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'Hoy, no nos queda más remedio que escribirnos cartas. Todas las demás formas de comunicación se han cortado".
Carlos Fuentes
¿Existe un medio de comunicación más trascendente que las cartas? El género epistolar ha sido desde siempre el refugio de grandes artistas y pensadores, un medio que no conoce de inmediatez o entretenimiento, una "conversación" pura entre dos seres. Uno escribe cartas de amor, de despedida, para confesar o perdonar; uno escribe cartas porque sabe que la palabra que nace en el espíritu y muere en el papel por nuestra mano tiene más poder que ninguna.
No sé cuántos de vosotros habréis escrito una carta alguna vez, yo hace años que no lo hago. Hasta los 21 años me escribía cartas con una chica que nunca conocí ni conoceré. Recuerdo que en una de sus últimas cartas me comentaba que su hermano tenía un teléfono móvil -"Esto matará a aquello", que diría Frollo- poco tiempo después dejamos de escribir.
Hace un par de días leía que el 85% de los menores de 20 años nunca ha escrito una carta en su vida. Yo no tengo palabras para haceros ver qué sentí al leer algo así.
Podéis hablar aquí de vuestras experiencias personales, dar vuestra opinión, pero también me gustaría que hablásemos de cartas que han pasado a la historia por motivos evidentes, cartas como éstas:
Carta enviada por los últimos alemanes de Stalingrado (1943)
"No sé si podré dirigirme a ti una vez más. Es necesario que esta carta llegue a tus manos y que lo sepas de una vez en caso alguna vez yo vuelva. He perdido las manos a comienzos de diciembre. En la mano izquierda me falta el dedo meñique, pero lo peor es que en la derecha se me han congelado los tres dedos del medio. Puedo coger el vaso con el pulgar y el meñique. Pero me encuentro más bien inútil, cuando a uno le faltan los dedos es cuando comprende para qué sirven incluso las cosas pequeñas. Kurt Hahnke (me parece que lo conoces desde que ibas al colegio en 1937), hace ocho días, en una pequeña calle ha tocado en el piano La Apasionada. No sucede esto todos los días: el piano estaba en la calle. Cada vez que pasaba un soldado tocaba un poco... ¿En qué parte del mundo se encuentran pianos por las calles?".
Carta de Franz Kafka a Milena
"¿De dónde habrá surgido la idea de que las personas pueden comunicarse mediante cartas? Uno puede pensar en una persona distante y puede tocar a una persona cercana; todo lo demás queda más allá de las fuerzas humanas. Escribir cartas, sin embargo, significa desnudarse ante los fantasmas, que las esperan con avidez. Los besos por escrito no llegan a su destino, se los beben por el camino los fantasmas. Con este abundante alimento se multiplican en forma desmesurada. La humanidad lo percibe y lucha por evitarlo. Y para eliminar en lo posible lo fantasmal entre las personas y lograr una comunicación natural, para recuperar la paz de las almas, ha inventado el ferrocarril, el automóvil, el aeroplano. Pero ya es tarde: son evidentemente inventos hechos en el momento del desastre. El bando opuesto es tanto más calmo y poderoso; después del correo inventó el telégrafo, el teléfono, la radio. Los fantasmas no se morirán de hambre, y nosotros, en cambio, pereceremos. "
Kafka de nuevo, despidiéndose
¿Pienso que debo firmar "tuyo" ? No, nada podría ser más falso. No, yo seré siempre esclavo de mí mismo, eso es lo que soy, y debo tratar de vivir con eso.
De Kafka y sus cartas hablaré más en el futuro.
Carta de un soldado a su esposa en la Guerra de Vietnam
Querida Marilyn:
Antes de empezar esta carta quiero que me prometas olvidarla cuando la hayas leído, es que necesito hablar con alguien. Es posible que escribiendo sobre ello pueda comprenderlo un poco mejor.
Sé que no debería descargar en ti mis problemas, porque bien sabe Dios que no podrás darme una respuesta. Apuesto a que nadie en el mundo la tiene.
Me expresaré de acuerdo con mi temperamento, muy directamente, y me limitaré a los hechos.
Ayer maté a una niña de 8 ó 9 años, con la carita más dulce e inocente que nunca hayas visto con una granada repugnante en la mano.
Cuando yo y seis más íbamos en marcha, apareció ella para lanzarnos la granada. Siempre aparece la vieja alternativa de: "o ella o nosotros", pero ¿qué derecho tenía yo por todos los demonios para matar a una niña? Todo lo que puedo hacer es pedirle a Dios que me perdone, porque yo mismo no me puedo perdonar.
Parece tan absurda a veces esta maldita guerra. Puedo matar a un hombre y no sentir preocupación alguna, pero ¿matar a una niña que ni siquiera ha aprendido a distinguir entre el bien del mal? No hay hombre que tenga ese derecho, o ese deber, o como quieras llamarlo.
No tardaré mucho en largarme de aquí, pero hasta el último día de mi vida seguiré siendo incapaz de justificar esto. Realmente me pregunto qué especie de hombre, o mejor de animal, he resultado ser. Sé que Dios me perdonará, pero el caso es que yo he de vivir esta culpa conmigo.
Supongo que ésta no es la carta que esperabas de un sargento curtido y experimentado, pero hasta nosotros tenemos sentimientos. Por favor, no me malinterpretes: ahora mismo me siento amargado, dolido, y tan insoportablemente confundido que ya no se que pensar. Tú solamente acompáñame, y un día de estos volveré a ser yo mismo; por lo menos eso espero.
Una de las cosas en que siempre he creído eran los niños. Me encantan todos los niños. Pero, ¿cómo podré volver a decirlo?.
Creo que ya te he hablado mucho por ahora. Gracias por escucharme.
Dusty.
Dejo el hilo abierto, iré añadiendo más comentarios en el futuro y espero hacer un monográfico sobre Kafka no muy tarde. Ahora, leed y participad.