Creo que ya os lo que te dije el otro día, me estoy preparando para una batalla pero aún no sé contra quién. Me levanto muy temprano todos los días, antes de las 7, y voy a entrenar como si no hubiera un mañana; por las noches ceno gran cantidad de arroz, pollo, nueces y la bebida de los hombres rudos: agua; quiero a mi familia todo el tiempo; me ocupo del trabajo y trato a la gente con educación; no me permito satisfacciones instantáneas como la masturbación o vídeos de YouTube, cada microgramo de dopamina me lo gano con denuedo: peso muerto, sparring, correr por el monte, libros de física de partículas... Si estoy alegre, entreno duro. Si estoy triste, entreno duro. Si estoy desmotivado, entreno duro. Mi disciplina es rigurosa y áspera. Sería una vergüenza para mis ancestros tener que empezar a medicarme para el colesterol antes de los 50 años, sería una vergüenza para mi mujer ver que su marido no es posee vigor físico y unas capacidades de lucha suficientes como para que pueda caminar despreocupada si nos atacaun jabalí o un sindicalista, de una patada rompo el sol, tengo una pistola, Nietzsche me parece un hippie, está todo en Platón. La percepción de mi identidad se abalanza sobre mí con súbita fuerza. Siento mi poder, mis puños son trenes y almendros. Acabé de cagar. Hala Madrid.