El problema de fondo es el de siempre. Existe una envidia por parte del introvertido hacia el extrovertido. Te gustaría serlo pero no puedes, no sabes, no porque no quieras.
Llamadlo inteligencia emocional o habilidades sociales, da lo mismo. Hay gente con habilidad innata y hay otra que lo aprende. Yo aprendí tras ser considerado el tímido y callado que no era una tara era mi forma de ser, pero también averigüé con los años que es necesario unos mínimos para poder estar mínimamente integrado en la sociedad. Yo soy Morata y nunca llegaré a ser Messi.
Tras asumir que nunca seré el alma de la fiesta llega un momento que decides aprender cuatro conceptos básicos de las relaciones personales, es que es muy sencillo: parecer que te importa lo que el otro te cuenta. Puede parecer falso, pero es lo que hacen todos.
Luego estar el asumir tu forma de ser y que yo no anhelo ser extrovertido, mi tiempo libre lo paso prácticamente solo y evito eventos sociales, eso no quita que en el curro charlo con los compañeros, voy a eventos familiares y quedo con gente muy escogida de entre mis amistades. En caso de elegir prefiero quedarme leyendo un libro, viendo una serie, hacer deporte solo que irme de fiesta. También es verdad que la edad influye y ya te parece un día fantastico el que antes de irte a dormir no te haya aparecido alguna dolencia o problema nuevo.
Habla por ti.
Tú eres el que quiere ser otra cosa que no es (extrovertido) porque te sientes inferior por ser lo que eres.
Muchos no aspiramos a ser extrovertidos, al final cedemos a la presión, cuando vemos que hay mucha gente que cree que estás loco por ser más bien introvertido, y vamos dando más bola en una medida cautelosa.
Una de las características que tenemos es que somos incapaces de fingir que nos hace reír algo que supuestamente está hecho para ello.
Súmale los que cuando nos hemos dedicado a oficios chungos, por ejemplo.
Recuerdo en cocinas, hostelería. El típico viejo subnormal, que fuma puritos y bebe anís, que te decía, no una vez, ni dos, ni tres, sino tres millones, señalando a algún otro gañán que iba por ahí:
- Mira, tienes que ir con cuidado con ese, que es un poco maricon, le gustan los chavales jóvenes.
Ya si la primera no te hace gracia, y siempre la primera te hará más gracia que la décima, pues es que la quinta, la octava o la vigésima tampoco hará gracia.
Y te tienes que dar cuenta que son chistes o bromas o gilipolladas que además de no sacarme una sonrisa esperas que prosigan con algún comentario o respuesta ingeniosa para tu parámetro que yo no puedo lograr, porque no puedo ponerme a tu altura, no sé ponerme a tu altura, no estoy en tu frecuencia, ni me haces gracia ni soy capaz de satisfacerte siguiendo el hilo, porque nunca respondería lo que tú responderías, de hecho me quedo en blanco.
Entonces cuando el viejo te dice por vez 34 cuando te ve por ahí:
- Mira, tienes que ir con cuidado con ese, que es un poco maricon, le gustan los chavales jóvenes.
Tú (yo) sin ni siquiera mirar a ningún lado, digo "ya...", y sigo exactamente el camino que seguía cuando entraba a la cocina, y tienes que ver que es una situación JODIDAMENTE VIOLENTA para mí. Porque no puedo interactuar contigo exitosamente.
Esos son los que acabas odiando. Los que NO ENTIENDEN QUE NO HAY SINTONÍA debido a esa diferencia de chip. No todos son así, algunos extrovertidos saben perfectamente cómo actuar con este y con aquel, pero algunos no se dan cuenta, y esos son desesperadamente cansinos.