Yo fuí de pequeño alguna que otra vez a la Monumental de Barcelona con mi padre, era bastante mocoso y sólo recuerdo de aquellos carteles a César Rincón y a Ortega Cano cuando aún no se había casado con la tocina de la folclórica, y mi conclusión es que es un espectáculo lamentable, con las peores escenas en el descabello, recuerdo alguna que otra barbaridad no especialmente agradable y que me cuesta aceptar que alguien disfrute con eso, nuca más he vuelto a poner el pie en una plaza por mera higiene mental.
Ya por entonces la Monumental no se llenaba, y aún pagando por una locadidad de mierda en zona de Sol al poco podias terminar en primera línea bajando las escaleras, y es en esa zona donde se aprecia algo que por la tele no, y menos con una plaza hasta las trancas, que es el gemido del animal, algo bastante desgarrador una vez se agacha después de la estocada , quizás lo más bizarre es observar a un analfabeto funcional a tu lado con un palillo en la boca, cuatro dientes a y una peste de aliento a Soberano aplaudiendo como un energúmeno.
El mundo del toreo es una sucursal de cazurros y analfabetos, empezando por los maestros, continuando por los apoderados, puteros todos, y terminando con los ganaderos, doblemente puteros y personajes retrógrados de una España de hace cien años, de los que empiezan el dia correa en mano recordándoles a sus mujeres cual es el orden natural de las cosas, y se lo digo yo que mi exnovia era de la Extremadura profunda y en más de una ocasión me codeé con algún que otro hijo de criador de morlacos, ni en las novelas de Perez Galdós descrbiendo a los personajes más cañís de la españa decimonónica oiga.
Precisamente el caballero de mi avatar y su affaire con Romerito tira por los suelos toda esa épica sálchichera de bailes con la muerte y pajas mentales varias, aunque eso no le excluye de ser un personaje doblemente retorcido que el resto de sus congéneres de gremio por el hecho de haber inciciado, según sus palabras propias, uan relación casi fraternal con uno de sus toros, y cuya depresión todvía lleva en las espaldas cuando murió en su finca , a la par que masacraba a otros tantos en dias de fiesta, lo que se podría entender como cuanto quiero a mi perro pero no me privo de cortarle la cabeza a cualquier otro que me encuentre.
Pero vamos, que estáis en puta extinción y ya no hay vuelta atrás
