Stalker me ha dejado al borde de la paja, ciertamente. Un gran producto en forma de burbuja que acaba pinchando en su intento de ser metafísica a través de una cámara. Lo normal es que esta película desate filias y fobias porque su concepción, desarrollo y finalización nos invitan a ello.
Stalker es una película con una sinopsis clara y sencilla, pero que poco a poco se va llenando de símbolos y metáforas que la empujan hacia lo profundo y lo recóndito. Cuenta la historia de un lugar, en Rusia, llamado La Zona, donde años ha, se dice que cayó un meteorito y que, tras el suceso, dicho lugar se convirtió en un territorio inquietante y mágico; un territorio protegido por la milicia soviética y al cual sólo osan adentrarse los Stalkers, que hacen de guía para aquellos que quieren conocer La Zona.
Con este marco, Tarkovski se intenta adentrar en las insondables aguas del ser humano, sobre todo en la parte final de la película, que es donde yo me lío la manta a la cabeza y sólo soy capaz de ver un director que intenta ser el más listo de la clase, el más brillante, aquel que intenta traspasar el desfiladero de los límites de la razón y que acaba despeñándose por el barranco de su vanidad.
La película me parece buena en casi todos los apartados pero falla en sus intenciones, lo cual le resta ese halo de perfección que muchos le dan.
En cuanto a su estética, es una película que roza lo claustrofóbico a pesar de estar ambientada en un paraje abierto y grande como es La Zona, pero la manera de concentrar todo en un único lugar, aderezado a los ruidos, los lúgubres y sombríos diálogos, etcétera, a mí me perturban sobremanera, y me dan la sensación de encontrarme encerrado en una porción de territorio que por momentos, ya digo, me inquieta y me turba.
Un 7.
Tenía preparado un ladrillo importante, pero se me ha borrado sin motivo y el autoguardado del foro está peor que yo, así que ahí queda eso.