¿Yo? En absoluto.
De hecho mi pareja y mis hijos están vacunados, y el resto de familia que más trato tengo, también.
Lo que hagan los demás hace muchos años que me importa una mierda.
Me ciño a lo que veo y vivo en mi día a día. Soy muy crítica con la gestión política, eso yes, muchas medidas me parecen absurdas y contraproducentes, pero yo no voy buscando papers de dudosa procedencia ni escucho científicos que llevan mil años jubilados. Me ciño a los protocolos, cambios e informaciones de mi hospital, lo que explican los compañeros sanitarios y a lo que me aconsejan los médicos que me tratan.
Tampoco voy dando la chapa diciendo a la gente qué debe o no debe hacer, si alguien actúa de una manera que no me cuadra pillo y me alejo sin decir ni mú.
No vivo encerrada, salimos a dar una vuelta, me tomo algo en una terraza o vamos a restaurantes sin problema, hasta nos hemos ido de vacaciones a Cádiz, pero no me meto en multitudes ni soy de meterme en sitios abarrotados.
No obstante, todo esto es algo que ya llevaba haciendo desde hacía un tiempo, de hecho mi último concierto multitudinario fue en 2015, el de Anthrax y Slayer. Tampoco hago mucha vida social, solo me junto con mi familia y a veces algún colega, trato con tantas personas en mi día a día que cuando acabo el turno necesito un buen rato para descomprimir (y esto ya hace muchos años que me pasa).