, pero debería saber que no es su cuerpo lo que estoy rechazando, sino su alma. Merezco algo mejor.

En realidad, ni siquiera creo que yo merezca algo mejor, posiblemente no merezco una mierda, pero está claro que ella no me merece a mí.


Nenas, dadme vida.
 
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Robert Canta rebuznó:
I

Anteeros.

Tengo del amor profundo y del uso provechoso de él un concepto superficial y decorativo. Estoy sujeto a las pasiones visuales. Guardo intacto el corazón dado a más irreales destinos.

No me acuerdo de haber amado sino el «cuadro» de alguien, el puro exterior -en el cual el alma no entra más que para hacer ese exterior animado y vivo- y así diferente de los cuadros que los pintores hacen.

Amo así: fijo, por bella, atrayente o amable, una figura, de mujer o de hombre -donde no hay deseo, no hay preferencia de sexo- y esa figura me obsesiona, me amarra, se apodera de mí. Sin embargo, no quiero más que verla, nada veo con más horror que la posibilidad de conocer y hablar a la persona real que esa figura aparentemente manifiesta.

Amo con la mirada, y no con la fantasía. Porque nada fantaseo de esa figura que me amarra. no me imagino ligado a ella de otra manera, porque mi amor decorativo nada tiene de psicológico. No me interesa saber quién es, qué hace, qué piensa la criatura que me deja ver su aspecto exterior.

La inmensa serie de personas y de cosas que forma el mundo es, para mí, una galería interminable de cuadros, cuyo interior no me interesa. No me interesa, porque el alma es monótona y siempre la misma en toda la gente; difieren sólo sus manifestaciones personales, y lo mejor de ella es lo que transborda hacia el sueño, hacia los modos, hacia los gestos, y así entra al cuadro que me amarra, y en el cual entreveo caras constantes a esa afección.

Para mí una criatura no tiene alma. El alma está sólo con ella misma.

Así vivo, en visión pura, el exterior animado de las cosas y de los seres, indiferente, como un dios de otro mundo, al contenido-espíritu libre de ellos. Profundizo el ser propio sólo en extensión, y cuando anhelo la profundidad, es en mí, y en mi concepto de las cosas, en donde la busco.

¿Qué puede darme el conocimiento personal de la criatura que así amo en décor? No una desilusión porque como en ella sólo amo el aspecto, y nada de ella fantaseo, su estupidez o mediocridad nada resta, porque yo no esperaba sino el aspecto que no tenía que esperar, y el aspecto persiste. Pero el conocimiento personal es nocivo porque es inútil, y lo inútil material es nocivo siempre. ¿Saber el nombre de la criatura para qué? Y es la primera cosa que, presentado a ella, sé.

El conocimiento personal precisa ser, también, de libertad de contemplación, a la cual mi forma de amar desea. No podemos mirar fijamente, contemplar en libertad, a quien conocemos personalmente.

Lo que es superfluo lo es menos para el artista porque, perturbándolo, disminuye el efecto.

Mi destino natural de contemplador indefinido y apasionado de las apariencias y de la manifestación de las cosas; objetivista de los sueños, amante visual de las formas y de los aspectos de la naturaleza [...]

No es un caso de lo que los psiquiatras llaman onanismo psíquico, ni siquiera de lo que llaman erotomanía. No fantaseo, como en el onanismo psíquico; no me figuro en sueños amante carnal, ni siquiera amigo de charla, de la criatura en la que fijo la mirada y el recuerdo: nada fantaseo de ella. Ni, como el erotómano, la idealizo y la transporto hacia fuera de la esfera de la estética concreta: no quiero de ella, o pienso de ella, más de lo que me da a los ojos y a la memoria directa y pura de lo que los ojos vieron.


II

Ni alrededor de esas figuras, con cuya contemplación me entretengo, es mi costumbre tejer algún argumento de la fantasía. Las veo, y el valor de ellas, para mí, está sólo en ser vistas. Todo lo demás que les agregase, las disminuiría, porque disminuiría, por así decir, su «visibilidad».

Todo cuanto fantasease de ellas, forzosamente, en el mismo momento de fantasear, yo lo conocería como falso; y, si lo soñado me agrada, lo falso me repugna. El sueño puro me encanta, el sueño que no tiene relación con la realidad, ni punto de contacto con ella. El sueño imperfecto, con punto de partida en la vida, me disgusta, o, antes, me disgustaría si yo me enmarañase en él.

Para mí, la humanidad es un vasto motivo de decoración, que vive por los ojos y por los oídos y, aún, por la emoción psicológica. No quiero nada de la vida sino asistir a ella. Nada más quiero de mí sino asistir a la vida.

Soy como un ser de otra existencia que pasa indefinidamente interesado a través de esta. En todo soy ajeno a ella. Hay entre mí y ella como un vidrio. Quiero ese vidrio siempre muy claro, para poder examinarla sin falla de medio intermedio; pero quiero siempre el vidrio.

Para todo espíritu científicamente constituido, ver en una cosa más de lo que allí está es ver menos esa cosa. Lo que materialmente se agrega, espiritualmente lo disminuye.

Atribuyo a este estado del alma mi repugnancia por los museos. El museo, para mí, es la vida entera, en la cual la pintura es siempre exacta, y sólo puede haber inexactitud en la imperfección del contemplador. Pero esa imperfección, o hago algo por disminuirla o, si no puedo, me contento con que así sea, pues, como todo, no puede ser sino así.

Quoteo este ladrillaco entero y sin spoilers porque veo que ha pasado desapercibido entre los lloriqueos del agotaesquinas, pero todo esto, todo esto, es pura ambrosía, una maravilla como no hay dos, y me gustaría que alguno de vosotros comentase algo acerca de la sensibilidad de este texto, ya que si este es un hilo de personas sensibles, parecida a esta es la mía.

ruben_clv rebuznó:
Todo el mundo sabe que mi cráneo es mucho más bonito.

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Atended, en un mismo post de ILG, Pessoa y el menda. El que sabe, sabe.
 
¿Creéis que se puede amar por interweb? Yo con la chica de este vídeo no sé si es amor, pero que podría rayar diamante con el PENIS ni lo dudéis:

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Es guapa, es coherente y pone hilo musical mierdero. ¿Supera al resto de seres humanos en Virtud y Verdad? Sé que sabéis que sí, pero opinad igual.
 
Joder, ¿por qué todas las locas tienen un perro de esos?

Y sí, se puede amar por interweb, lo dice Hemingway un poco más arriba.
 
Mª Antonia Iglesias rebuznó:
Cierto, maquillada como una puta puerta es preciosa.

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Dime nueces, tu máxima en la vida es algo así como "el que la sigue la consigue"? Das pena y tal, pero no lo digo por hacer daño, solo es para tu información.
 
ruben_clv rebuznó:
Oye, ¿crees que alguna vez seremos padres?

Nunca se puede decir "de este agua no beberé", pero yo creo sinceramente que no. También creo que si al final es que no ni a ti ni a mí nos importará demasiado. ¿No te parece?
 
Recuperando viejos temas.

Lecturas necesarias para parecerse a mí:

Si bastase con amar, las cosas serían demasiado sencillas.


Si bastase con amar, las cosas serían demasiado sencillas. Cuanto más se ama tanto más se consolida lo absurdo. No es por falta de amor por lo que Don Juan va de mujer en mujer. Es ridículo presentarlo como un iluminado en busca del amor total. Pero tiene que repetir ese don y ese ahondamiento porque ama a todas con el mismo ardor y cada vez con todo su ser. De ahí que cada una espere darle lo que nadie le ha dado nunca. Ellas se engañan profundamente cada vez y sólo consiguen hacerle sentir la necesidad de esa repetición. "Por fin -exclama una de ellas- te he dado el amor". ¿Sorprenderá que Don Juan se ría de ella? "¿Por fin? -dice-; no, sino una vez más". ¿Por qué habría de ser necesario amar raras veces para amar mucho?

¿Don Juan es triste? No es verosímil. Apenas apelaré a la crónica. Esa risa, la insolencia victoriosa, esos saltos y la afición a lo teatral son claros y alegres. Todo ser sano tiende a multiplicarse. Así le sucede a Don Juan. Pero, además, los tristes tienen dos motivos para estarlo: ignoran o esperan. Don Juan, sabe y no espera. Hace pensar en esos artistas que conocen sus límites, no los pasan nunca, y en ese intervalo precario en que se instala su espíritu poseen la facilidad maravillosa de los maestros. Eso es, sin duda, el genio: la inteligencia que conoce sus fronteras. Hasta la frontera de la muerte física. Don Juan ignora la tristeza. Desde el momento que sabe, su risa estalla y hace que se perdone todo. Era triste en la época en que esperaba. Ahora vuelve a encontrar en la boca de esa mujer el gusto amargo y reconfortante de la ciencia única. ¿Amargo? ¡Es apenas esa imperfección necesaria que hace sensible la dicha!

Es un gran error tratar de ver en Don Juan a un hombre que se alimenta con el Eclesiastés. Pues para él no es vanidad sino la esperanza en otra vida. Lo prueba, puesto que la juega contra el cielo mismo. No le pertenece el pesar por el deseo perdido en el goce, ese lugar común de la impotencia. Eso está bién en Fausto, quien cree en Dios lo bastante para venderse al diablo. Para Don Juan la cosa es más sencilla. El "Burlador" de Tirso de Molina responde siempre a las amenazas del infierno: "¡Tan largo me lo fiáis!" Lo que viene después de la muerte es fútil, ¡y qué larga serie de días para quien sabe estar vivo! Fausto reclamaba los bienes de este mundo: el desdichado sólo tenía que tender la mano. Ya vendía su alma al no saber gozar de ella. Por el contrario, Don Juan busca la saciedad. Si abandona a una mujer bella no es, de modo alguno, porque no la desee ya. Una mujer bella es siempre deseable. Pero es que desea a otra, y eso no es lo mismo.

Esta vida le colma y nada es peor que perderla. Este loco es un gran sabio. Pero los hombres que viven de la esperanza se avienen mal a este universo en el que la bondad cede el lugar a la generosidad, la ternura al silencio viril, la comunión al valor solitario. Y todos dicen: "Era un débil, un idealista o un santo". Hay que rebajar la grandeza que insulta.

Causan bastante indignación (o esa risa cómplice que degrada lo que admira) los discursos de Don Juan y esa misma frase que sirve para todas las mujeres. Pero para quien busca la cantidad de los goces sólo cuenta la eficacia. ¿Para qué complicar las frases anteriores que han hecho, ya sus pruebas? Nadie, ni la mujer ni el hombre, las escucha, sino más bien la voz que las pronuncia. Son una regla, la convención y la cortesía. Se las dice, después de lo cual queda por hacer lo más importante. Don Juan se prepara ya para ello. ¿Por qué se ha de plantear un problema de moral? No es como el Mañara de Miloszi que se condena por un deseo de ser un santo. El infierno es para él algo que se desafía. No tiene sino una respuesta para la cólera divina, y es el honor humano: "Tengo honor -dice al Comendador- y cumplo mi promesa porque soy caballero". Pero sería un error igualmente grande considerarlo un inmoralista. Es a ese respecto "como todo el mundo" tiene la moral de su simpatía o su antipatía. No se comprende bien a Don Juan sino refiriéndose siempre a lo que simboliza vulgarmente: el seductor corriente y el mujeriego. Es un seductor ordinario (en el sentido pleno y con sus defectos comprende también los defectos) salvo esta diferencia: que es consciente y por ello es absurdo. Un seductor que se hace lúcido no cambiará por ello. Seducir es su estado. Sólo en las novelas se cambia de estado o se hace mejor. Pero se puede decir que a la vez nada cambia y todo se transforma. Lo que Don Juan pone en práctica es una ética de la cantidad, al contrario del santo, que tiende a la calidad. No creer en el sentido profundo de las cosas es lo que corresponde al hombre absurdo. Recorre, estruja y quema esos rostros ardientes o maravillados. El tiempo marcha con él. El hombre absurdo es el que no se separa del tiempo. Don Juan no piensa en "coleccionar" las mujeres. Agota su número y con ellas sus probabilidades de vida. Coleccionar es ser capaz de vivir del pasado propio. Pero él rechaza la añoranza, esa otra forma de la esperanza. No sabe contemplar los retratos.

¿Es, por lo tanto, egoísta? A su manera, sin duda. Pero también a este respecto hay que entenderse, Existen los que han nacido para vivir y los que ha nacido para amar. Por lo menos, Don Juan lo diría, de buena gana. Pero podría elegir mediante una abreviación, pues el amor de que se habla aquí está adornado con las ilusiones de lo eterno. Todos los especialistas de la pasión nos lo dicen: no hay amor eterno si no es contrariado. No hay pasión sin lucha. Semejante amor no termina sino en la última contradicción, que es la muerte. Hay que ser Werther o nada. Hay también muchas maneras de suicidarse, una de las cuales es el don total y el olvido de la propia persona. Don Juan, tanto como cualquier otro, sabe que eso puede ser conmovedor. Pero es uno de los pocos enterados de que lo importante no es eso. Sabe también que aquellos a quienes un gran amor aparta de toda vida personal se enriquecen, quizá, pero empobrecen seguramente a aquellos a quienes han elegido su amor. Una madre, una mujer apasionada tienen necesariamente el corazón seco, pues está apartado del mundo. Un solo sentimiento, un solo ser un solo rostro, pero todo es devorado. Es otro amor el que conmueve a Don Juan, y éste es liberador. Trae consigo todos los rostros del mundo y su estremecimiento se debe a que se sabe perecedero. Don Juan ha elegido no ser nada.

Para él se trata de ver claro. No llamamos amor a lo que nos liga a ciertos seres sino por referencia a una manera de ver colectiva y de la que son responsables los libros y las leyendas. Pero yo no conozco del amor sino esa mezcla de deseo, ternura e inteligencia que me une a tal ser. Este compuesto no es el mismo para tal otro. No tengo derecho a dar el mismo nombre a todas esas experiencias. Ello dispensa de realizarlas con los mismos gestos. El hombre absurdo multiplica también a este respecto lo que no puede unificar. Así descubre una nueva manera de ser que le libera por lo menos tanto como libera a quienes se le acercan. No hay más amor generoso que el que se sabe al mismo tiempo pasajero y singular. Todas estas muertes y todos estos renacimientos constituyen para Don Juan la gavilla de su vida. Es la manera que tiene de dar y de hacer vivir. Dejo que se juzgue si se puede hablar de egoísmo.

Pienso ahora en todos los que quieren absolutamente que Don Juan sea castigado, no sólo en otra vida, sino también en ésta. Pienso en todos esos cuentos, esas leyendas y esas risas sobre Don Juan envejecido. Pero Don Juan está ya preparado para ello.Para un hombre consciente no constituyen una sorpresa la vejez y lo que ella presagia. Precisamente, no es consciente sino en la medida en que no se oculta el horror. Había en Atenas un templo consagrado a la vejez. Llevaban a él a los niños. En cuanto a Don Juan, cuanto más se ríe de él tanto más acusa su figura. Rechaza con ello la que le prestaron los románticos. Nadie quiere reírse de ese Don Juan torturado y lastimoso. Se le compadece. ¿Le redimirá el cielo? Pero no se trata de eso. En el universo que entrevé Don Juan, está comprendido también el ridículo. Consideraría normal que se le castigase. Es la regla del juego. Y su generosidad consiste, justamente, en que ha aceptado toda la regla del juego. Pero sabe que tiene razón y que no puede tratarse de castigo. Un destino no es una sanción.

Ese es su crimen, y se comprende que los hombres de lo eterno deseen que se le castigue. Ha adquirido una ciencia sin ilusiones que niega todo lo que ellos profesan. Amar y poseer, conquistar y agotar es su manera de conocer. (Tiene sentido en esa palabra favorita de la Santa Escritura que llama "conocer" el acto físico.) Es su peor enemigo en la medida en que los ignora. Un cronista informa que el verdadero "Burlador" murió asesinado por franciscanos que quisieron "poner fin a los excesos y las impiedades de Don Juan, a quien su nacimiento aseguraba la impunidad". Declararon luego que el cielo lo había fulminado. Nadie ha demostrado ese extraño fin ni nadie ha demostrado lo contrario. Pero sin preguntarme si eso es verosímil, puedo decir que es lógico. Sólo quiero referirme aquí a la palabra "nacimiento" y jugar con las palabras: su vida era la que aseguraba su inocencia, y sólo la muerte le dio una culpabilidad ahora legendaria.

¿Qué otra cosa significa ese Comendador de piedra, esa fría estatua que se anima para castigar a la sangre y el coraje que se han atrevido a pensar? Todos los poderes de la Razón eterna, del orden, de la moral universal, toda la grandeza extraña de un Dios accesible a la cólera se resumen en él. Esa piedra gigantesca y sin alma simboliza solamente las potencias que Don Juan ha negado para siempre. Pero en eso termina la misión del Comendador. El rayo y el trueno pueden volver al cielo ficticio del que se los había llamado. La verdadera tragedia se representa fuera de ellos. No, Don Juan no muere bajo una mano de piedra. Creo de buena gana en la bravata legendaria, en esa risa insensata del hombre sano que desafía a un dios que no existe. Pero creo, sobre todo, que esa noche en que Don Juan esperaba en casa de Ana no se presentó el Comendador y el impío debió sentir, pasada la medianoche, la terrible amargura de quienes han tenido razón. Acepto más de buena gana todavía el relato de su vida que, para terminar, le hace sepultarse en un convento. No es que el aspecto edificante de la historia pueda ser considerado verosímil. ¿Qué refugio podía pedir a Dios? Pero eso simboliza más bien la terminación lógica de una vida completamente empapada de absurdo el feroz desenlace de una existencia vuelta hacia goces sin mañana. El goce termina aquí en ascetismo. Hay que comprender que pueden ser como los dos rostros de un mismo desenlace. ¿Qué imagen más espantosa se puede desear que la de un hombre a quien traiciona su cuerpo y que, por no haber muerto a tiempo, consuma la comedia esperando el fin frente a frente con ese dios al que no adora, sirviéndole como ha servido a la vida, arrodillado ante el vacío, con los brazos tendidos hacia un cielo sin elocuencia y que, según él sabe, tampoco tiene profundidad?

Veo a Don Juan en una celda de esos monasterios españoles perdidos en una colina. Y si mira algo, no es a los fantasmas de los amores huidos, sino, quizá, una aspillera ardiente, a alguna llanura silenosa de España, tierra magnífica y sin alma en la cual se reconozca. Sí, hay que detenerse en esta imagen melancólica y resplandeciente. El fin último pero nunca deseado, es despreciable.




ilovegintonic rebuznó:
Nunca se puede decir "de este agua no beberé", pero yo creo sinceramente que no. También creo que si al final es que no ni a ti ni a mí nos importará demasiado. ¿No te parece?

Pues te digo la verdad, me dolería no serlo. Y no termino de comprenderlo, pero ahora mismo me siento así.
 
Duendec_verdec rebuznó:
Dime nueces, tu máxima en la vida es algo así como "el que la sigue la consigue"? Das pena y tal, pero no lo digo por hacer daño, solo es para tu información.

No tengo que seguirla, ya la he conseguido. Lo que hago es ostentación de mi atractivo.

Ahora pregúntate por qué he mandado primero el poema de Espronceda y luego he contestado a Mª Antonia. Por qué en dos posts consecutivos cambio de registro. Interrogate sobre la irónica posibilidad de que uno y otro estén relacionados. En el momento de que eres consciente de lo que te pasa y consigues verbalizarlo, ya no te pasa de la misma forma y entras en un estado en el que ya no sabes lo que te pasa. Me burlo de lo ridículo que me resulto a pesar de que así me siento, pero es que no conozco otra herramienta que no sea el humor para afrontar lo desconocido. Ni yo sé lo que digo.
 
ruben_clv rebuznó:
Recuperando viejos temas.
Si bastase con amar, las cosas serían demasiado sencillas.

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L'important c'est d'aimer pour tout donner






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La original me recuerda a Rubén, no por el cráneo, sino por el videoclip, donde el cantante, afirmando que lo importante es amar y creer, sigue y sigue buscando sin detenerse en el afecto que se le ofrece.




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-Hola, ilg...necesito que me perdones por mi funesto foril behavior...últimamente no he sido yo mismo y sé que te mereces algo mejor como el portento de administrador que eres.


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Lo de perdonarte depende...qué Rubén viene ante mí? El bueno o el malo?
El Rubén malo que abre hilos en mitad de la madrugada que versan sobre la etología de las nubes o el Rubén que...espera no, no hay un Rubén bueno, al menos no del todo.


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El Rubén bueno...




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Entonces pasa, te perdono porque sé que hay un buen forero dentro de ti, en alguna ignota región de tu alma hay una fuente de lol, te miro y creo adivinar en lo profundo de tus pupilas un impulso PONCEDELEONESCO de bañarte en esa fuente...Rubén, eres tú, ¿verdad? El Rubén bueno.




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Te prometo que sí y te prometo además que puedo y deseo cambiar por ti...por nosotros para que nuestra relación fructifique, para hacer cada día de esta nuestra atalaya, tuya y mía para gritarle al mundo nuestro amor...quisiera estar en el Pireo contigo, con Platón, Glaucón, Adimanto y Calícrates...te amo.


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Calla, no sigas: me has convencido, veo que eres el Rubén del que me enamoré con fruición y denuedo, el Rubén bueno y no el malo que me mandaba notas de amor secretas y a la vista de todos por medio de clandestinos y arrebatadores post acrósticos que rezaban, leyéndolos en el orden correcto, "me gusta el lóbrego color de tus gafas aviator en contraste con el níveo color del pelo del chucho, pirata", el Rubén bueno en definitiva...y no el malo, el bueno que es el antónimo del malo, el Rubén que no obra de manera funesta y que es, en consecuencia, el bueno y no el malo. Aquel que, por ser el opuesto al malo, no es tal sino el bueno, el Rubén bueno vamos y no el malo. Rubén malo al cual detesto y con el que no hablaría jamás y que, por no hablarle y estar hablando contigo, sé que eres el bueno, el contrario del malo.
 
Desmond Humes rebuznó:
L'important c'est d'aimer pour tout donner

La original me recuerda a Rubén

A mi me recuerda a la cantidad de mujeres francesas que les da por coger una guitarrra y hacerse solistas o cantautoras. Creo que en Francia el noble arte de trovar sigue bastante vigente. Mención necesaria a Edith Piaf:

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o France Gall:

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Esta última canción la versionó la reina del dance europeo, Kate Ryan, que aunque es belga, para mí es francesa a todos los efectos. Pero prefiero esta otra canción que versionó:

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Pero hablaba de coger una guitarra, como Pauline Croze:

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o la Première Dame de Les Champs-Élysées:

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Bueno, las hay a patadas y de todos los estilos:

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Maravillosas. Si no fuera por estas cosas, en serio, ¿que sentido iba a tener la vida? Pero hoy quiero ser un poco mundano. Esta no necesita ni cantar:

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En fin, amigos, despidámonos como corresponde:

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P.D. ¿Alguien sabría hacerme un gif con los primeros cuatro segundo de este último video? Tiene que ser algo tremendo verlo en bucle.
 
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